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Blasco Ibáñez, Enric Sebastià y el nacionalismo

El profesor Enric Sebastià acaba de publicar en la colección Biblioteca Historia Social del Centro Tomás y Valiente de la UNED, un libro -La sociedad valenciana en las novelas de Blasco Ibáñez. Proletariado y burguesía- que editó en 1966 L'Estel (gracias a las gestiones de Sanchis Guarner y Joan Reglà). Ha sido revisado, ampliado -incluyendo un nuevo capítulo- y traducido al castellano. El estudio preliminar de J. A. Piqueras resulta muy significativo de lo que ha ocurrido entre los historiadores de la sociedad valenciana contemporánea en la Universidad de Valencia. "Estamos ante una insólita obra maestra", dice Piqueras, "escrita hace treinta y seis años" que se publicó en valenciano y recibió elogiosas críticas de Reglà, Jover, Dolç y Joan Fuster quien llegó a afirmar que era un trabajo "cuidadoso y agudo".El libro de Sebastià era, en realidad, un estudio sobre la sociedad de la Restauración en Valencia, impregnado de la concepción del gran historiador francés Braudel, que por entonces empezaba a conocerse en los círculos universitarios por su obra El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, publicada en México en 1953 pero cuya influencia en España no llegaría hasta años más tarde, propiciada por Vicens Vives. Era el comienzo de una nueva etapa en la historiografía española que en la Universidad de Valencia se vio favorecida por la aportación de discípulos suyos como Reglà y Giralt primero y luego Nadal y Fontana. Todos ellos contribuyeron, de manera fundamental, a que una serie de estudiantes tuvieran la suerte de contar con una perspectiva histórica moderna que nos conectaba con Europa y nos daba una visión de nuestra realidad a la que no estábamos acostumbrados. Estimularon muchos estudios sobre la sociedad valenciana que fueron publicándose a lo largo de todos estos años y en la actualidad nos permiten contar con sólidos conocimientos de lo que ha pasado en Valencia desde los íberos si añadimos a Miquel Tarradell. Su labor la continuaron discípulos que ocupan hoy plazas como profesores en las universidades españolas.

Pero Enric Sebastià es un caso singular. Fue el primero en utilizar el valenciano, desde la guerra civil, en una obra de historia y recibió los parabienes de Fuster y Reglà, pero poco a poco fue quedando fuera de juego. ¿Qué ha ocurrido con un estudioso que fue decantándose hacia el marxismo en sus posteriores trabajos y que ha influido en muchos estudiantes, creando, de alguna manera, una escuela? ¿Por qué durante todos estos años ha estado apartado cuando fue uno de los primeros en plantear el tema de la revolución burguesa o cuando ha promovido, dirigido e impulsado estudios sobre la historia de la sociedad valenciana, casi en igual número que lo hicieron los que pasan por grandes popes de nuestra historiografía actual? Muchos de estos últimos fueron, en sus orígenes, discípulos de Sebastià, y cambiaron al son de las modas hacia lo que podríamos denominar "historiográficamente correcto", tal como refleja un estudio publicado en el nº 24 de Historia Social.

Y es que aquí ha habido un problema de exclusiones cuando el autor no se ajustaba al papel interpretativo señalado por el estamento académico hegemónico. La interpretación que hacía del País Valenciano no coincidía con la de Sebastià, que a su vez se separaba, en parte, de la que pudiera considerarse como modelo indiscutible -axiomático, según Piqueras-: ausencia de industria y salto de una burguesía agraria y comercial hacia las finanzas. Este esquema sirvió para explicar por qué aquí no había ocurrido lo de Cataluña a finales del siglo XIX. La ausencia de esa burguesía industrial sería la causa de la falta de asunción de la reivindicación nacional, y en este sentido no habría generado un movimiento similar al catalanismo. El que Blasco Ibáñez, por ejemplo, escribiera en castellano sirvió de base para -buscando nuevamente similitudes con Cataluña- considerarle exponente del lerrouxismo, tesis desmantelada por Ramiro Reig.

Sebastià se convirtió en una rara avis. Sus interpretaciones del País Valenciano no coincidían con lo que era el factor dominante en la Academia: el nacionalismo valenciano. Ernest Lluch comenzó a discutir el modelo fusteriano para sustituirlo por otro más moderado y su influencia sobre los estudios de Valencia se dejó sentir en la Facultad de Económicas, más por sus comunicaciones orales que por lo que estimuló entre sus principales discípulos, que hicieron magníficas obras sobre Flores Estrada, Campomanes o Sismondi, vinculadas más a una cultura universal del pensamiento económico. Hoy los trabajos sobre la sociedad valenciana realizados desde Geografía o desde Economía Aplicada no parten ya del paradigma nacionalista, salvo excepciones, como demuestran las investigaciones que se han hecho sobre aspectos de la economía valenciana en los últimos tiempos. Otra cosa es el ruido político.

Enric Sebastià encontró en la Institución Alfons el Magnànim, cuando era el IVEI, un espacio para publicar sus trabajos, puesto que en muchas ocasiones la libertad de interpretaciones no tiene cauce en algunos estamentos universitarios. Probablemente en el futuro, cuando esté jubilado, le harán un homenaje para acallar conciencias.

Javier Paniagua es miembro del Consejo Político del PSOE.

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