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35ª Jornada de Liga

El Barça condena al Atlético

Los azulgrana golean con facilidad a un desastroso equipo rojiblanco, que se queda sin esperanza de salvación

El Barcelona remató al Atlético, lo dejó en Segunda. No es aún una cuestión aritmética cerrada, pero nada imaginable puede librar a los rojiblancos de su defunción. El Atlético está cadáver. No tiene ideas, fuerzas ni moral. No tiene nada. El Barça, sin remangarse, tratando de hacer el menor ruido posible, se limitó a ganar. A conservar intactas sus bazas de acceso al título, pero sin ensañarse. Aceptó el balón que le regaló el rival, lo movió a su antojo con su vieja fórmula del toque y caminó tranquilo hasta que fueron llegando los goles.El aliento generoso del Calderón no levantó al Atlético del suelo. No fue suficiente el grito desesperado y casi heroico de la hinchada para despojar el miedo y la angustia a su equipo. No, el Atlético actuó sin fe ni fútbol, y se puso a los pies del Barcelona desde el minuto inicial. De un Barcelona en teoría menor, agujereado en su alineación por todos los frentes. Sin Rivaldo y Kluivert por voluntad de su entrenador, y encima sin Figo, por una lesión, desde los 15 minutos. Pero pese a todas las bajas, pese al desequilibrio emocional que el lío de la semana ha podido dejar en el grupo de jugadores, el Barcelona fue superior al Atlético. Recuperó su fútbol elaborado de toda la vida y agradeció las facilidades que le concedió el rival.

ATLÉTICO 0 - BARCELONA 3

Atlético: Molina; Pilipauskas, Gamarra (Correa, m.76), Santi, Capdevila; Aguilera, Baraja, Valerón (Mena, m.57), Solari (Luque, m.73); Kiko y Hasselbaink.Barcelona: Hesp; Pujol, Frankde Boer, Reiziger; Gabri, Guardiola, Sergi; Figo (Simao, m.18), Lítmanen, Zenden (Xavi, m.73); y Dani (Bogarde, m.82). Goles: 0-1.M.40. Sergi se planta en la frontal, hace la pared con Gabri, recorta a Santi dentro del área y bate a Molina con la derecha. 0-2. M.61. Lítmanen pasa en profundidad a Dani, que se cuela entre los centrales, corre hasta el área y marca por alto. 0-3. M. 90. Gabri culmina a puerta vacía un contraataque del Barcelona. Árbitro: Losantos Omar. Mostró cartulinas amarillas a Guardiola, Santi, Correa, Baraja y Mena. Unas 50.000 personas en el Calderón.

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Gozó el Barça de un primer tiempo de lo más cómodo pese a la sangría de bajas. El Atlético diseñó el plan clásico contra Guardiola, pero no le hizo un solo rasguño. Acostumbrado a marcas asfixiantes, de león, Guardiola se libró silbando de la presencia por sus inmediaciones de Kiko, un corderito. El Atlético alzó la bandera blanca en la posesión, le regaló la pelota al rival y aceptó correr de un lado a otro detrás de ella, movida a su gusto por el Barça.

Los madrileños no sólo no presionaron con agresividad la elaboración azulgrana, sino que decidieron esperar al rival muy cerca del área de Molina. Y dejaron todos sus sueños de victoria en manos de algún contragolpe furtivo. Lo intentaron con daño en saques largos del guardameta en busca de Hasselbaink, que incluso gozó de un estupendo mano a mano ante Hesp. Pero sólo eso acertó a sacar de veneno el Atlético.

Más allá de cinco minutos intensos mediada la primera mitad, el Atlético fue la misma mediocridad de siempre. Con un Kiko desastroso, un Valerón inexistente, dos centrales que le hacen daño hasta en el escudo... Una calamidad, sobre todo Gamarra, que volvió a dar un recital de errores y gestos de indiferencia. El Atlético se muere, pero a él le da lo mismo.

A ritmo lento, sin acertar a fabricar oportunidades de gol, el Barça, con el balón en el bolsillo, se sintió muy seguro. Se armó de paciencia, y esperó a que el primer gol llegara por sí solo. Se lo inventaron Sergi y Gabri en una jugada fabulosa al filo del descanso, una acción hacia la que miró el Atlético con el semáforo en verde.

Tras el 1-0, el Atlético dejó de respirar. Si los gritos de la grada y el 0-0 le habían hecho creer en los cuentos de hadas, el tanto de Sergi le empotró para siempre en su tragedia. Hubo quien reaccionó con entradas fuera de lugar, como Santi o Mena -de expulsión, pero el árbitro miró para otro lado-, y hubo quien se escondió en un rincón del campo, quien no encontró un gramo de carácter en su camiseta para ponerle al menos mala cara a la catástrofe. Así actuó la mayoría, aunque hubo también gestos de dignidad de Baraja, de Solari, de Hasselbaink... Pero el desplome general pesó más.

Del descanso no salió niguna solución rojiblanca. Al contrario, la segunda parte agrandó más si cabe la diferencia de barrios. Guardiola siguió gobernando la cita con las manos en los bolsillos, Litmanen jugó como quiso con el montaje defensivo del Atlético -movimientos que el rival no descifraba jamás y pases llenos de sentido- y Dani hizo esfuerzos por reivindicarse. También sin apretar a fondo, el Barcelona encontró pronto el 2-0 y no quiso ensañarse. Dio por segura ya la victoria y, de alguna manera, pese al 3-0 con el que cerró la contienda, sintió compasión por el Atlético. Un viejo amigo que se le va.

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