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Llega a Bogotá el cadáver del cooperante español para ser repatriado a España

Anoche llegó a Bogotá el cadáver de Iñigo Egiluz, el cooperante español de 24 años de la organización Hirugarren Mundua ta Bakea-Paz y Tercer Mundo (PTM)- que murió ahogado en las caudalosas aguas del río Atrato el pasado jueves, junto al sacerdote colombiano José Luis Maza, de 37 años. Los restos mortales de Egiluz fueron transportados a la capital colombiana a bordo de una avioneta privada, en la que viajaban su novia, Laura Agirretxea, y su hermano Aitor. Si se solucionan todos los trámites, es posible que hoy sea trasladado a Bilbao.

El cuerpo de Egiluz fue encontrado por un grupo de pescadores muy cerca de Quibdó, capital de la provincia de Chocó, el domingo a las cuatro de la tarde (nueve de la noche en España). Se cree que permaneció enganchado bajo las aguas y las olas, provocadas por las embarcaciones; lo sacaron finalmente a flote entre las comunidades de Sansenso y El Reposo, a unos diez minutos del lugar en el que desapareció el jueves por la noche. Las autoridades no han dicho nada sobre el choque que provocó la muerte de Egiluz y Maza. La embarcación en la que viajaban las dos víctimas fue embestida por una lancha rápida que salió huyendo tras el suceso y que, según testigos, era manejada por paramilitares. Según informa el diario El Tiempo, las primeras investigaciones confirmarían las denuncias hechas por la diócesis de Quibdó: que la lancha que causó el accidente fue robada hace dos años a una cooperativa de Murindó y la utilizaban los paramilitares.

Con alabaos, máxima expresión religiosa de la población negra del Chocó, fue despedido Iñaki. Muchos acudieron a darle el último adiós a la capilla de la diócesis, donde fue velado. "Tenemos la esperanza de que haya presión política fuera del país para que se investigue el caso", dijo un miembro de la diócesis de Quibdó a este diario. La diócesis ha insistido, al igual que PTM, en que no fue un caso fortuito, sino provocado por los paras, que tienen en la mira a las organizaciones de defensa de los derechos humanos. "Aquí se sabe todo, hay testigos, pero el que diga algo es la próxima víctima", dijo el sacerdote al resumir la situación de terror que se vive en la abandonada región colombiana.

"Estamos consternados -dice el miembro de la diócesis-. No sabemos qué hacer o dejar de hacer. El espacio se acabó. No claudicamos a pesar de que día tras día hay una nueva víctima". Hace un año fue asesinado por paramilitares el sacerdote marianista Ángel Quiroz. PTM solicitó ayer al Estado colombiano la persecución y disolución de los grupos paramilitares; la creación de una comisión de la verdad; la atención a los desplazados, y garantías de seguridad para los defensores de derechos humanos.

"Éste no es momento de declaraciones", dijo, con la voz quebrada, a este diario Mikel Manacisitor, uno de los representantes de PTM que llegó a Quibdó. "Nuestra prioridad en este momento es entregar el cadáver a la familia". El cuerpo de Maza fue encontrado el domingo y ayer en su pueblo natal, Carmen de Atrato, fue sepultado.

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