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Un Tour moderado para el año 2000

Una sola etapa pirenaica y reaparición de la contrarreloj por equipos: propicio para Ullrich

Si no fuese porque todos los corredores dicen sentirse satisfechos del trazado, el Tour del 2000, desvelado ayer en París, parecería dibujado para alguien como Jan Ullrich, el alemán que ganó la ronda francesa en 1998 y que este año se ha impuesto en la Vuelta.En efecto, la tradicional etapa prólogo, a menudo ganada por un especialista explosivo dada a su corta distancia, tendrá en este caso 16 kilómetros., recorridos dentro del Futuroscope de Poitiers, algo que ya permite pensar en una clasificación en la que los corredores quedarán separados de entrada por algo más que unos escasos segundos. El 4 de julio y cuarto día de carrera, los rodadores, con Ullrich y su Telekom al frente, tendrán una nueva oportunidad gracias a una contrarreloj por equipos, una modalidad que, como explicaba ayer en París Miguel Indurain, "es difícil porque nadie tiene referencias pues los equipos apenas corren ese tipo de etapas. Además, para lograr un buen resultado necesitas que todos tus compañeros anden bien y eso no es fácil el cuarto día".

Los sprinters dictarán su ley durante los 10 primeros días hasta que haya que recorrer los 205 kilómetros que separan Dax de Hautacam y, sobre todo, hasta que se suban los cols de Marie Blanque (1.035 metros), Aubisque (1.709), Soulor (1.474) y Hautacam (1560), allí donde Riis sentenció ante Induráin el Tour del 96. Es un primer final de etapa en la cumbre.

Luego, el 12 julio, dejando atrás los Pirineos, los corredores tendrán una primera jornada de reposo para reponer fuerzas tras las primeras escaramuzas en lo alto.

El día 13 los organizadores reservan a los corredores una mala sorpresa: la escalada del Mont Ventoux. La etapa es corta -160 kilómetros- pero el pelado monte provenzal, sus 1906 metros con pendientes de hasta el 10%, se sube por su vertiente Sur, más dura que la Norte o la Este. Las imágenes de Tom Simpson muriendo en directo, en blanco y negro, asfixiado por el esfuerzo, el calor y las substancias dopantes, ha pasado a formar parte de la leyenda de la etapa, al igual que la asfixia de Merckx una vez llegado o el desfallecimiento de otros ciclistas menos conocidos pero que tampoco pudieron con las rampas, con el sol despiadado en su paisaje lunar, rocas blancas, piedras, niguna sombra, o con lo que se habían metido en el cuerpo para no notar el dolor y el cansancio.

Dos días después, el 15 de julio, habrá que escalar cuatro puertos alpinos, uno modesto -Canjuers (840 metros)- y tres de más de 2.000 metros, los de Allos, Vars e Izoard, con salida en Draguignan y final en el valle, en Briançon. Es el momento de dar la puntilla, de mirarle al rival al fondo de los ojos, y de decidirse a lanzar el ataque definitivo si es que aún quedan fuerzas. Es un recorrido ´de 249 kilómetros (casi ocho horas) que el Tour no repetía desde 1949 y el famoso duelo italiano entre Gino Bartali y Fausto Coppi.

Los organizadores no han querido facilitar la tarea de los más resistentes y el 16 de julio la etapa vuelve a ser breve -168 kilómetros- pero acaba en lo alto, y después de subir y bajar, subir y bajar, de coronar el Lautaret, el Galibier, el Télégraphe, la Madelaine y subirse hasta los 2.004 metros de Courchevel (hace dos años: victoria de Virenque en esta estación alpina por delante de Ullrich y el valeroso Escartín).

Y de nuevo aparece la sombra de Ullrich y la consideración debida al organismo. Otro día de pausa, de paro, está previsto para el 17 de julio. Luego, al día siguiente, siempre sin dejar los Alpes, de nuevo se acabará muy cerca de la cumbre, en Morzine, después de superar cinco cols más, entre ellos la Joux Plane.

En Suiza y Alemania las cosas se calman durante dos días. Luego el día 21, aquellos a quienes aún les quede ánimo, se disputaran el liderato de manera que parece casi definitiva: una contrarreloj individual larga, de 59 kilómetros, contra el viento, la mayoría de ellos en territorio alemán, por la Selva Negra, por donde Ullrich habita.

Si Ullrich ha conseguido llegar entero hasta allí, van a crecerle las alas. "Los escaladores como yo", ha dicho Fernando Escartín, "tenemos que haber sacado varios minutos en los Alpes para resistir la contrarreloj".

El 22 de julio todo el Tour se montará en el Orient-Express y así, entre terciopelos y caoba, se llegará en tren a París, donde se correrá, integramente, la última etapa por las calles de la ciudad, desde la Nation hasta el Arco de Triunfo, bordeando el Sena.

Total, 21 etapas, 3.603 kilómetros y, según el director de la prueba, Jean Marie Leblanc, "un recorrido clásico y equilibrado". El norteamericano Lance Armstrong, el último vencedor, desde su casa natal en Texas, aprobó la definición por videoconferencia.

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