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GOLF Ryder Cup

Increíble remontada de EEUU

Europa pierde la Ryder Cup al ser arrasada en los partidos individuales

Carlos Arribas

La fe mueve montañas. Y emboca las bolas.Frente a una Europa unida, un equipo agotado al que sólo la adrenalina, el ansia y las ganas de vencer mantuvo en pie, Estados Unidos consiguió ayer ganar una Ryder Cup que todo el mundo, salvo Ben Crenshaw y sus 12 jugadores, creían perdida. Fue la mayor remontada en la historia de la competición bienal, creada en 1927: el equipo local, que había perdido las dos últimas Copas, salió al campo con una desventaja de cuatro puntos. Fue, para Europa, uno de los días más tristes de su historia golfística.

Fue un asunto de fe.

Ben Crenshaw, el amable Benjamín, se puso serio y tenso. Miró a las decenas de periodistas fijamente en los ojos. Levantó su dedo índice señalando a todos y cada uno de sus oyentes y dijo, con la voz a punto de írsele por la emoción y la sinceridad del momento: "Antes de irme quiero haceros partícipe de un último pensamiento: soy un gran creyente en la fe. Tengo fe en la fe. Y me da en el alma que tengo razón". Lo dijo el sábado por la noche, cuando sólo el pesimismo, visto como Europa había detenido las acometidas estadounidenses, cundía en su bando.

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Pero el domingo por la mañana salió el sol. Su luz, de repente, iluminó las conciencias de todos. Todo fue claro. Estados Unidos: Tom Lehman, Hal Sutton, Phil Mickelson, Davis Love III, Tiger Woods, David Duval, Mark O"Meara, Steve Pate, Justin Leonard, Payne Stewart, Jim Furyk, Jeff Maggert. 12 de los mejores jugadores del mundo. Espectaculares, buenos. Ganadores de grandes. Regulares del circuito. Hombres de drive firme y lejano; de putt seguro y sólido. Hombres sin nervios. Acostumbrados a vivir solos, a pensar solos, a actuar. Ganadores. Europa: Lee Westwood, Darren Clarke, Jarmo Sandelin, Jean van de Velde, Andrew Coltart, Jesper Parnevik, Padraig Harrington, Miguel Ángel Jiménez, José María Olazábal, Colin Montgomerie, Sergio García, Paul Lawrie. Un par de ganadores de grandes. Grandes promesas. Regulares algunos. Siete debutantes. Mucha presión. Muchos nervios. Solos cada uno frente a su destino. Tres (Van de Velde, Sandelin, Coltart) que jugaban su primer partido el último día. Los demás, cansados. Muy cansados.

Ben Crenshaw dispuso a su caballería de elite por delante. A sus mejores jugadores en el estilo matchplay. A los veteranos. A los que menos les tembló el pulso los días anteriores.

A mitad de partido, Lehman ya ganaba por dos hoyos a Lee Westwood, uno de los buques más sólidos de la armada europea. Era el primer partido del día. También en el hoyo 9º, Hal Sutton, el que con sus aires de Pedro Picapiedra primitivo mostró el mayor corazón y sensibilidad, pero también el más seguro de los norteamericanos, ganaba por tres a Daren Clarke, el irlandés de la inmensa cintura. Mickelson, por entonces, sufría más para doblegar al increíble Jarmo Sandelin, el sueco que jugaba su primer partido Ryder en circunstancias tan impresionantes. Love III se divertía con Van de Velde, el desafortunado héroe francés del Open Británico. Otro debutante. Y otro debutante, Andrew Coltart, el cuñado de Westwood, caía poco a poco en la celada de Tiger Woods. Peor todavía: Jesper Parnevik, el mejor jugador europeo durante la Ryder, probablemente, sucumbía estrepitosamente, solo, sin su Sergio, ante David Duval, el número dos del mundo. Fue espectacular.

El día había comenzado 10-6 para Europa. 10-7, 10-8, 10-9, 10-10, 10-11, 10-12. Una inundación. Una riada inabordable. Incontenible. Sólo Harrington, el irlandés callado, el tácito compañero de Jiménez, parecía capaz de comenzar y encabezar la resistencia europea. Su victoria sobre O´ Meara significaba un montón de ilusión. Detrás de su partido, Jiménez, Olazábal, Montgomerie, García, Lawrie, tipos duros, jóvenes sin medio, curtidos o verdes, se batían el cobre. Numancia. Pero las grietas crecieron en el dique. Jiménez no resistió mucho más de medio partido la perfección de Pate, el tipo piesplanos a quien todo le salía perfecto: tee, calle, green, putt. Juego a la americana. Sin espacio para la imaginación europea. Quién habló de creatividad. Guión plano. De un solo color. Cayó Jiménez, agotado; cayó García, agotado y sin su sueco mágico. 14-11 a favor de los locales y tres partidos por jugar. El empate era una victoria para Europa: retenía la Copa. Un asunto para Olazábal.

El punto 12º estaba claro. Lawrie ganaría a Maggert. El resto estaba en el putt del guipuzcoano, en los hierros de Montgomerie. Los dos, abrazo partido, contra Leonard y Stewart. Pero los americanos eran demasiado. Empujados por las victorias, por la cascada desencadenada de sus compañeros, empezaron a hacer lo que ni en sus más salvajes sueños habían soñado que podrían conseguir. Todo se decidió de manera imposible. Leonard, el tristón, el apocado jugador que nunca había ganado un partido en la Ryder Cup, iba perdiendo por cuatro contra el de Hondarribia. Entonces, de repente, en el hoyo 12, como una fuerza única se apoderó de él. Comenzó a meter putts imposibles. Coronó su faena en el 17º. Un putt de 15 metros. Adiós. El medio punto que necesitaba Estados Unidos para ganar estaba ahí. Ben Crenshaw llora delante de la cámara. Emoción. "Nunca he dejado de creer. Hay que creer en el destino", solloza. "Es absolutamente increíble. Estos muchachos son increíbles". Así piensan también los europeos. Así piensa todo el mundo. La remontada increíble ocurrió ayer, en Brookline, junto a Boston, en Massachusetts, Estados Unidos. Un asunto de fe.

Resultados: Love (EEUU) gana a Van de Velde (Europa) 6 y 5. Lehman (EEUU), a Westwood (Europa) 3 y 2. Mickelson (EEUU), a Sandelin (Europa), 5 y 3. Sutton (EEUU), a Clarke (Europa) 4 y 2. Duval (EEUU), Parnevik (Europa) 5 y 4. Woods (EEUU) a Coltart (Europa) 3 y 2. Pate (EEUU) a Jiménez (Europa) 2 y 1. Harrington (Europa) a O"Meara (EEUU) 1. Furyk (EEUU) a Garcia (Europa) 4 y 3. Lawrie (Europa) a Maggert (EEUU) 4 y 3. Leonard (EEUU) empate Olazabal (Europa). Montgomerie a Stewart, por un golpe.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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