El Rayo saca los colores a Ranieri
El Atlético renunció a la pelota y demostró que así es muy difícil ganar
Tanto revuelo para más o menos seguir igual. No se aprecian diferencias entre el Atlético que pasó por el curso pasado haciendo el ridículo al que ayer perdió ante el Rayo. Hay otros jugadores, con nombres más difíciles de pronunciar eso sí, pero se advierte la misma mediocridad. Hay otro entrenador, otro dibujo, pero el Atlético sigue sin arañar un gramo de buen juego, sin rescatar del bostezo a la grada, sin lograr imponer siquiera el nombre ante los equipos más pequeños. Y lo que es peor, la renuncia de la pelota es intencionada. El Rayo, con lo justito, o sea con un buen futbolista, Luis Cembranos, y un planteamiento inteligente, se llevó los puntos. Y sacó de todas todas los colores a Ranieri, que tuvo que comerse hasta la última letra de sus mensajes previos. Se ponga como se ponga el italiano, ante adversarios como el Rayo o se tiene el balón y se maneja con paciencia, o no hay forma de ganar un partido.Es evidente que éste no es el Atlético que quiere Ranieri, pero lo que sucedió ayer fue consecuencia directa de sus ideas. De frases del corte yo quiero ganar, no tener la pelota, de borrar del vocabulario rojiblanco conceptos como el toque, el pase horizontal y la pausa, de intentar convencer al personal de que los encuentros se ganan en un santiamén, también incluso ante conjuntos de corte reservón. Un robo, un balón profundo, un tiro y ya está, venía a decir Ranieri. Y recordando a su Valencia, cualquiera le llevaba la contraria. Pero el Rayo desmintió a Ranieri. El Atlético obedeció a su entrenador y efectivamente no tuvo la pelota, pero tampoco ganó. Y ciertamente cuesta creer que lo intentara.
ATLÉTICO 0
RAYO VALLECANO 2Atlético: Toni; Chamot, Santi, Gamarra; Pilipauskas, Bejbl (Venturín, m. 70), Valerón, Capdevila (Baraja, m. 46); Correa (Solari, m. 46), Hasselbaink y José Mari. Rayo Vallecano: Keller; Estíbariz, Cota, Clotet, Hernández, Alcázar; Ferrón, Poschi (Pablo Sanz, m.81), Llorens; Luis Cembranos (Helder, m. 73); y Michel II (Bolo, m. 50). Goles: 0-1. M. 41. Luis Cembranos saca un córner desde la izquierda, Toni falla en el despeje y Hernández, solo detrás de él, cabecea a placer. 0-2. M. 49. Luis Cembranos se cuela por la izquierda, cede atrás hacia Ferrón, que fusila. Toni despeja con los pies y Bolo, atento, marca. Árbitro: Ansuategui Roca. Mostró cartulina amarilla a Pilipauskas, Santi, Ferrón y Pablo Sanz. Cerca de 30.000 espectadores en el Estadio Vicente Calderón.
El planteamiento rojiblanco puso al Rayo en el paraíso. Filtrarle al rival que tus pases sólo van a tener una dirección es concederle una ventaja mayúscula. Así, cuando el Atlético conquistaba la pelota, a los rayistas les bastaba con presionar con fuerza sobre el poseedor del balón -que no iba a intentar el regate, ni el apoyo en corto, sólo el pase profundo- y vigilar con extrema atención los desmarques hacia el área de los delanteros -con la ventaja añadida que los pelotazos frontales suelen constituir-. Fue una tarde dulce y tranquila la que vivió el Rayo en asuntos defensivos. Tanto, que Keller, el guardameta, no tuvo que intervenir hasta el minuto 70.
La estrategia del Atlético sólo podía haber prosperado si el rival se hubiese abierto en exceso, arriesgado en sus posesiones y dejado sorprender a la contra. Pero el Rayo estaba tan avisado que nunca le pillaron desprevenidos los robos de balón del Atlético. Movió la pelota desde atrás el equipo de Juande Ramos, de un lado a otro. Y, consciente de las dificultades rojiblancas para sacar jugo de los ataques estáticos, siempre optó por mandar el balón fuera antes que dejárselo birlar.
Desde el arranque se intuyó que el Atlético lo iba a pasar mal. Que toda su suerte iba a estar en manos de algún zapatazo brutal de Hasselbaink o de que algún pase en largo de Valerón, al que más vigilaban los rayistas, ganara la espalda a la zaga rival. Más costaba imaginar que los rojiblancos iban a tener problemas por atrás, donde la inocencia del Rayo anunciaba una jornada de asueto.
Pero hasta por ahí le tocó sufrir al Atlético. Bastó un simple córner para que los rojiblancos se pusieran a sangrar. Luis Cembranos lanzó el balón al segundo palo, Toni se comió el centro y Hernández cabeceó a placer. Un error del portero puso al Atlético en desventaja y demostró la inconveniencia, despreciada desde el club, de fichar un gran guardameta cuando ya se tiene otro en casa. No porque Toni -Ranieri se decidió por él en su duelo con Molina- tenga que contrastar ahora su valía en cada lance, no porque el fallo venga de pronto a poner en entredicho su calidad, sino por el efecto que su presencia en la portería produce en la grada. Una afición que, por otra parte, tiene memoria y corazón, y quiere a Molina. Ahora, cada vez que Toni falle, la gente le pitará, y reclamará a Molina, y convertirá al guardameta titular en un manojo de nervios, le hará tener miedo a la bronca y a la postre lo sacará del partido. Así ocurrió ayer y así ocurrirá probablemente cada jornada. Y si el que jugara es Molina, pues lo mismo. El club le ha provocado un grano gratuito a Ranieri.
También salió de la tribuna el nombre de Juninho, ninguneado por Ranieri, cuando las cosas se torcieron, tras el segundo gol. Marcó el Rayo el 0-2 en una contra sublime, casi perfecta, y dejó sin efectos la corrección táctica del Atlético tras el descanso -abandonó el 3-4-3 que quiere convertir en básico por un 4-4-2 más clásico, con Solari de media punta, Bejbl de pivote y Baraja y Valerón de interiores-. Parecía una marcha atrás del italiano, una especie de venga, apropiaros de la pelota si os empeñáis, pero demasiado tardía.
La sensación del nuevo Atlético es similar a la del viejo. Sin buenos jugadores -los nuevos no demostraron nada- y sin estilo. El proyecto Ranieri nace mal. Con derrota y, peor, con muy mala pinta.
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