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"Hoy es Suker, mañana puedo ser yo"

Mijatovic y el resto de la plantilla, consternados por el despido de su compañero justo un año después de ganar "la séptima"

Mábel Galaz

Davor Suker, de 31 años, se marchó ayer del Madrid por la puerta de atrás, justo un año después de ganar la séptima Copa de Europa y el mismo día en que el club inauguraba la exposición Los Mejores Trofeos de la Historia. El delantero croata firmaba su finiquito y ponía punto final a su historia en el Madrid en un despacho del estadio Bernabéu a la misma hora en que las autoridades de la ciudad y la directiva contemplaban admiradas los 900 trofeos que se apilan en las vitrinas del nuevo museo blanco. Pedja Mijatovic explicaba después en la sede del museo, sito en el estadio: "Hoy en el vestuario parecíamos todos jugadores retirados. Hemos hablado de la Copa de Europa como si fuera algo que hubiera pasado hace muchos años, y sólo han sido 365 días. Hoy es Davor, mañana puedo ser yo o cualquiera. Estamos en una situación muy difícil". Y añadió: "Hoy hace un año salíamos del aeropuerto en un Cadillac; mañana no sabemos cómo vamos a salir".Suker se marchó casi en silencio: "Quiero dar una rueda de prensa para despedirme de todos, pero el club me ha dicho que hoy no puede ser, que ya me avisarán. Me voy con dolor, pero esta guerra no le convenía a ninguna de las dos partes", reconoció desde su coche al salir del Bernabéu. Luego, con rabia, dio un acelerón y se perdió Castellana arriba.

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En la Ciudad Deportiva, sus compañeros tuvieron un recuerdo para él. "No merecía un final así", se lamentó Mijatovic antes de acudir a la inauguración del museo blanco. El delantero montenegrino festejaba ayer el aniversario de su gol en Amsterdam, el tanto que acabó con 32 años de espera del madridismo; y por otra parte decía adiós a su gran amigo Davor.

Lorenzo Sanz se agarró a Suker hace tres años en su primer año presidencial al presentar el equipo diseñado para ganar la séptima Copa de Europa. Era también su primer fichaje. Pero ayer se mostraba algo molesto por tener que hablar ante los periodistas sobre el despido disciplinario del jugador, un hecho sin precedentes en el club. "Le recordaremos con mucho cariño. Estoy triste y contento a la vez. Se va pero hemos llegado a un acuerdo que ha sido positivo para las dos partes".

Suker cobrará todas las cantidades pactadas para este año -su ficha anual neta es de 250 millones- y pagará 300 millones por su libertad. Sanz, a modo de justificación, añadió: "El tiempo nos devora. Pero si nos dejan trabajar con tranquilidad los éxitos volverán".

El despido de Suker (por faltar a tres entrenamientos en siete días y tras denunciar que el entrenador empleaba siempre a un mismo intermediario en sus fichajes) está rodeado de un extraño protocolo. Le abren la puerta de atrás pero el miércoles el presidente del Real Madrid ha anunciado que le impondrá en un almuerzo la insignia de oro y brillantes del club y le regalara una réplica de la Copa de Europa y otra de la Intercontinental, dos de los tres trofeos que el delantero ganó en estos tres años. En la séptima tuvo una buena aportación: 4 goles (dos al Olimpiakos y dos al Oporto). Pero no le dejan decir adiós a su afición en el estadio. "¿Ahora cómo lo hacemos?, ¿cuándo?", se preguntaban ayer los miembros de la junta consultados por El PAÍS.

MacManaman, el primer jugador que Sanz ha fichado para su nuevo proyecto, dejaba hace ocho días el Liverpool de manera bien distinta: entre los aplausos de su afición y disfrutando del pasillo que sus compañeros de equipo le hicieron en el último partido de Liga.

Suker ha confesado a sus más cercanos que si no le dejan hacerlo de manera oficial, buscará alguna forma de pisar de nuevo el césped del que ha sido su estadio durante los tres últimos años. "Aunque sea un partido contra la droga". El último partido que jugó fue ante el Alavés, hace siete jornadas.

Ayer Suker pasó la tarde en su casa (donde tiene una piscina con el escudo del Madrid), acompañado por algunos de sus compañeros de equipo. "Hemos quedado para tomar un café", explicó ayer Mijatovic. "Davor es fuerte y tiene el apoyo de sus amigos", añadió.

Suker ha dejado durante tres años un buen puñado de goles y su innegable clase. Además ha resultado un jugador muy rentable para el Real Madrid. Sanz pagó al Sevilla 900 millones de pesetas por él, cien millones menos que, por ejemplo, por Canabal, ahora jugador del Alavés; o similar inversión a la que hizo para fichar al brasileño Zé Roberto, emigrado poco después al fútbol alemán.

En la exposición del estadio Bernabéu están desde ayer las imágenes de algunos de los mejores goles de Suker, y su nombre figura entre los futbolistas que ya son leyenda del madridismo. Su agente tiene libertad para negociar oficialmente su futuro. Suker quiere jugar en Inglaterra, y la oferta del Fulham es la que más le gusta. Y desde Inglaterra seguirá por el rabillo del ojo los avatares del nuevo Madrid. En la ciudad deja muchos amigos y una casa donde, dice, le gustaría vivir cuando abandone el fútbol.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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