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Imperioso

JUVENAL SOTO Calígula fue una cochambre humana que alcanzó la más alta magistratura de Roma animado por dos propósitos: desvalijar a los ciudadanos y nombrar cónsul a su caballo, un jamelgo que respondía a los estímulos de las zanahorias y al nombre de Incitatus, Imperioso en español. Incitatus desgobernó el imperio asumiendo los títulos de Primus inter pares y de Magister militum.. Como "Primero entre los iguales" llevó la desolación a los ciudadanos romanos, como "jefe del ejército" su única victoria consistió en arrasar a media docena de mejillones varados en una playa de Roma. Después, Incitatus y Calígula convocaron unos juegos, y el hombre fue asesinado por su guardia germánica. Del destino del caballo nada se sabe. Calígula, sin embargo, fue inocente, porque nunca asumió responsabilidad alguna en los desmanes que Incitatus ordenó en su nombre. Jesús Gil es propietario de un caballo que responde al nombre de Imperioso. Como Primus inter pares de Marbella, Imperioso ha elaborado un Plan General de Ordenación Urbana -entre otros planes- que beneficia tan sólo a unos pocos. Como Magister militum, al caballo de Gil le cabe el honor dudoso de haber expulsado a unos cuantos mendigos de Estepona, hasta que su alcalde, Jesús Gil Marín, le rogó al caballo de su padre que dirigiera la embestida contra los mendicantes pa otro lao; o sea, en dirección al mar (Ceuta y Melilla), ya que Imperioso no es jaco que se ande con chiquitas. Entre tanto, las mafias y otras tribus bárbaras campean por Marbella al tiempo que un mozo de briega, Petrus Román, incrementaba su patrimonio personal incluso con los tenedores del Marbella Club. ¿Tanto? Tanto que la Fiscalía Anticorrupción decidió investigar lo que era un secreto voceado. Petrus puso fincas de por medio entre el Ayuntamiento y su persona, dejando a Imperioso la facultad de querellarse, recusar a jueces, ningunear a fiscales y pedir amparo al Defensor del Pueblo. Petrus ya ha salido de la cárcel. Las alegrías nunca vienen solas: también el centurión jefe de la tristemente famosa policía municipal de Marbella puso su cargo a disposición de Imperioso, que asumió para sí la gorrilla de plato, el pito y la porra decidido, como su homónimo romano, a limpiar de conchas finas y camarones el litoral de Puerto Banús. Así las cosas nostras, las gentes de peor lengua sostienen que el final se acerca, por más que Imperioso continúa atiborrándose de pienso en sus cuadras del Club Financiero; y su amo, de antibióticos en la habitación del hospital que sustituyó al presidio. Augures y pitonisas que pegan la gorra en el verano de Marbella ya predicen el futuro del próximo anfitrión, porque en sus bolas mágicas hay un perfil de rejas que impide ver el porvenir de un Imperioso pastando por los campos de golf. No sé yo. Cuanto Tiberio Franco Bahamonde pescaba atunes, al amo de Imperioso se le derrumbaron los Ángeles de San Rafael. Nada. El patrón del caballo fue indultado, y hételo aquí, parapetado en su rocín, ejerciendo de querellante, de alcalde de Marbella, de presidente del Atlético de Madrid, de aspirante a las plazas de soberanía africanas, de puteante de fiscales y en libertad bajo fianza. ¿Será el derrumbe del Imperio marrano?

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