10 años
Según el famoso tango, diez años es la mitad de nada y, por lo tanto, sólo medio tango. Pues medio tango, media nada promete durar el PP al frente del Gobierno y no tengo motivos serios que oponer a esa prevención, tal como está el patio de la oposición, donde no llueve ni se moja como los demás. Desgastado Almunia, hacia el desgaste Borrell, vacías las sillas de los dos Ausentes, caliente la de Felipe González, a medio enfriar la de Javier Solana, el PSOE paga el precio de su bunkerización a causa de los GAL y de una rijosa organización que sólo ha demostrado inusual eficacia anulando el efecto Borrell. Para mayor galimatías, ahí está, ahí está la desconcertante estrategia vasca de los socialistas, que tratan de ganar en Euskadi las elecciones autonómicas de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, asumiendo un españolismo a lo Marquina: los españoles, donde no llegamos con la mano / llegamos con la punta de la espada. Triste sino el de este país, gobernado por las derechas desde la formación de sus primeras hordas, evidente que Indíbil y Mandonio, ilerdenses, pertenecían a la derecha, es decir, a la mayoría natural, como Vidal-Quadras y Piqué o Pujol y Samaranch, representantes de un mismo modelo de horda que ni se ha creado ni destruido, simplemente transformado. Triste sino el de este país donde sólo las izquierdas se autodestruyen, porque se saben excesos experimentales que ni siquiera pueden plantear cambiar el modelo de horda sin provocar una reacción contundente de Álvarez Cascos, del Fondo Monetario Internacional, quién sabe si hasta de la OTAN. Cuando gobernaba el PSOE teníamos la esperanza de que Felipe González supiera quién era Bertolt Brecht y de que en su fuero interno reconociera que el capitalismo a veces se pasa. Diez años. Casi toda mi esperanza de vida. Toda mi esperanza de historia.
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