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GESTIÓN

El Ayuntamiento diseña un museo de Artes y Tradiciones Populares en una corrala de Lavapiés

En septiembre de 1997, la policía obligó a desalojar la vieja corrala del número cinco de la calle de Arniches, en el corazón del Rastro. El edificio se encontraba en estado de ruina y los 20 quincalleros que aún vivían allí tuvieron que abandonarlo. El Ayuntamiento lo compró por 70 millones y ahora se apresta a rehabilitarlo para convertirlo en sede de un museo: el de Artes y Tradiciones Populares, que actualmente encuentra acomodo en la Universidad Autónoma. El municipio ya ha redactado el plan que ilustra qué aspecto tendrá en el futuro la vieja corrala que se venía abajo.

Cuando los policías echaron a los quincalleros de la corrala que había sido su vivienda y su almacén durante muchos años, el patio del edificio, lleno de objetos provenientes de El Rastro, tenía un aspecto de museo. El año que viene, si se cumplen los planes del Ayuntamiento, el museo será de verdad.Según el anteproyecto que ya está en manos de Gerencia de Urbanismo, que encargó un proyecto definitivo el pasado jueves, el museo tendrá dos plantas y un sótano. En éste se ubicará un vestíbulo de acceso a un salón de actos con capacidad para 200 personas y un conjunto no determinado de aulas que se extenderán a lo largo de 144 metros cuadrados. La primera planta albergará el guardarropa, las taquillas y una sala de exposiciones temporales de 530 metros cuadrados, además de la biblioteca y la hemeroteca; en la segunda se ubicará otra sala de exposición y las oficinas.

El patio de la corrala, el elemento más característico del edificio, según se explica en la memoria, servirá como sala de espera, vestíbulo y lugar de exposiciones al aire libre.

En total, la superficie del inmueble alcanza los 2.530 metros cuadrados, de los que el 80% se dedicarán a albergar dependencias del museo. El resto servirá para ubicar elementos de la Universidad Autónoma.

Los técnicos municipales apuntan que la obra costará cerca de 400 millones de pesetas y que todo correrá a cargo del Ayuntamiento. Los trabajos comenzarán, según los mismos técnicos, el año que viene.

La directora de este centro, Guadalupe González Hontoria, se muestra ahora sumamente satisfecha con la nueva sede. No es para menos. Desde la creación de esta colección, hace 25 años, sus más de 6.000 piezas se reparten entre varias aulas de la facultad de Filosofía y la de Derecho de la Autónoma.

En total, el museo tiene a su disposición 1.000 metros cuadrados que distan 17 kilómetros de la capital: otro de los grandes inconvenientes que ha tenido el centro para su difusión. "Llevo años detrás de un nuevo local, intentando llegar a Madrid. Aquí estamos muy mal instalados. Esto es como un almacén visitable", comenta jocosamente la directora, que además es profesora de Tradiciones Populares en esta universidad. Sin embargo, hace unos años González Hontoria descartó la posibilidad de trasladarse a Lavapiés. "Entonces pensaba que la Corrala era pequeña y que habría que esperar mucho tiempo. Pero, en vista de que no hay más posibilidades, me parece una buena opción". Según la directora, el traslado se formalizará dentro de tres años.

González Hontoria no es sólo la directora del Museo de Tradiciones Populares. Es también su fundadora y la que se ha ocupado de comprar con dinero de su bolsillo todas sus piezas. "Yo tenía una colección en casa y la doné a la Universidad. He recorrido dos millones de kilómetros detrás de los fondos", comenta. A la pregunta de cómo se financia el museo, González Hontoria es sumamente clara. "¿Dinero? No hay dinero. Yo compro las cosas y ellos [la universidad] nos dan la infraestructura". En el museo de Tradiciones Populares trabajan dos personas: la directora y un ayudante. Tienen además tres becarios y 8 o 10 estudiantes de prácticas.

"Ahora esperamos institucionalizarlo, que nos ayuden las comunidades autónomas", explica González Hontoria. Debido a su lejana ubicación, dice la directora, el número de visitas que recibe el museo al año es bastante bajo. Tiene 7.000 visitantes, la mayoría de miembros de grupos escolares o de la tercera edad.

Hasta ahora, las piezas del Museo de Tradiciones Populares se ordenaban en salas que atienden a diferentes materias (en la nueva sede el orden lo marcará la comunidad autónoma de la que provenga cada objeto). Así, una parte corresponde a los ciclos de la vida: nacimiento, infancia, matrimonio y muerte. Hay sillas parteras, cunas, trajes regionales nupciales, las flores y panes de las bodas (a los que sustituyeron las tartas). Los cirios y las flores hablan también de las costumbres en relación con la muerte.

Otra de las salas está dedicada a las diferentes fiestas del país. Se empieza por la Navidad y se recorre así todo el año con objetos de todo tipo relacionados con estos festejos. Otras aulas están dedicadas a la casa, a los textiles o a los utensilios que se requerían antaño en las labores domésticas.

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