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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Duran Lleida y la teoría del número dos

EN CONVERGÉNCIA i Unió (CiU) se libran escaramuzas por la sucesión de Jordi Pujol. No son todavía una batalla en regla, sino un tanteo. La dirección de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) dispone de sondeos de opinión que muestran que su principal dirigente, Josep Antoni Duran Lleida, es el político de CiU mejor valorado por la opinión pública catalana después de Pujol. En estos sondeos, que Pujol conoce, Duran lleva una ventaja más que notable sobre el pelotón formado por los dirigentes de Convergència. Algunos dirigentes de Unió Democràtica han propuesto que Duran ocupe en la coalición el puesto que le corresponde por la valía política y aceptación social que le atribuyen. Ese puesto sería el número dos en la candidatura que Pujol encabezará en las próximas elecciones autonómicas. Algunas voces del pelotón convergente se han alzado de inmediato para descalificar rotundamente a Duran y para asegurar que nunca el número dos de CiU corresponderá a Unió.

En el pasado, nunca había sido de especial interés político quien ocupaba la segunda plaza en la candidatura electoral de Pujol. Ya se sabe que donde hay patrón no manda marinero, y si algo distingue al modo de ejercer el mando de Pujol es precisamente que donde está él oscurece al resto. De manera que la única forma de conseguir un perfil político propio que han tenido sus colaboradores ha sido trabajar lo más lejos posible de él. Miquel Roca, en Madrid. Duran, fuera del partido de Pujol, marcando constantemente distancias.

Pero el tiempo también es un factor político, y aunque los 68 años de Pujol y los 18 que lleva gobernando no son un motivo de jubilación -hay otros ejemplos en Europa de ello-, es muy difícil que mejore los resultados electorales que en 1995 le dejaron en minoría en el Parlamento catalán. Muchos prevén a medio plazo una etapa política en Cataluña más fluida que la actual, y para esa etapa hay en CiU bastantes aspirantes a tener un papel destacado. Pero no hay un número dos de Pujol. No ya sólo para la lista electoral, sino como delfín. Y, sobre todo, no hay después del forzado mutis de Roca nadie que se atreva a reclamar abiertamente esa plaza. Todos los aspirantes esperan agazapados a que llegue el momento indicado para dar el paso al frente.

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La particularidad del envite lanzado por Unió es que mientras Roca reclamaba para sí la progenitura de Pujol, ahora quien la pide es un partido, Unió. Poner a Duran como número dos de Pujol equivaldría a insinuar que a largo plazo el futuro de CiU es Unió. Algo, por supuesto, inaceptable para los aspirantes de Convergència. Pero, planteadas así las cosas, lo más probable es que el rechazo a la propuesta lanzada por Unió sea encajada por este partido como un injustificado castigo.

Pujol tendrá que hacer encaje de bolillos para evitar que se abra un profundo foso entre los dos partidos. Una de las maneras de evitarlo es conseguir que la propuesta lanzada en agosto a través de los medios de comunicación a modo de globo sonda no sea formalmente sometida al comité de enlace que dirige la coalición.

Pero Duran ya ha dicho que nunca le habían tratado desde la oposición como estos días se le ha tratado desde Convergència, y que ya nada podrá ser como antes.

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