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La ley de la jungla

MANUEL PERIS Los sindicatos han vuelto a lanzar la voz de alarma sobre el aumento de la siniestralidad laboral. Con apenas unos días de diferencia se producía el desplome de una finca en el barrio de Patraix en el que fallecieron dos trabajadores y otros cinco resultaron heridos y un accidente en el viaducto de Contreras en el que murió un trabajador aplastado por una plancha de hierro y otro quedó gravemente herido, mientras en Almassora un camionero fallecía al quedar atrapado entre su vehículo y una carretilla elevadora mientras efectuaba trabajos de carga y descarga. Son los últimos accidentes laborales y los más próximos, porque según los datos del Gobierno todos los día mueren en España tres personas en accidentes de trabajo. El sindicato Comisiones Obreras denunció el aumento de los accidentes de trabajo en la Comunidad Valenciana durante el pasado año. Lejos de haberse tomado medidas correctoras, las cifras de accidentes laborales durante el primer semestre del año han vuelto a arrojar un negro balance: la siniestralidad laboral ha aumentado en un 28 por ciento. Comisiones ha acusado al Gobierno de Zaplana de ser insensible a los accidentes de trabajo. La acusación tiene un doble fundamento, por un lado porque al Consell le corresponden las competencias en materia de inspección y de salud laboral. Y por otro porque la Administración es en cierto modo la primera empresa constructora de la Comunidad. Un día antes del terrible accidente de Contreras el sindicato había remitido un escrito al ingeniero responsable de seguridad en las obras de los viaductos denunciando que "los horarios mínimos por trabajador son de ocho de la mañana a 21.30 horas" y que "en algunas ocasione se trabaja hasta las tres de la mañana del día siguiente al del inicio de la jornada". Es decir que para la construcción de esta autovía del Estado se están realizando jornadas mínimas de doce horas y en algunas ocasiones de hasta 19. En la denuncia sindical se advertía que aumento de las horas extraordinarias, con una media de 300 horas por hombre y mes, era una cifra inadmisible que "incrementa la posibilidad de accidentes laborales". Al día siguiente la posibilidad se convirtió en suceso. Pese a la magnitud de la obra en Contreras no hay delegados de empresa ni de prevención, según los sindicatos, porque son plantillas muy eventuales. "Aquello es una jungla de subcontratas", afirmaba un sindicalista para referirse a la siniestra cadena de contratas, subcontratas y nuevas subcontratas de las subcontratas. Una cadena de empeoramiento de las condiciones de trabajo y de generación de plusvalías para los distintos intermediarios. Y si este negro panorama sucede en la obra pública, que se supone más controlada e inspeccionada, ¿qué no estará sucediendo en la construcción privada con obras como la de Patraix en la que estaba previsto rehabilitar el edificio en dos meses empleando a doce trabajadores y se presenta un presupuesto oficial de 700.000 pesetas? Con leyes que favorecen la contratación en precario, en una situación en la que el despido es prácticamente libre y el trabajador no tiene siquiera la posibilidad de plantarse, con poca inversión en formación, sin una voluntad por parte del Gobierno de hacer cumplir la ley de prevención de riesgos laborales, con jornadas prolongadas bajo los focos de luz artificial y sin medidas inspectoras que atajen la sangría de accidentes, el mercado laboral en el sector de la construcción se está convirtiendo en un mercado de esclavos donde no impera más que la ley de la jungla, la del capitalismo salvaje.

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