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El futuro, las ideas y Gary Hart

Enric González

CDC hierve de ideología. El sábado fue el secretario general, Pere Esteve, quien teorizó sobre la modernidad de las ideas nacionalistas, la compatibilidad de la soberanía y la bondad de algo tan inasible como el "centro radical". Los militantes tuvieron ocasión ayer de escuchar, además de a Jordi Pujol, a oradores de ideas novedosas -el profesor y político italiano Giorgio La Malfa-, de ideas distintas -el socialista Joaquín Leguina- y, caso aparte, a Gary Hart. El ex senador estadounidense y ex aspirante a la candidatura del Partido Demócrata para la presidencia, cuya carrera política se vio truncada por la fotografía de un instante feliz (el instante feliz se llamaba Donna Rice y se sentaba sobre sus rodillas), constituía una de las grandes atracciones de la reunión convergente. Sin Donna Rice, Hart es ahora poco más que un desafortunado precursor de Bill Clinton (en más aspectos que el simple pragmatismo ideológico) y un adinerado asesor en cuestiones internacionales. Pero dotó a la cita de Sitges de pedigrí internacional y de un cierto morbo. Gary Hart habló de las perspectivas mundiales para el siglo XXI, y no fue mucho más allá de las obviedades que suelen recitarse como mantras desde la caída del muro de Berlín: fragilidad de las ideas frente a la fortaleza de la realidad económica, globalización, sociedad de la información, confrontación Norte-Sur, etcétera. Abundó en la necesidad de que los Estados cedan soberanía a nuevos organismos supraestatales, desde juzgados internacionales a organizaciones de comercio, y subrayó la necesidad de articular el edificio mundial sobre un concepto renovado de solidaridad. Solidaridad y soberanía fueron dos conceptos muy citados en Sitges. Pero hubo muchos más en una Escuela de Verano muy alejada de aquellos seminarios de afirmación nacionalista de antaño. CDC considera que ha ganado ya el presente y está encantada con el futuro. Para constatarlo, bastaba acercarse a la pequeña librería instalada junto a la sala de actos. Se vendían senyeres, claro, pero el material bibliográfico se centraba en la revolución de la informática (desde Bill Gates a Joan Majó), la diplomacia, la construcción europea, las nuevas ideas en política y economía...

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