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Reportaje:

Vacaciones en la Luna

La cadena Hilton planea levantar un hotel en el satélite terrestre para el próximo milenio

Isabel Ferrer

El hallazgo de agua en la Luna no sólo abre nuevos horizontes a una posible colonización humana del satélite de la Tierra. Expresiones tan cotidianas como «estar en la Luna», o incluso «pedirla», perderán su sentido original. Disfrutar de una sorprendente luna de miel matrimonial, por el contrario, cobrará nueva fuerza. Si las firmas hoteleras dispuestas a edificar en su superficie superan dificultades como la falta de gravedad, reservar allí una habitación con vistas a la Tierra puede ser un hecho en el próximo milenio. Hilton International, la compañía dueña de varios de los hoteles más lujosos del mundo, cuenta ya con un proyecto propio. Denominado Hilton Lunar, contará con 5.000 habitaciones, una playa, restaurantes, iglesia, hospital y hasta colegio. El complejo, de 325 metros de altura y parecido a una estilizada carpa circense, estará cubierto de tejas refractarias para evitar la acción del Sol. Dos enormes paneles solares proporcionarán la energía suficiente para la vida. Las reservas de hielo recién descubiertas cubrirían el abastecimiento general de agua potable.

«El turismo lunar está a punto de despegar. Tal vez nos hayamos adelantado, pero mucha gente querrá veranear en la Luna si el entorno es apetecible», ha dicho Peter Inston, el arquitecto británico elegido por Hilton para diseñar el hotel del futuro.

Para que no falte nada, múltiples animales de granja disfrutarán de un tibio hogar en la cúpula del edificio. En cuanto a los intrépidos huéspedes, si el viaje galáctico les parece poca aventura, podrán ir de excursión en autobuses lunares. En el interior, la diversión está garantizada desde el primer paso. Calzarse un zapato magnético o con pesas para contrarrestar la falta de gravedad ambiente provocará más de una sonrisa. En las habitaciones, todas presurizadas y con baño, las vistas inolvidables serán de rigor. La casa Hilton reconoce que no puede fijar una fecha para la apertura del más singular de sus locales. «Es aún un proyecto, pero tecnológicamente posible. Dentro de 25 o tal vez 50 años resultará normal hacer turismo extraterrestre», aseguran sus portavoces. Peter George, presidente de Hilton International, es más rumboso. «Un día habrá hoteles en la Luna y ser los primeros forma parte de nuestra tradición empresarial».

La compañía ha pedido consejo a la NASA para salir airosa de la parte más delicada del intento. El transporte de pasajeros y materiales de construcción y suministros constituirá uno de los escollos que la ayuda de la administración espacial norteamericana podría salvar. Inston, veterano diseñador hotelero con edificios como el Intercontinental de Estambul o el propio Hilton de Santa Lucía, la isla caribeña, quiere tomarse un año sabático para trabajar sólo en este proyecto.

No es el único. Según el rotativo británico The Sunday Times, otras tres firmas japonesas planean edificar también lujosas estaciones lunares. Shimizu y Nishimatu Construction Corporation patrocinan la idea de instalar edificios hinchables en la superficie del satélite. La primera ofrece pistas de tenis y campos de golf, todo un reto estos últimos por la abundante cantidad de agua necesaria para mantenerlos. Escargot City es la ciudad caracol propuesta por la otra. Tendría 10 torres también hinchables en forma de concha revuelta, como la cargada por el entrañable molusco gasterópodo. Obayashi, otra compañía nipona, perfila a su vez los detalles de una comunidad lunar estable de 10.000 miembros con granjas para alimentarse.

Dos astrónomos de renombre en el Reino Unido, Richard Ellis y John Peacock, aceptan la posibilidad de la presencia permanente del hombre en la Luna. Ellis prevé el asentamiento de colonias porque constituirán la última barrera que el hombre puede traspasar. Peacock, no obstante, lo considera todavía demasiado caro.

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