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El ahorcado era inocente

Revocada 46 años después la condena de un marino somalí por un crimen que no cometió

Isabel Ferrer

"Lo más parecido a un linchamiento por motivos raciales que he visto". Así ha definido el abogado británico Rhodri Morgan el error judicial que en 1952 llevó a la horca en la cárcel de Cardiff a un inocente, Mahmood Hussein Mattan, marino mercante somalí de 28 años. Condenado a muerte por el asesinato de una prestamista, la policía fundó sus investigaciones en la declaración de un solo testigo ocular. Casi 50 años después, el Tribunal de Apelación de Londres ha necesitado unas pocas horas para calificar dicho testimonio de poco fiable y anular la sentencia anterior. El caso ha sentado un precedente legal en el Reino Unido. Mattan es la primera persona cuya condena es invalidada; su fama, devuelta, y sus derechos, reconocidos de esta forma en el país.La revisión judicial ha sido posible gracias al tesón y paciencia de Laura Mattan, la muchacha galesa con la que Mahmood se casó en 1945. Ella había cumplido entonces 17 años y el odio racial de sus vecinos obligó a la pareja a vivir en casas separadas en la misma calle de Tiger Bay, un barrio del puerto de Cardiff. "Él es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero me decían que había avergonzado a todo el pueblo con la boda", ha recordado su viuda, enferma de cáncer. Dos de sus cuatro hijos, Omar, de 48 años, y Mervyn, de 46, aplaudieron el pasado martes en la sala de vistas mientras los jueces reconocían el fallo cometido con su padre.

El 6 de marzo de 1952, día de autos, Mahmood Mattan había liquidado sus cuentas con una acería galesa. Sus conocidos le tenían por un hombre tranquilo y amante de apostar a los galgos en el canódromo. Nadie le había visto nunca cometer un acto violento. A Lily Volpert, la prestamista de 42 años asesinada en su tienda del muelle, le cortaron el cuello antes de robarle. De la caja registradora faltaban 100 libras (unas 25.000 pesetas) cuando la policía levantó el cadáver. Como era soltera y estaba sola, la imagen de una mujer blanca degollada por un hombre negro no tardó en cobrar cuerpo como la explicación más razonable del horrendo crimen.

La descripción del presunto asesino proporcionada a los agentes por Harold Cover, el único testigo, coincidía con la de otro varón, también somalí. Éste, Tehar Gass, fue incluso interrogado en comisaria, pero puesto en libertad sin cargos. En 1954 sí acabaría en la cárcel después de apuñalar a un funcionario. Considerado como un demente por los médicos, sería deportado al final a su país de origen. Mattan corrió peor suerte. Clamó por su inocencia y otro tanto hizo su familia, que le visitó a diario en la prisión. Sin embargo, durante los tres días del juicio, celebrado hace 46 años, todas las pruebas ahora revocadas convencieron al jurado de lo contrario. En la nueva sentencia, el Tribunal de Apelación ha tenido en cuenta dos datos muy significativos.

El testigo Cover identificó al acusado después de que la familia de la víctima ofreciera una recompensa de 200 libras (unas 50.000 pesetas). Dicha suma bastaba para comprar entonces una casa en Cardiff. Uno de los detectives asignados al caso, además, sabía que la descripción del supuesto asesino no encajaba con la figura del detenido. Nada de todo ello llegó a oídos del jurado. Harold Cover, que tiene 78 años, estaba en la sala cuando los jueces lamentaban el error cometido con Mattan. Condenado a su vez en el año 1969 por el asesinato frustrado de su propia hija, ha negado siempre haber matado él a la prestamista.

Cuando Cover fue juzgado, la familia Mattan solicitó sin éxito una revisión del caso al Ministerio del Interior. La viuda no ha podido olvidar cómo acudió un día a ver a su marido para toparse con la cárcel cerrada y una escueta nota colgada en la puerta. "Decía que Mahmood había sido ejecutado ya. Ni siquiera pude despedirme. Pensé que detendrían a tiempo al verdadero culpable", ha reconocido ahora. Bernard & Lynne de Maid, el despacho de abogados de Cardiff que ha llevado la apelación, supone que las prisas de la policía por resolver un crimen tan conflictivo "entorpecieron la investigación misma".

Abolída en 1966 la pena capital en el Reino Unido, a los Mattan sólo les queda un consuelo. Esperan recibir una indemnización que compense casi 50 años de desespero al saber que fue colgado un inocente.

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