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MOTOCICLISMO GRAN PREMIO DE ESPAÑA

Crivillé se desmelena en Jerez

El español suma su quinto triunfo, primero del año, tras dominar de principio a fin ante la impotencia de Doohan

Fue el día C, de Crivillé. Apoteósico. El piloto español ganó el Gran Premio de España de 500cc de la mejor manera, contra el mejor de los rivales y en el mejor de los escenarios. Derrotó con suficiencia al tricampeón mundial Mick Doohan. Ganó en Jerez, la catedral del motocilismo, ante unos 150.000 fieles que gozaron con su exhibición, con el Rey a la cabeza. Don Juan Carlos se, abrazó al noi de Seva cuando el piloto subió al escalón más alto del podio.Crivillé sumó ayer su quinto triunfo en la categoría reina. Como todos los anteriores, resultó significativo. "No se puede pedir más", reconoció el actual número dos del mundo después de una demostración que le coloca en el camino del número uno. Fue la primera victoria de la temporada para Álex, tras quedar segundo, detrás de Doohan, en las dos carreras anteriores del campeonato.

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CRIVILLÉ SE VENGÓ DE DOOHAN.

"Estoy flotando", explicó Crivillé, que bajó de la moto temblando de la emoción y todavía con el rostro contraído por la concentración máxima con la que abordó y disputó una carrera tan importante para él. "Todo ha salido perfecto", prosiguió. "Había pensado en esta estragegia, tirar al principio y destacarme, pero nunca creí que lo conseguiría tan bien".

El planteamiento del piloto de Seva fue minucioso. El escenario y el guión soñados se hicieron realidad. Nunca más Doohan podrá decir que su delfín es un conformista, que no se atreve a tirar, que se aprovecha de su esfuerzo para atacarle al final. Desde ayer, el rey australiano ya sabe lo que el resto intuía. La era Crivillé está a punto de empezar, si no lo ha hecho ya.

El piloto español arrancó mejor que nunca. Partiendo desde la tercera posición de la parrilla de salida, atacó la primera curva como líder de la carrera. Ya no abandonó la hegemonía hasta encontrarse con la bandera a cuadros como triunfador. Veintisiete vueltas, más de 119 kilómetros, 47 minutos y 30 segundos. Todo este tiempo la moto número dos fue la que enseñó el colín al resto de los notables de la categoría reina del motociclismo mundial.

Ni Doohan; ni el tercer miembro de la escudería Repsol-Honda, el japonés Tadayuki Okada; ni el cuarto, el también japonés Takuma Aoiki. Vaya día, por cierto, para los colores de la petrolera española, que acabó colocando a sus cuatro pilotos en las cuatro primeras posiciones. Tampoco los hombres de la escudería de Sito Pons, Carlos Checa y Alberto Fluig, que se fueron por los suelos prematuramente. Nadie pudo seguir el ritmo de Crivillé.

Mediada la carrera, el piloto catalán ya había sentenciado. Se escapó sin misericordia. No iba a dejar que nadie estropeara otra vez su gran día. Tenía una cita con el destino, para borrar la decepción del año pasado, cuando se cayó en la última vuelta, después de haber dominado la carrera, tras la invasión de pista de los espectadores.

Las celebraciones

Era, además, jornada de celebraciones: su décimo aniversario en el Mundial. Como estuvo a punto de hacer en abril de 1987, cuando debutó también en Jerez, a lomos de una Derbi 80cc, el muchacho de Seva puso patas arriba el circuito. "Es una pasada", reconoció. "Tenía la presión de ganar y lo he logrado. Ahora tengo incluso más claro que puedo pelear por el campeonato de 500cc".

En el Mundial, Crivillé sigue siendo segundo, pero ha recortado a cinco puntos la desventaja respecto a Doohan, que ayer sufrió para conquistar la segunda posición. Después de las tres primeras carreras, el campeón y el aspirante aparecen como únicos candidatos al título mundial. Su colega Okada, tercero en Jerez, es también el tercero del Mundial. El gran duelo vivirá su siguiente episodio en Mugello (Italia), el 18 de mayo.

La celebración de Crivillé y de su novia, Anna Nogué, que se abrazó ayer a medio mundo, contrastó con la decepción que vivió la otra punta de la cabeza bicéfala del motociclismo español. Sito Pons vivió su peor día desde que es propietario de la escudería MoviStar-Honda. Sus esperanzas rodaron por el suelo junto con Checa y Puig. El primero se cayó en la sexta vuelta, cuando era segundo a la estela del líder Crivillé, y el segundo le imitó tres giros más tarde. Sete Gibernau (Yamaha), en cambio términó noveno

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