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El nuevo Norman no sabe nada del 96

Carlos Arribas

Greg Norman fue otro que dijo basta. Punto y final. "No hablaré más de mi desastre del año pasado". Pero al australiano que perdió ante Nick Faldo una ventaja de seis golpes el último día del 96 le encanta contar su vida. No habló de su desastre, pero sí de cómo lo había superado para convertirse en un nuevo Norman, otra vez favorito para ganar el torneo que más anhela, el Masters que le ha permitido sólo ser tres veces segundo, el Poulidor de Augusta. Y como todo en Estados Unidos su solución tiene un nombre propio.

Tony Robbins es el nombre del gurú que le ha transformado. Un hombre del clan Clinton que ha trabajado con Andre Agassi y los nadadores olímpicos norteamericanos; que ha estado con altos cargos del Gobierno y con el ejército para motivar a la gente, para reforzar sus sentimientos positivos. "No es un psicológo", dijo Norman. "Es un motivador". Norman explicó que oyó hablar de él porque dio un seminario con su admirado Pat Riley, el entrenador que ha hecho líder de la NBA al Miami Heat. "Sólo he tenido una sesión de trabajo con él. Todo fue mi sencillo. Básicamente, se dedicó a recordarme quién soy yo y lo bueno que soy, porque había llegado a olvidarlo".

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Toda la teoría, se supone, necesita de una confrontación con la realidad. Nada mejor, entonces, que esperar a ver qué pasa a partir de hoy en los greens de Augusta.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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