_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Prosinecki evitó el asalto

Decía González de Caldas que con él no iban los pañuelos, ni los gritos, ni la indignación que ha invadido el Sánchez Pizjuán. Que las protestas tienen otros destinatarios, el técnico y los jugadores, el masajista, el que cuida el césped. Cualquiera menos él, tan inocente, tan sordo. Ayer el público le recordó que no se entera. Que miente. "¡De Caldas, dimisión!", gritaban 35.000 gargantas. El asunto se complicó cuando se acercaba el pitido final y las gradas bramaban a la vista del empate que dominaba el marcador. Los más encrespados se fueron acercando al palco. Con ganas, quizá, de tomarlo al asalto. Pero Prosinecki, en el día de su cumpleaños, el 28, se sacó un golazo de la manga y evitó la asonada. Pero lo que no evitará es que De Caldas abandone, no sin antes visitar al otorrino.El consejero rebelde. La facilidad con la que De Caldas acumula enemigos sorprende. Los tiene incluso en el palco. Uno de sus consejeros, Rafael Carrión, abandonó unos instantes la zona noble para unirse al público, sacando solidariamente el pañuelo y pidiendo a su jefe que deje en paz al sevillismo.

Herminio quiere irse. Los hay más prestos en el arte del abandono. Por ejemplo, Herminio Menéndez. Hace una semana tomó posesión de su nuevo puesto como director general del Sevilla. Y ya quiere irse. Porque está harto. O quizá asustado por lo que ve y oye allá.

La Copa, en Riazor. La jugada no le salió finalmente del todo bien a Lendoiro. La estrategia del presidente del Deportivo, una vez consiguió que el choque ante el Barcelona se jugara en Riazor, era que el partido de sanción que pesaba contra su estadio se cumpliera en la Copa ante el Sevilla. Había señalado El Ferrol como plaza. Pues no. La Federación comunicó ayer al club gallego que el encuentro del próximo jueves debe jugarse en Riazor.

El peor debú de la historia. Pero para lágrimas las de Konrad, del Zaragoza. Porque 15 segundos después de saltar al césped del Calderón tuvo que irse a la red a recoger el primer disparo, el que inició un bombardeo indiscriminado. Y de una exagerada puntería. Al austriaco se le quedará grabado el día de ayer, el de su debut, el del desastre. Cinco recados le mandaron los atléticos, y los cinco, goles, con el hombre pensando qué extraño delito le llevó al infierno.

Al Valladolid, ni de penalti. No parece ser motivo de satisfacción que le señalen a uno un penalti cuando el Valladolid está enfrente, con César bajo los palos. A Kodro le paró uno; a Martins, ayer, otro. No le han pitado más en contra.

Aimar, a la espera. El Logroñés-Espanyol tuvo un protagonista de excepción. A distancia, eso sí. Porque Carlos Aimar es el máximo candidato para sustituir a Arispe en el banquillo del Logroñés. Pero también lo es para hacer lo propio con Carcelén en el del Espanyol, en vista de que el cese parece estar al llegar. Y más tras la derrota de ayer. Aimar, de momento, guarda silencio. Lógico. Algo caerá.

Depende de Buyo. El Madrid ya ha dado su visto bueno. Le ha dicho al Espanyol que acepta la cesión de su guardameta Buyo hasta el final de temporada. Ahora todo depende de que mañana el cancerbero gallego, reacio a abandonar el Madrid, cambie de postura y acepte la oferta periquita. El Espanyol le necesita, sobre todo tras la lesión de mano sufrida por su portero titular, Toni.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_