"Sería incapaz de dirigir la caja con el pacto PP- CC OO"
Jaime Terceiro Lomba (Pontevedra, 1946) ha ocupado la presidencia de Caja Madrid durante casi nueve años. El pasado martes presentó la renuncia al cargo, tras haber perdido. el apoyo de la actual mayoría en el Consejo de Administración, gracias al pacto suscrito entre el Partido Popular y Comisiones Obreras el pasado día 6. Terceiro había obtenido el quinto voto unitario de confianza en octubre de 1995. Esa unanimidad era la condición expresa que este ingeniero aeronáutico y catedrático de Análisis Económico puso a los populares para aceptar la reelección. Pero la tregua duró poco. Después del triunfo del PP en las elecciones legislativas, las presiones para que dejase paso a Miguel Blesa, amigo personal de José María Aznar, arreciaron. Rodrigo Rato le ofreció la presidencia de Iberia como una salida digna. Pero él rechazó el ofrecimiento y ha preferido hacer mutis, una vez comprobado que la nueva mayoría permitía realizar una transferencia sin vacío de poder. Ahora se centrará en su cátedra de la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense y en la Academia de Ciencias Morales, en la que pronto leerá su discurso de incorporación.Pregunta. ¿Por qué han pedido su cabeza?
Respuesta. No hay que dramatizar. Pío Cabanillas contestó en una ocasión: "Será porque la necesitan para usarla". Yo, que no tengo la cabeza de mi amigo Pío, debo contestar: "Porque han decidido utilizar la de otro".
P. ¿Cómo describiría el proceso que le ha llevado a la dimisión?
R. Como algo normal en estas instituciones. Durante los que he estado aquí el nueve anos consejo me ha apoyado por unanimidad. Sin embargo, ahora se ha constituido una nueva mayoría, suficiente para realizar un relevo. Esta nueva situación se me comunicó el viernes 6. Tanto la decisión como el proceso que se ha seguido me parecen lógicos y éste es, además, el mecanismo por el que las instituciones de esta naturaleza tienen que regirse.
P. Pero ha dado la sensación de que usted se ha aferrado al sillón hasta el final.
R. Los hechos y acontecimientos demuestran lo contrario. En octubre de 1995 hubo consenso y el Consejo me eligió por unanimidad y yo acepté después de pensármelo mucho. Y en esa confianza seguí, sobre la base de compromisos ciertos de permanencia, que luego se alteraron. Les aseguro de forma rotunda que cuando la nueva mayoría me confirmó el apoyo a otro candidato, convoqué el consejo para presentar mi renuncia. Hasta entonces mi responsabilidad era garantizar que no hubiera un vacío de poder.
P. ¿Cuál es el hecho que cambió el sentido del voto de IU y CC OO?
R. En lo que me consta, la firma del pacto es un elemento determinante.
P. ¿Qué opina del pacto de CC OO con el PP?
R. No voy a entrar en el contenido específico. Sí quisiera, en cambio, hacer tres consideraciones. En primer lugar, que la firma de un documento por el secretario general de un partido político, que regula aspectos tan concretos como la política de nombramientos y de retribuciones de una institución financiera, no me parece de recibo. En segundo lugar, yo no lo habría firmado nunca, sencillamente porque no me sería capaz de dirigir la caja con esos condicionantes. Y en tercer lugar, quiero felicitar a Comisiones Obreras por el pacto, ya que consiguió, con él y de golpe, muchas de las reivindicaciones que el Consejo de Administracíón no había concedido en ocho años y algunas otras que estaban en la mesa de negociación permanente que la unidad de Recursos Humanos tiene con los sindicatos.
P. ¿Había un pacto secreto entre usted y el PP9?
R. En absoluto. Los acuerdos que había alcanzado con el grupo mayoritario fueron conocidos por los representantes de todos los grupos en el momento en el que se alcanzaron, ya que yo mismo los comuniqué. También lo hice al presidente de la comisión de control y al consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid. En todo caso, el contenido del pacto es simple: me habían garantizado su apoyo hasta la próxima renovación de la mitad de la Asamblea General y sólo en la situación de incrementar sus representantes a la asamblea se reservaba el PP la posibilidad de presentar un nuevo candidato.
P. O sea, que el PP había establecido un pacto con usted y de pronto piensan que le ha vuelto la vocación aeronáutica y le ofrecen la presidencia de Iberia...
R. Bueno, creo que no era tanto por quitarme a mí como para poner otro candidato. Decisión absolutamente respetable en términos políticos.
P. ¿Para poner a un amigo personal de Aznar?
R. Con la misma seguridad que me consta que Miguel Blesa es íntimo amigo del señor Aznar, le aseguro que ni a mí ni a mi entorno nos consta la intervención directa del presidente del Gobierno. Pienso que todo esto debe ser una anécdota irrelevante dentro de su agenda de preocupaciones.
P. ¿Quién ha intervenido directamente?
R. El Consejo, cuando ha tomado la decisión de apoyar a un nuevo candidato.
P. Pero usted habló con Rodrigo Rato sobre su relevo.
R. Sí, pero en todo caso no fue para pedirme cese alguno, sino, como él ha afirmado públicamente, para ofrecerme presidir determinadas empresas públicas. El trato que me dio fue exquisito en
todo momento.
P. ¿Se arrepiente de haber rechazado la presidencia de Iberia?
R. No. Tenía planes personales y profesionales para continuar en Caja Madrid y en ningún momento pensé en otra posibilidad. Además supondría un trueque de Iberia por la caja, que creo que ni una ni otra se merecen. Los acuerdos y los pactos de mi permanencia en Caja Madrid tenían un calendario determinado y no se dio razón de ninguna naturaleza, desde el punto de vista de la gestión, que justificara ese cambio. Como demuestran los datos, la caja está haciendo el mejor ejercicio de su historia.
P. ¿Por qué el PP no empezó a buscar una nueva mayoría antes de ratificarle en octubre de 1995?
R. Habría que preguntárselo a ellos.
P. Los sindicatos se mostraban alarmados por sus declaraciones sobre privatización de cajas.
R. Mi opinión ya la he manifestado en muchas ocasiones, por escrito y verbalmente. Es ridículo decir que no a la privatización de las cajas de ahorros, entre otras cosas porque ya son instituciones privadas, como ha reconocido el Tribunal Constitucional. Lo que supone una singularidad en la mitad del sistema financiero, compuesto por el conjunto de cajas, es el hecho de que ninguna persona fisica o jurídica pueda reclamar legítimamente su propiedad. En mi opinión, el debate hoy está entre aquello que es público y aquello que es privado. No me parece razonable defender una titularidad que no sea publica ni privada sino que, simplemente, no exista. En ningún país de Europa hay una parte tan sustancial del sistema financiero con singularidades de este tipo. No abrir este debate me parece, a largo plazo, muy contraproducente.
P. También han criticado la falta de inversiones en sectores claves y el escaso apoyo a la economía de Madrid.
R. Miren, estas afirmaciones hay que hacerlas siempre en referencia a algo, y en este contexto los datos son muy explícitos. Por ejemplo, de cada 100 pesetas de su activo, la caja tiene dedicadas a inversiones crediticias 53, mientras que la otra gran caja dedica 38, y los dos mayores bancos del país cifras que oscilan entre 25 y 36 pesetas. Además, el 80% de esta inversión está concentrada en la Comunidad de Madrid. Por otra parte, cuando me incorporé a la caja, en 1988, la inversión crediticia era de 740.000 millones y, a finales del ejercicio pasado, superaba los 2,6 billones, lo que representa una tasa media de incremento anual de casi el 30%.
P. Los sindicatos también estaban preocupados por sus relaciones con la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).
R. Creo que hay que separar claramente dos aspectos de la CECA: la CECA como institución financiera y la CECA como asociación de cajas de ahorro. Yo nunca he puesto en duda el papel de la CECA como asociación de cajas de ahorro. Lo que he puesto en duda es la necesidad
de que todas las cajas, grandes y pequeñas, tengamos que desarrollar dentro de la. CECA una determinada parte de nuestra actividad financiera. Creo que la actividad financiera de la CECA es valiosa, pero para aquellas cajas que decidan libremente, por razones de tamaño y de economías de escala-, unirse a ella para proyectos conjuntos.P. ¿Se siente traicionado?
R. No, en absoluto; pero siento que alguno de mis interlocutores políticos han incumplido la palabra dada; pero yo también entiendo que a la política, como es natural, no debe exigírsele la misma lógica de las decisiones económicas y empresariales. Con esta posibilidad he contado siempre durante estos años. Éstas son las reglas del juego y, por consiguiente, las acepto y siempre las ha aceptado.
P. ¿En qué medida ha influido la denominada guerra de los abogados en el desenlace de esta historia?
R. No tiene nada que ver. Dentro del profundo proceso de transformación y descentralización que Caja Madrid ha vivido en estos últimos ocho años, le tocó en su día, hace casi cuatro años, el turno a la Asesoría Jurídica. Como es natural, hubo resistencias de diversa naturaleza al cambio, sobre todo cuando se puso de manifiesto que los intereses de algunos asesores jurídicos de la caja no estaban alineados con los de la institución. Tengo que decir que el proceso de cambio ha terminado y ésta es una de las labores de las que me considero más satisfecho. El consejo y los ámbitos jurídicos madrileños conocen perfectamente todo el proceso. Otro tema de naturaleza distinta es que en este proceso organizativo han aparecido, a juicio de la auditoría interna, algunas actuaciones que hay que analizar con el máximo rigor y prudencia y estoy seguro que así se hará.
P. ¿Se va a resentir Caja Madrid?
R. No me cabe duda que va a seguir la trayectoria ascendente de los últimos ocho años. El capital humano es extraordinario y estoy absolutamente convencido de que todo el equipo profesional apoyará al nuevo presidente con la misma integridad y lealtad con que me apoyaron a mí.
P. ¿Cómo ve el futuro?
R. La caja es una máquina bien engrasada que funciona con una gran eficacia. Su posición en el sistema financiero español es sin duda envidiable, con un margen financiero a diciembre de 1995 del 3,7% en activos totales medios, cifra que resulta un 20% superior a la de las ocho mayores cajas y un 60% a la de los ocho mayores bancos. Tiene un margen ordinario del 4,5%, también superior en un 15% al de las Ocho mayores cajas y en un 50% al de los ocho mayores bancos. Con un ratio de productividad de 2,2 pesetas de margen ordinario generadas por cada peseta gastada, que es superior en un 30% al de las ochor mayores cajas y en un 40% a los grandes bancos. Pero probablemente sea el margen de explotación el que da lugar a la comparación más favorable de todas, ya que se sitúa en el 2% de los activos totales, con una ventaja relativa del 50% sobre las ocho mayores cajas y de más del 100% sobre los ocho mayores bancos. Estoy convencido de que seguirá la misma trayectoria. La caja, con 300 años de historia está por encima de las personas que en un momento determinado podemos trabajar en ella.
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