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TOUR 96

El ciclismo francés se topa con sus límites

Carlos Arribas

Jalabert, el gran favorito para sus compatriotas, abandonó ayer el Tour, vacío y febril, cuando la crónica principal de L'Equipe terminaba con un sarcasmo hacia los vecinos italianos, que habían tenido su Sestriere más negro. "¿Queda aún algún italiano en el Tour?", se preguntaba retóricamente el cronista. "Ah, sí, el pequeño Piepoli va 16º". Una bonita forma de desviar la atención justo en el momento en que el ciclismo francés empieza a mostrar sus límites, que no son otros que dos ciclistas showmen -Virenque y Leblanc- en busca del aplauso fácil vía etapas y maillot de lunares, los premios secundarios. Ningún candidato para la general precisamente el año en que más abierta y multinacional está la cuestión: entre los 10 primeros de la general hay tres españoles -Olano, Induráin y Escartín-, dos suizos -Rominger y Dufaux-, un danés -Riis-, un ruso -Berzin-, un alemán -Ullrich- y hasta un austriaco -Luttenberger- Bueno, también hay un francés, el inevitable Virenque. Una generación veterana mantiene la llama casi a punto de apagarse, mientras los jóvenes se estancan y la inflación amenaza: el anuncio de dinero fresco los proyectos de multimillonarios equipos -de Madiot y Guimard- ha hecho crecer la cotización de cualquier francés que sepa pedalear.Algún otro año se habrían dado por contentos con este panorama, pero después de la exaltación del año anterior -Jalabert y su 14 de julio, entre otras gestas- y de las expectativas creadas desde entonces, sabe a poco. Y a menos después de su comienzo fulgurante este Tour, casi anunciador de una carrera tricolor. "Un Tour por fin francés", decían los periódicos. Qué lejos están y qué poco valor tienen ahora, cuando el Tour se corre de verdad, el fugaz amarillo de Moncassin, la escapada victoriosa de Saugrain o el choque con la realidad de Heulot. Moncassin, de paso, ya perdió su maillot verde también. Malignamente pensando, el único honor por el que parecen capacitados para luchar es, lunares de Virenque aparte, el del farolillo rojo. Thierry Marie, que lo lució varios días, abandonó ayer. Su puesto lo ha ocupado otro francés, Masdupuy. Pero no parece que lo tenga fácil: el japonés Imanaka amenaza.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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