Error
Creí erróneamente que los chirimbolos, o, dicho de otra forma, esos grotescos armatostes de puro plástico, iban a ser lo peor que mis ojos vieran en esta sufrida ciudad que es Madrid; pero cuál no sería mi sorpresa al descubrir autobuses de la EMT -como ejemplo, los de la línea 45- pintados en su totalidad, esto es, ventanillas incluidas, con melones, uvas, naranjas... Me explico: el autobús no es más que un soporte publicitario de una marca de supermercados. Si encontrarse con uno de esos autobuses ya es de por sí un espectáculo hortera, no quiero ni pensar cómo debe sentirse el viajero en su interior con todas las ventanillas pintadas de rojo. Y yo me pregunto: ¿será verdad que en la capital el mal gusto no tiene límites? ¿O es que han vendido su alma a la publicidad?-
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