Bombas israelíes matan a 101 refugiados en un cuartel de la ONU en Líbano
Al menos 101 refugiados libaneses murieron ayer despedazados por la artillería israelí, que demolió con sus bombas un cuartel de la ONU en el sur de Líbano pocos minutos después de que guerrilleros de Hezbolá lanzaran, supuestamente desde sus cercanías, un cohete Katyusha contra posiciones del Ejército. La matanza catapultó la crisis en Líbano a su fase más trágica y crucial desde el comienzo de la implacable ofensiva israelí hace nueve días. Mientras se redoblaban los esfuerzos internacionales por imponer rápidamente una tregua, Hezbolá juró venganza.
El grupo armado proiraní libanés parecía ayer más dispuesto que nunca a intensificar su campaña militar para poner fin a 18 años de ocupación israelí en el sur del país. "¡Asesinos, asesinos!", gritaba un anciano libanés que llevó a su mujer herida hasta el hospital Al Najar, en las afueras de Tiro, donde decenas de médicos trataban de atender a la mayoría de los 160 civiles heridos por el ataque israelí. La mujer yacía inconsciente con heridas en el tórax y las piernas. Su camilla improvisada estaba totalmente ensangrentada, como la mayoría de las mantas que cubrían los cuerpos de unos adolescentes atendidos de urgencia en un pasillo del hospital. Diez personas más (incluidas una mujer y sus siete hijos) habían muerto con anterioridad en otro bombardeo israelí, en Nabatiye, en el que los atacantes fallaron su objetivo: no hubo víctimas entre las fuerzas de Hezbolá. El Gobierno israelí, reunido de urgencia, lamentó la pérdida de vidas civiles, pero culpó de la matanza a Hezbolá por continuar con el lanzamiento de cohetes contra Galilea. El ministro de Exteriores, Ehud Barak, dijo que la Operación Uvas de la Ira debe continuar. De hecho, lo hizo. Por la tarde se reanudaron los ataques artilleros contra supuestas posiciones de Hezbolá. El clamor internacional contra la matanza fue prácticamente unánime. Bill Clinton, principal aliado de Israel, pidió a todas las partes un alto el fuego inmediato para que la negociación acabe con el conflicto.
El refugio de la ONU fue una trampa mortal
Los bombardeos israelíes triplican en un día el número de muertos de la Operación Uvas de la Ira
Dos proyectiles de 155 milímetros calibre demolieron la base del contingente de Fiyi de la Fuerza Internacional de Paz de las Naciones Unidas en Líbano (FINUL) en las inmediaciones de la aldea shií de Qana. La base ofrecía refugio a más de 600 hombres, mujeres y niños que huyeron de numerosas aldeas musulmanas ante la intensificación de los bombardeos israelíes en los últimos cuatro días. "Llegaron desesperados. Muchos no tenían siquiera una manta. Ellos y nosotros creíamos que aquí no les pasaría nada", dijo conteniendo las lágrimas un teniente del batallón de Fiyi. "Cuando se agotaron las tiendas de campaña habilitamos unos contenedores metálicos. Era lo único que podíamos hacer y evidentemente no sirvió de nada para salvarles la vida", agregó. Fuentes de la ONU aseguraron que tres soldados de Fiyi también perecieron en el ataque registrado cuando muchos de los refugiados hacían cola ante un grifo para lavar sus platos después del almuerzo. "Los proyectiles se estrellaron en el centro mismo de la base lanzando esquirlas incandescentes en todas las direcciones. Las paredes de nuestras casamatas se desplomaron sobre los que estaban dentro de ellas. Muchos refugiados perecieron aplastados", dijo un superviviente. La matanza de Qana también eliminó los últimos vestigios del mito de la precisión de los artilleros israelíes que el Ejército ha estado tratando de subrayar en los últimos días mediante una campana propagandística que incluye la difusión de vídeos sobre la supuesta infalibilidad de sus sistemas electrónicos.
Hezbolá disparó antes
Timor Goksel, el portavoz de FlNUL, dijo que, evidentemente guerrilleros de Hezbolá habían disparado un cohete Katyusha -hecho que Hezbolá ha negado-, minutos antes del feroz bombardeo de Qana, pero que la posición de éstos estaba "a unos 300 metros" a un lado de la base, no detrás ni dentro de ella. Oficiales de FINUL también confirmaron que, contrariamente al procedimiento regular, los israelíes no avisaron de sus planes de abrir fuego en las inmediaciones del puesto de FINUL. "La advertencia llegó tres o cuatro minutos después del bombardeo, cuando ya se había producido la carnicería", dijo un capitán de las Naciones Unidas que pidió no ser identificado. Anoche no se sabía aún con precisión qué indujo a los artilleros israelíes a disparar directamente contra la base de la ONU. Ignorancia del terreno es un factor del todo descartable. La base ha estado allí desde hace años. Sobre su torre, visible a kilómetros, ondean grandes banderas azules de las Naciones Unidas. En sus muros blancos están las iniciales de FINUL en letras enormes. Desde hace tanto tiempo están instalados sus puestos de centinelas a la vera del camino que ya son prácticamente parte del paisaje de Qana. Y ni siquiera el más novato oficial israelí está en condiciones de negar la validez de aquel dicho de que su Ejército "se conoce la geografía del sur de Líbano mejor que los propios libaneses". Poco después de que el primerministro israelí, Simón Peres, apareciera en la televisión de su país para atribuir el "lamentable incidente" a las actividades de Hezbolá, en Líbano había pasmo e indignación. Ni Peres ni sus generales pronunciaron la palabra "error". El primer ministro libanés, Rafic Hariri, declaró airadamente en Damasco: "Estoy sorprendido de que Peres no haya tenido el coraje de reconocer la responsabilidad de su Ejército de esta matanza".
Cambio de guión
Si anoche había en Líbano un mayoritario consenso de que el conflicto ha adquirido ahora una nueva e insospechada dimensión, queda por verse aún si su gravedad va a forzar la búsqueda de una mediación con miras a una tregua o si, por el contrario, va a endurecer la campaña de Hezbolá. Mohamed Fniesh, uno de los ocho parlamentarios de Hezbolá y alto miembro del consejo político del partido, había declarado ayer por la mañana a EL PAÍS que los guerrilleros jamás depondrían las armas "mientras exista un soldado israelí en territorio libanés". Además, un portavoz de la milicia en las afueras de Tiro, que quiso identificarse únicamente como Abu Ahmad, dijo que la matanza de Qana ha cambiado las condiciones para un eventual cese de hostilidades. "No podemos tolerar que los judíos, con la bendición de Estados Unidos, masacren a nuestros hombres, mujeres y niños y luego vivan tranquilos, como si nada hubiera pasado hoy, ayer o en los últimos años", dijo. Juramentos de venganza ya se habían proferido por la mañana, cuando cazabombarderos israelíes atacaron un bloque de apartamentos en el pueblo de Nabatíe, al sureste de Sidón, matando a 10 civiles, entre ellos a una mujer y a sus siete hijos. Todos eran refugiados de una aldea vecina que había sido blanco de la artillería israelí el miércoles. Decenas de vecinos entrevistados inmediatamente después de ese ataque dijeron que en ningún momento vieron a guerrilleros de Hezbolá en las proximidades, mucho menos escucharon disparos de Katyusha. El Ejército israelí dijo que Hezbolá había comenzado a disparar proyectiles de mortero contra una posición de la milicia proisraelí, el Ejército de Líbano del Sur. El ataque aéreo contra Nabatíe se registró tras una larga noche de bombadeos contra el área de Tiro, que produjo por lo menos siete muertos y 25 heridos. Por segunda vez en los últimos tres días, los israelíes atacaron Sidón a media mañana. Cañoneras que patrullan la costa desde el inicio del conflicto lanzaron misiles contra posiciones del Ejército sirio en la boca del río Awali causando daños pero no víctimas, dijo un portavoz de la plaza militar de Sidón.
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