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LA LIBERACIÓN DE ALDAYA

ETA libera a Aldaya tras 341 días de secuestro

El empresario fue hallado en buenas condiciones en la misma zona que Julio Iglesias Zamora

José María Aldaya Etxeburúa recuperó la ibertad esta madrugada. El industrial, guipuzcoano, de 54 años, casado y padre de tres hijos, fue liberado por ETA 341 días después de secuestrarle. Fue encontrado sobre la 1.30, cerca del puerto de Azcárate, próximo a Elgóibar (Guipúzcoa), en la misma zona en la que, en octubre de 1993, fue liberado el ingeniero Julio Iglesias Zamora, también secuestrado por ETA. La Consejería de Interior informó minutos después de que el empresario fuera localizado por una patrulla de la Ertzaintza, que le trasladó a una comisaría, en la que fue recogido por sus familiares. A falta de un examen médico, el industrial presentaba buen aspecto y su estado físico parece bueno.

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La Ertzaintza fue avisada a través de una llamada anónima, posiblemente efectuada por un miembro de ETA, del lugar en el que había sido liberado Aldaya. Paralelamente, éste telefoneó a su familia para darle a conocer la buena noticia. A las 3.35, Aldaya llegó a su domicilio de Hondarribia acompañado de sus hijos Óscar e Idoia.El portavoz de la familia, el sacerdote Inaxio Altuna, se enteró de la noticia a través de varios periodistas, al igual que el presidente del comité de empresa de Alditrans, Enrique Cercadillo, que ha sido una de las caras visibles de las protestas y concentraciones que durante todo el cautiverio han pedido reiteradamente el fin del secuestro.

La puesta en libertad del industrial era esperada a mediados de febrero por el Ministerio de Justicia e Interior y el Gobierno vasco. En tomo a esas fechas, ETA ya había cobrado 100 millones de rescate e hizo saber a la familia que debía "estar preparada" porque la liberación podría producirse "en cualquier instante".

Al transcurrir el tiempo y no producirse el esperado desenlace, los Aldaya tuvieron que recurrir a sus intermediarios para pedir explicaciones a ETA. Ésta les hizo saber entonces que el rehén se encontraba bien y posiblemente les dio pruebas de ello, dado que la familia mantuvo desde ese momento una mayor tranquilidad de ánimo.

Fuentes de la lucha antiterrorista consideran que la puesta en libertad se ha demorado "por problemas técnicos", relacionados con la enorme presión desplegada en Guipúzcoa por la policía y la Guardia Civil, que durante los últimos meses han practicado decenas de registros también en Navarra. Estas operaciones, según fuentes policiales, podrían haber dificultado el traslado de Aldaya desde la cárcel del pueblo donde ha estado retenido más de 11 meses hasta las proximidades de Elgoibar.

Tras la liberación del industrial guipuzcoano, ETA mantiene en su poder, desde el 17 de enero pasado, al funcionario de la prisión de Logroño José Antonio Ortega Lara. También sigue en paradero desconocido Publio Cordón desde que el año pasado fuera secuestrado en Zaragoza por un comando de los GRAPO.

ETA ha secuestrado desde diciembre de 1970 a 76 personas, de los que sólo cinco fueron rescatados por las fuerzas de seguridad.

El secretario general del Partido Popular, Francisco Álvarez Cascos, declaró: "La liberación es una de las noticias más importantes, más alegres y que más felicidad pueden traer a las personas que amamos la libertad y que estamos procurando que la libertad y la paz de los ciudadanos sea un valor que esté por encima de los avatares de la política". Iñaki Anasagasti, portavoz del PNV en el Congreso, manifestó su "alegría infinita" por la liberación y por lo que este hecho supone "para su familia y para toda la sociedad".

Durante los más de once meses de secuestro, los vascos participaron en cientos de concentraciones, para exigir a ETA la liberación. En San Sebastián, estas protestas se sucedieron ininterrumpidamente los lunes, martes, jueves y sábados. Nunca un secuestro suscitó tal número de protestas en Euskadi.

Desde el día siguiente del secuestro, los grupos pacifistas se aplicaron decididamente a la tarea de articular una amplia respuesta ciudadana y se marcaron como objetivo superar las grandes movilizaciones que durante el verano de 1993 ocuparon las calles en protesta por el secuestro del ingeniero donostiarra Julio Iglesias Zamora.

Este propósito quedó frenado con las contramanifestaciones y las agresiones callejeras organizadas por HB, de acuerdo con una estrategia de intimidación progresiva perfectamente calculada. Los insultos, las pedradas, los golpes, se abatieron sobre los participantes, en aquellas primeras semanas de movilizaciones, retrayendo a la ciudadanía. El lazo azul, símbolo del rechazo al secuestro, pasó a ocupar un papel testimonial en el paisaje urbano.

Los pacifistas y los trabajadores de Alditrans, la empresa del secuestrado, buscaron nuevos escenarios para evitar las agresiones, pero los partidarios del secuestro les siguieron por toda la ciudad para ejercer su papel de contramanifestantes.

El despliegue de la Ertzaintza interponiéndose entre los pacifistas y los contramanifestantes de HB resguardó a los primeros de. las agresiones físicas, pero no de los insultos ni de las amenazas. La denuncia de las contramanifestaciones como actos que limitan y condicionan el libre ejercicio de la libertad de expresión fue archivada en los juzgados donostiarras.

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