Cuba y la 'ley Helms-Burton'
Para vislumbrar el devenir de la mágica isla caribeña, quizá tengamos que recurrir a un Babalawo de prestigio en una de las casas de IFÁ, el complejo adivinatorio más rico de cuantos dejara en Cuba la cultura africana. En el auge que están conociendo las religiones y ritos afrocubanos es posible que la etnóloga habanera Natalia Bolívar se preste a introducirnos en ese mundo apasionante, como con ella hicieron sus maestros Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, y podamos encontrar respuestas a tantas preguntas.Porque con los recursos habituales, racionales u occidentales de análisis de la realidad no llegaremos a comprender qué está ocurriendo en Cuba, y sobre todo qué va a pasar en el próximo futuro. ¿Puede alguien contestar, por ejemplo, por qué el Gobierno cubano ordena derribar dos avionetas desarmadas que supuestamente habían violado su espacio aéreo, precisamente en los momentos en los que el presidente Clinton iba a decidir vetar la ley Helms-Burton, que endurece y eleva de rango el embargo-bloqueo norteamericano a Cuba? Porque las avionetas de la organización del exilio cubano Hermanos al Rescate venían haciendo incursiones desde, al menos, un año atrás, y aunque es conocido el celo del régimen de La Habana por defender la soberanía física de la isla, nadie ignora tampoco que tiene una perfecta información de la estrategia que siguen los sectores duros del exilio y de la Administración norteamericana, y cuál es la que inspira a los grupos más moderados de Miami y a los más dialogantes de Washington.
Por tanto, no es temerario presumir que a los medios más inmovilistas de La Habana no les interesara un veto presidencial a la ley Helms-Burton, preludio de una nueva política de Clinton en su posible segundo mandato, en el que sin el agobio de una nueva reválida electoral pudiera emprender cambios profundos en la tradicional política de embargo-bloqueo, tan cara al Partido Republicano, que dura ya 30 años sin que haya dado más resultados que contribuir a la penuria de la población cubana.
La Cuban Liberty and Democratic Solidarity Act, más conocida por los nombres de sus promotores o ponentes, el senador Helms y el congresista Burton, significa un salto cualitativo en el embargo norteamericano a Cuba por tres razones: priva al presidente de EE UU de la posibilidad de modular o levantar el embargo si el diálogo y las relaciones con Cuba así lo aconsejararán, introduce el derecho de ciudadanos estadounidenses a demandar ante los tribunales de su país a personas o empresas de tercerceros países que estén haciendo negocios con propiedades expropiadas a aquéllos en Cuba hace cerca de 40 años, y se prohíbe la entrada en EE UU de directivos y accionistas de empresas que trafiquen con bienes expropiados en Cuba.
Además, se prohíbe a todo ciudadano norteamericano conceder préstamos, créditos o cualquier tipo de facilidad financiera a cualquier persona física o jurídica extranjera que trafique con bienes confiscados por el Gobierno cubano, y se veta en la práctica el acceso de Cuba a los créditos de las instituciones financieras internacionales, entre otras medidas restrictivas a empresas que comercien con Cuba.
La firma el pasado 12 de marzo de la citada ley por el presidente Clinton ha desencadenado un contundente rechazo internacional, y no sólo por ser contraproducente como instrumento de disuasión democrática, cuyo comentario dejaremos para más adelante, sino por ser radicalmente contraria al derecho internacional y a las normas del comercio mundial. Los primeros en reaccionar han sido precisamente los socios comerciales de EE UU en el Tratado de Libre Comercio, Canadlá y México, que a su vez son los primeros inversores extranjeros en Cuba. Pero también lo ha hecho con contundencia la Unión Europea, especialmente por lo que la ley Helms-Burton tiene de aplicación extraterritorial, lo que entra en conflicto con las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
España tiene intereses comerciales y sobre todo inversiones en Cuba que pueden verse afectados por la citada ley norteamericana. En sectores hoteleros, bancarios, inmobiliarios, tabaqueros y energéticos, entre otros, nuestro país ha ido aumentando su presencia en la isla hasta convertirse en el tercer inversor, tras México y Canadá. Y aunque la aplicación efectiva de la compleja ley Helms, su desarrollo reglamentario, la voluntad del Ejecutivo en su cumplimiento riguroso, hacen difícil que lleguen a concretarse sanciones a empresas españolas, su misma existencia crea un clima negativo para las inversiones en Cuba por la incertidumbre y la potencial amenaza que conlleva.
El Gobierno español manifestó inmediatamente su oposición a la ley Helms porque "vulnera acuerdos y tratados internacionales y retrasa una transición pacífica a la democracia en Cuba", pero no sabemos aún cuál será la actitud de un hipotético nuevo Gobierno presidido por el señor Aznar, cuyas opiniones sobre Cuba han estado, hasta ahora, próximas a los sectores radicales del exilio representados por Mas Canosa, invitado relevante al último congreso del PP, y la Fundación Cubano-Norteamericana, principales sostenedores en Miami de la ley Helms-Burton.
En cualquier caso, nuestro nuevo Parlamento deberá abordar esta cuestión en forma de moción, de proposición no de ley o incluso de ley propiamente dicha, como ha hecho el Reino Unido, tradicionalmente tan próximo a EE UU, publicando la London Government Protection of Trading Interests Act, que prohíbe a las empresas británicas adaptarse a las disposiciones de la ya famosa ley norteamericana.
Tampoco en el terreno de los principios el endurecimiento del embargo contribuye al avance del respeto de los derechos humanos en Cuba. Más bien al contrario: su firma fue acompañada por una redada de numerosas personas desafectas en la propia capital cubana. Entre ellas fue detenido Rafael Solano, quien recibiera el Premio Rey de España de periodismo en 1988.
Pero volviendo al comienzo, ¿existe una relación de causa-efecto entre las incursiones de avionetas del exilio cubano en las cercanías de La Habana, su derribo y la firma de la ley Helms-Burton? O dicho de otra manera: ¿se están retroalimentando los sectores más inmovilistas y ortodoxos de Cuba y los grupos más radicalmente anticastristas del exilio y de la Administración norteamericana? ¿Tienen algo que ver con el actual endurecimiento los avances de los grupos aperturistas y el anuncio de la reunión, al final prohibida, de Concilio Cubano en La Habana? Porque hasta el derribo de las avionetas la política de la Administración demócrata del presidente Clinton era favorecer las tímidas medidas de apertura económica y política en Cuba.
Por otra parte, no sería honesto afirmar que las escaseces, penurias y dificultades por las que pasa diariamente el pueblo cubano se deben exclusivamente al embargo norteamericano. La causa fundamental es el fracaso de una política económica estatalista y dirigista, que si sobrevive es gracias a que aún se conservan rescoldos de lo que fue una justa y verdadera revolución y a la prolongada torpeza de la política norteamericana, que mantiene vivo en la isla y en muchos pueblos del mundo el siempre atractivo tópico de David frente a Goliat.
Mientras tanto, el pueblo intenta sobrevivir como puede, trapicheando en la búsqueda del preciado dólar, vendiendo o comprando cualquier cosa para obtenerlo, como retrata espléndidamente en Guantanamera el genial Gutiérrez Alea. Porque los cubanos tienen siempre el recurso fértil de la cultura: se están representando en La Habana el Calígula de Albert Camus, puesto en escena por Teatro El Público, que dirige Carlos Díaz. El numeroso y joven público asistente murmura, ríe y aplaude los monólogos del emperador. Como describe el modesto díptico que entregan a la entrada, "... el sistema referencial creado dinamita el texto, literalmente intacto, creando aristas perturbadoras que lo redimensionan y hacen del Caligula de Camus, escrito en 1938, el Calígula de El Público, en La Habana de l996". Luis Yáñez es diputado socialista por Sevilla.
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