60 años para el autor del triple crimen de Aravaca
La Audiencia de Madrid ha condenado a 60 años a Inocente Ruiz Cordero, de 37 años, por matar en 1994 durante una discusión a sus padres y a su abuelo, con los que vivía en Aravaca.En la sentencia, la Sección Sexta de la Audiencia declara probado que, el procesado padece un trastorno de la personalidad con rasgos marcados de tipo disocial y de inestabilidad emocional de carácter impulsivo, y dictamina que es autor de tres delitos de parricidio, aunque con la atenuante de enajenación mental. La Sala relata que vivía con sus padres y con su abuelo, "con los que mantenía malas relaciones debido a la adicción que tenía a la heroína".
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El autor del triple crimen tenía frecuentes disputas con sus padres
Añade que sus padres pretendían que ingresara en un centro para curarse, "a lo que se oponía el procesado, lo que daba lugar a frecuentes disputas".La resolución relata que el procesado se levantó tarde el 19 de diciembre de 1994, alrededor de las once y media de la mañana, y sobre la una de la tarde "se produjo una discusión entre él y sus padres y abuelo, por motivos que no han podido ser concretados".
En el curso de la misma, "el procesado, que tenía sus facultades intelectivas y volitivas ligeramente disminuidas debido a su trastorno de la personalidad y a la ingesta de heroína, golpeó de forma reiterada con un cuchillo y un objeto contundente a su padre, a su madre y a su abuelo, hasta que les mató".
El tribunal explica que el padre sufrió destrucción de la cara, cabeza y cerebro; la madre, herida penetrante con arma blanca en el cuello, y el abuelo, otra en el corazón.
Agrega que el procesado comprobó que había matado a sus padres y a su abuelo, se cambió de ropa, a excepción de los calcetines grises que llevaba puestos, sobre los que se colocó otros, y se dirigió a la casa de José C., adonde llegó entre la una y media y las dos de la tarde, "presentando un estado de sofocación y sudoración y nerviosismo".
Además, tenía una erosión en una ceja, una herida en un dedo y manchas de sangre que pertenecían a sus padres en los calcetines que llevaba debajo y en la parte trasera de la cabeza, que se limpió.
Posteriormente fue a ver a su hermano a un supermercado y luego al centro de salud de Aravaca, donde manifestó que sus padres y abuelo estaban muertos.
Durante el juicio, el procesado negó su implicación en el triple asesinato. Señaló que no estaba en la vivienda familiar a la hora en que los forenses determinaron que se había producido el múltiple parricidio. Según él, por la mañana estuvo en los juzgados de la plaza de Castilla, y, cuando volvió a casa halló, dijo, los cadáveres de sus familiares.
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