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El riesgo de llamarse Ahmed

Un magrebí espera juicio tras pasar tres días en comisaría sin ningún indicio claro de haber delinquido

Blanca Cia

Ser magrebí y exigir un trato correcto a un agente de policía son factores de riesgo que pueden acabar en una detención. De eso está convencido el ciudadano marroquí Ahmed Bekraoui, residente legal, que se estableció en Barcelona hace ya cerca de ocho años. Lo que le ocurrió a Ahmed, de 33 años, le ha podido pasar posiblemente a cualquier otro extranjero. Ésta es su historia: el pasado 17 de enero aguardaba a una amiga en la plaza de GaI.la Placídia de Barcelona para ir juntos al cine. Un policía se dirigió a él y, según explica Ahmed, le preguntó qué hacía allí. Aunque considera que no era de la incumbencia del agente lo que hiciera o dejara de hacer, se lo explicó porque ya está acostumbrado a que le paren por la calle. "Estoy esperando a una amiga", le dijo.La respuesta no debió de convencer al agente y tampoco debió de agradarle que Ahmed le pidiera al agente un trato correcto. Al poco llegó la amiga, quien corroboró la versión, pero eso no impidió que Ahmed acabara en la comisaría sin saber de qué se le acusaba. Allí le dijeron, por fin, que lo detenían por hurto. ¿Hurto? Una mujer había denunciado la sustracción de su bolso del interior de su vehículo y creía que habían sido dos o tres personas. ... Y él, Ahmed, llevaba dinero encima.

El atestado precisa que la cantidad robada a la mujer era de 26.000 pesetas en billetes de 5.000, 2.000 y 1.000. Ahmed llevaba 32.000: tres billetes de 10.000 en un sobre y 2.000 en la cartera. Aclaró que las 30.000 se las acababa de pagar un arquitecto por ayudarle en un traslado de mobiliario, algo que se podía comprobar fácilmente. Como la policía lo mantenía detenido, Ahmed se negó a declarar en comisaría. "En esas condiciones, supuse que era mejor hacerlo ante un juez", cuenta. Y niega, en contra de lo que dice el atestado policial, que hiciese ademán de huir al abordarle el agente que acabó llevándole a comisaría: "No tenía motivos".

Ahmed estuvo tres días detenido en comisaría antes de pasar a disposición del juez. En el juzgado supo que el atestado policial citaba a otra persona: un argelino en situación ilegal. Éste sí reconoció haber robado el bolso y aseguró que no conocía de nada a Ahmed. El juez de guardia creyó la versión de Ahmed y le dejó en libertad. Pero la causa judicial sigue y Ahmed será juzgado, junto al compañero de atestado, el próximo 27 de febrero.

Ahora, la preocupación de Ahmed es poder demostrar su inocencia en el juicio. Confía en poder hacerlo. Tiene una abogada de oficio que se ha tomado su caso en serio. El arquitecto ha escrito al juez una carta en la que certifica que pagó a Ahmed las 30.000 pesetas. La joven con la que estaba citado ese día para ir al cine también está dispuesta a declarar.

Pero no acaba de estar tranquilo. Acaba de surgir otra complicación. En el fichero policial figura otro Ahmed con un apellido que sólo difiere del suyo en dos letras: un tal Bekraki -él se llama Bekraoui- con varios antecedentes policiales. La policía ha enviado al juzgado la ficha del tal Bekraki como si fuera la del marroquí Bekraoui.

Acabe como acabe la historia judicial, Ahmed cree que su principal delito es ser marroquí y pedir que la gente, incluidos los policías, le trate con educación. "Por lo que me ha pasado, creo que un magrebí que le pida a un policía un trato correcto y educado se mete en un problema". Ahmed nació en Ksiar, un pueblo cercano a Tánger, en el seno de una familia de agricultores con 12 hijos y sin demasiadas estrecheces económicas.

Estudió y se diplomó en ingeniería agrícola en su país, donde también empezó, pero no llegó a concluir, estudios de filología árabe. Sus actividades políticas mientras estudiaba en Marruecos le impiden de momento plantear se volver a su país. Cuando llegó a España no tenía ni idea del idioma; no hablaba castellano ni catalán. Estudió en la Escuela Oficial de Idiomas y luego hizo dos cursos de Filosofía en, la Universidad de Barcelona.Tramitó Ahmed la petición de refugiado político, que le fue denegada. Sí le han renovado, en cambio, sin especiales problemas, el permiso de residencia. Ha trabajado en múltiples empleos. Después de casi ocho años en España, Ahmed cree que la gente, en general, no es racista. Pero matiza: "A veces me siento muy violento cuando una mujer, al veriñe, agarra con fuerza su bolso".

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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