_
_
_
_

El otro yo del patriarca gitano

El Tío Casiano, que se distinguió por su lucha contra la droga, detenido por tráfico de heroína

Jorge A. Rodríguez

El Tío Casiano, el patriarca gitano que había abanderado ante la Reina la lucha de su pueblo contra las drogas, ha sido detenido en Sevilla en una redada contra una banda que supuestamente dirigían su hijo y su sobrino. La banda se dedicaba a distribuir heroína en Andalucía y Extremadura, a razón de 50 kilos al mes. La policía ha detenido a 25 personas, ha decomisado 40 kilos de heroína, 40 millones de pesetas, armas y coches. Se trata de un grupo autóctono y calé. Casiano, cuyo verdadero nombre es Manuel Silva Vázquez, había comprometido su palabra y la de la Asociación de Ayuda al Pueblo Gitano que presidía a erradicar la drogadicción de las venas de su etnia. Y dicen que palabra de gitano es ley. Iba y venía a Madrid, se entrevistaba con políticos, incluso decía dónde tenía que patrullar la policía y qué debía hacer la Administración para acabar con las drogas. Ahora, la policía y los jueces le señalan con el dedo. “En casa del herrero, cuchillo de palo”, dicen.

Las sospechas de que el clan Silva, encabezado por Tío Casiano, dirigía una red de distribución de drogas habían planeado durante meses por Sevilla. Pero sólo a partir de septiembre empezó a concretarse que en esa familia había gato encerrado. Ese mes, los inspectores del Grupo 16 de la Brigada Judicial de Madrid detectaron los extraños movimientos que se producían en un chalé de la urbanización La Serrezuela, en Dos Hermanas (Sevilla), perteneciente casualmente al Manco de Bellavista, detenido en la célebre Operación Pitón. Vehículos Mercedes conducidos por los Silva iban y venían a esa casa. Hablaban por teléfonos móviles y gastaban a mansalva.

El sobrino Juan Silva, el Juani, aparentaba llevar un alto tren de vida gracias a una joyería que regentaba cerca del campo de fútbol del Sevilla. Era su tapadera. Su primo Fernando, el hijo de Casiano, dirigía el conocido tablao El Manuela, a medias con el empresario flamenco Joaquín Amador Santiago. Pero algo no cuadraba. Iban y venían a demasiadas casas, en coches de hasta 20 millones de pesetas saturados de ambientadores. Los inspectores pusieron nombre al dispositivo: Operación Mercedes, vehículo predilecto de estos narcos. Tenían tres.

Los continuos seguimientos a los Silva dieron resultado. El fin de semana pasado, Juan, su primo Fernando y la mujer y la hija de éste se citaron en la barriada de Bellavista. De ahí fueron a la estación de autobuses de la plaza de Armas, en Sevilla, donde contactaron con el iraní Jahanbakach Ramensani Volmiri, que les entregó una bolsa de deportes. Las mujeres cogieron un Renault 5 y la bolsa. Los otros les siguieron en taxi, A la altura de las murallas de la Macarena, la policía cayó sobre ellos. La bolsa contenía tres kilos de heroína turca, procedente de Bruselas y Madrid, los dos canales de suministro habitual del clan. La Operación Mercedes se desencadenaba a lo grande.

Casi 100 policías se pusieron en marcha. Registraron 21 casas, una de ellas el piso del barrio de las Tres Mil Viviendas en el que reside el Tío Casiano cuando no está en Madrid. Éste, al verse detenido, lo primero que hizo fue interponer un habeas corpus por detención ilegal. Fue denegado. "El juez ha debido considerar que hay suficientes indicios contra él como para mandarlo a prisión", comentaba ayer Leoncio Lorente, jefe de Policía de Sevilla.

Pero faltaba el grueso de la droga. El resto de la heroína estaba en un chalé de la urbanización Nueva Itálica, en la zona conocida como Sevilla Este, bajo la custodia de Santiago Ventas Castro y del portugués Juan Mora da Silva. Todos, los 25 detenidos (la mitad de ellos del clan Silva), estaban bajo la égida del Tío Casiano, al que no se le ha visto mover en ningún momento la droga.

La delegada del Gobierno en Andalucía, Amparo Rubiales, se preguntaba ayer cómo el Tío Casiano podía estar relacionado con esta banda, cuando había liderado la lucha contra la droga en su pueblo, había acudido con sus hijos mayores, incluido Fernando, al palacio de la Zarzuela, se había comprometido ante la Reina a erradicar las toxicomanías y su sombrero cordobés y su bastón con flecos se habían erguido ante las cámaras de televisión como azote de las drogas.

"Pero el Tío Casiano nunca tocaba nada de esto; lo hacían sus hijos", precisaba un conmisario al señalar el impresionante alijo de fusiles, escopetas, revólveres, drogas, cuadros del siglo XVII, joyas, dinero, teléfonos portátiles...

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_