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Sudan acusa al Ejercito egipcio de matar a dos policías en un choque fronterizo

Una escaramuza fronteriza entre Egipto y Sudán intensificó ayer el drama político en El Cairo, donde La supuesta complicidad de Jartum en el ataque al presidente Hosni Mubarak, el lunes pasado en Etiopía, se está convirtiendo en un peligroso argumento emocional sin pruebas. Funcionarios egipcios dijeron que al menos tres guardias fronterizos resultaron heridos durante un intercambio de fuego en la frontera común de unos 1.000 kilómetros. Los sudaneses dicen que murieron dos de sus policías.

En el enfrentamiento tres soldados sudaneses también resultaron heridos. Fue un confuso incidente que vino a inflamar los sentimientos antisudaneses en la capital egipcia.Mientras, Mubarak concedía audiencias públicas a líderes de la oposición sudanesa. A la sombra de gigantescos árboles en flor, había igual número de sudaneses que de egipcios que maldecían al Gobierno de Sudán.

El breve choque en el perímetro del llamado triángulo de Halaib -una remota zona desértica en crónica disputa entre dos países con fronteras y ambiciones sobre el mar Rojo y los recursos hidráulicos del Nilo- avivó la creencia popular egipcia de que el régimen islamista de Sudán está detrás de la fallida conjura para eliminar a Mubarak. Fuentes militares dijeron que comandos egipcios capturaron a una decena de soldados sudaneses.

Mubarak, objeto por primera vez de manifestaciones de simpatía -la nacida de una desgracia evitada-, no se refirió directamente al incidente fronterizo durante los discursos que pronunció serenamente ante las numerosas delegaciones de líderes políticos y religiosos. Por segundo día consecutivo, millares de personas acudieron al palacio presidencial de El Cairo para felicitarle por haber escapado de la muerte en Addis Abeba. Mubarak, que ha sugerido insistentemente que los pistoleros que trataron de asesinarle en la capital etíope eran terroristas con vínculos sudaneses, contaba una vez más cómo se sintió ("sin miedo") cuando vio los fusiles de sus fracasados asesinos, e invocó a la intervención divina como su salvadora.

La más viva expresión de que su Gobierno va a dar apoyo a los opositores al régimen islamista de Jartum se produjo ayer cuando el mandatario egipcio recibió nuevamente al ex presidente Yafaar el Numeiri y a un numeroso y grupo de exiliados del país vecino. que coreaban a gritos: "Hay que poner fin al contagio de los terroristas en el poder de Sudán".

Numeiri ha acusado públicamente al líder del Frente Nacional Islámico, (FNI) de Sudán, el carismátido profesor Hasan al Turabi, de estar detrás de la conjura para asesinar a Mubarak y desestabilizar a Egipto, donde el movimento islámico está en guerra a muerte contra el régimen de El Cairo, que se precia de ser democrático, aunque son numerosas las denuncias de violaciones de los derechos humanos.

'Cerebros' del atentado

El Gobierno sudanés del general Omar al Bachir ha desmentido toda complicidad con el atentado, sobre el cual se añadían ayer nuevas interrogantes, en parte porque el Gobierno etíope -que ha identificado a un sólo fugitivo, un árabe llamado Mohamed Seraj, como uno de los siete hombres que trataron de matar a Mubarak- no ha mencionado su nacionalidad. El presidente egipcio recibió ayer un informe de la oposición sudanesa que implica al general Al Fati Irua, jefe de los servicios secretos de Jartum, y al jefe del espionaje militar, Mohamad Ahmed Al Dabi, como cerebros del atentado. Un portavoz del Ministerio del Interior dijo lacónicamente: "Nuestras investigaciones van a determinar la verdad".

En El Cairo, Hosni Mubarak ha conseguido convertirse en la estrella de la televisión estatal, que transmitió en directo todos sus encuentros con líderes locales y extranjeros, como el dirigente palestino Yasir Arafat, que acudieron a felicitarle.

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