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BALONCESTO COPA DEL REY

El Joventut cae con dignidad ante el Taugres

Luis Gómez

El Taugrés estrena este año condición de favorito. Sus méritos son indudables como indiscutible es su progresión. Peldaño a peldaño, con la firmeza de un opositor de carrera. Hoy deberá pasar otro examen, el Madrid de Sabonis. Pero, antes, deberá aprender la lección a que le sometió el Joventut. Una cosa es ser aspirante y otra favorito, una etiqueta muy, pesada.Miquel Nolis tiene aspecto de profesor de Química. Camina con calma, recita las instrucciones, procura disimular su indignación. Es el entrenador en funciones de un Joventut de circunstancias con un plantel de extranjeros comprado en las rebajas.

Enfrente, Manel Comas. Alguien diría que es propietario de una de esas empresas de importación y exportación, capaz de vender o comprar cualquier mercadería. Pasea por el banquillo eternamente disgustado. Mira de reojo y mira mal. Se le adivinan todos, los insultos del mundo a pesar de su poblado bigote. Gobierna uno de esos equipos todoterreno que llaman a la puerta de los grandes para pedir la. vez.

Los especialistas han señalado con el dedo al Taugrés. Ha de llegar su hora. La Copa, la Recopa o la Liga. Saltan a la vista sus poderes, los kilos de Rivas y Radunovic, los centímetros de Nicola y Abad, la elasticidad de Green, la velocidad de Laso y para remate, un croata con puntería, Perasovic. No le falta de nada a este equipo, salvo un título. Por eso, ayer vivía una nueva experiencia: jugar contra el Joventut como favorito. Y ganar como favorito no es fácil. Porque el Joventut supo entender que ésa era su única posibilidad: hacerle sentir al Taugrés el miedo a tener que justificarse, lo que significa una derrota para un grande. Ya se. sabe, los pequeños juegan con la doble moral.Y lo hizo bien. Usó de todo el oficio que tienen hombres como Villacampa, Jofresa y Smith. Defendió, provocó faltas, hurgó en las debilidades de su rival y maniobró en dos tiempos.

Sobre la cancha, hubo un maestro de ceremonias. Villacampa. Soberbio su partido, por lo que traslució en las estadísticas y mucho más por su esfuerzo subterráneo. Dirigió cada jugada, repartió todo tipo de instrucciones y adoptó las decisiones pertinentes en los momentos difíciles.

El esfuerzo de Jordi Villacampa resultó ejemplar. El Joventut cayó como los campeones en horas bajas, sin perder nunca de vista la victoria. Ayer hubo un cambio de testigo. Es el destirto, que señala con el dedo al Taugrés.

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