_
_
_
_

Familiares de dos etarras desaparecidos esperan hace seis años la práctica de pruebas judiciales

EI Juzgado número 1 de San Sebastián, que instruye diligencias sobre la desaparición en 1983 de José Antonio Lasa Aróstegui, de 22 años, y José Ignacio Zabala Artano, de 20, ambos presuntos miembros de ETA militar, tiene pendiente la realización de algunas pruebas desde hace más de seis años. El abogado de las familias, Íñigo Iruin, solicitó el 6 de septiembre de 1988 el interrogatorio de tres mercenarios de los GAL. La demanda aún no se ha cumplido, después de que la Audiencia Provincial avalara la petición y aprobara el envío de una comisión rogatoria a los jueces franceses.

Iruin pidió al juzgado que se tomara declaración a Mohand Talbi, Jean Pierre Echalier y Raymond Sanchís. En la fecha citada, al menos los dos primeros estaban localizables en Francia, puesto que en diciembre de 1987 habían sido condenados a 12 y 8 años de cárcel, respectivamente, por el secuestro de Segundo Marey. En la actualidad ambos se encuentran en libertad, según las informaciones de que dispone el letrado, y su localización sólo sería posible a través de una orden de Interpol.Iruin pidió que se tomara declaración a los tres mercenarios de los GAL por entender que podían estar relacionados con el secuestro de los dos desaparecidos o tener algún conocimiento de lo que les ocurrió. Pese a ello, el juzgado donostiara decidió archivar las diligencias sobre la desaparición de los dos jóvenes, ambos procedentes de la comarca de Tolosa (Guipúzcoa) y presuntamente secuestrados en Bayona, en el País Vasco francés, el sábado 15 de octubre de 1983.

El abogado de las dos familias recurrió contra el archivo de las diligencias. La Audiencia Provincial le dio la razón el 21 de junio de 1991 y estimó justificado el interrogatorio de los tres miembros citados de los GAL mediante una comisión rogatoria ante las autoridades judiciales franceses. Hasta el momento, según el abogado Iruin, el juzgado no ha comunicado el envío de la comisión rogatoria al servicio de información judicial de la Audiencia Nacional ni la comunicación a Interpol para la localización de los testigos.

Lasa y Zabala desaparecieron mientras estaba secuestrado en manos de ETA político-milltar (VIII Asamblea) el capitán de Farmacia Alberto Martín Barrios, y tres días antes del fallido intento de secuestro del dirigente de los octavos José María Larretxea Goñi por parte de cuatro policías españoles. Una hipótesis barajada para explicar su desaparición era que los dos jóvenes usaban un automóvil utilizado antes por algún dirigente de los octavos.

Las investigaciones judiciales realizadas en España y Francia parecen confirmar que lo que tenían localizado los secuestradores era el automóvil y no a las personas. Los dos jóvenes fueron capturados por la noche en un pequeño aparcamiento de la calle de Toneliers, enfrente del frontón Saint André, cuando subían a un Reanult 4 L de color verde con matrícula de San Sebastián 3590M. El coche era propiedad de Mariano Martínez Colomo, cuya identidad es desconocida para el abogado de las familias. Tampoco constan antecedentes de esta persona en los archivos policiales españoles.

Los secuestradores habían arrancado la pieza del contacto eléctrico del coche para evitar que pudieran ponerlo en marcha e intentaran huir. En el interior fueron encontrados al día siguiente un mechón de cabellos castaños, una cazadora de color burdeos perteneciente a Zabala, un puro partido en dos y aplastado y algunos papeles. El cuentakilómetros señalaba 45.952. Según amigos de los dos jóvenes, era Lasa quien había recibido prestadas las llaves del coche, que dejó aparcado en la calle de Toneliers en torno a las doce de la mañana.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Lasa y Zabala desaparecieron sin dejar rastro. Las únicas pistas indirectas fueron proporcionadas por el gal Daniel, Fernández Aceña, condenado, por el asesinato en Hendaya de un trabajador francés, Jean Pierre Leyba. Según Fernández Aceña, que dice haber oído esta versión de otros miembros de los GAL, los dos jóvenes fueron trasladados hasta Hondarribia (Guipúzcoa) en una embarcación alquilada en Bilbao y entregados a un cuerpo policial español. Ambos murieron, según esta versión, durante los interrogatorios, tras haber sido obligados a ingerir grandes cantidades de drogas para intentar arrancarles una confesión.

Presuntamente pertenecientes a ETA militar y no a la rama político-militar que acabaría asesinando a Martín Barrios, Lasa y Zabala nada podían saber sobre el paradero del capitán farmaceútico. Lo que conocían era el entorno de ETA en su comarca de Tolosa. Allí desencadenó la Guardia Civil en el mes de enero siguiente una gran operación, calificada en su momento de "especial" por razones desconocidas, con numerosas detenciones. Entre los detenidos había presuntos miembros de ETA militar y ETA político-militar, mezcla muy poco habitual en operaciones policiales de este tipo.

Policías interrogados

El esclarecimiento de la autoría material del secuestro de Marey por los jueces franceses llevó a la sospecha de que el mis mo grupo de mercenarios había capturado a Lasa y Zabala. Las autoridades franceses relacionaron también la desaparición de Lasa y Zabala con el intento de secuestro de Larretxea, tres días después, aunque sin poder demostrar nada.Al menos dos de los policías detenidos por el caso Larretxea -el inspector Jesús Alfredo Gutiérrez Argüelles y el capitán de la Policía Nacional Javier López Mallen- fueron interrogados en la prisión de Pau sobre Lasa y Zabala por agentes de la Policía Judicial de Bayona. Ambos declararon que no sabían nada y que se habían enterado por los periódicos después de haber sido detenidos.

El cadáver de los dos desaparecidos ha sido buscado en varios puntos de Euskadi si guiendo diversas pistas o indicios, siempre sin éxito. La nueva actitud de los ex poli cías José Amedo y Michel Do mínguez llevó al juez de San Sebastián a considerar la posibilidad de interrogarles, pero de momento ha pospuesto la decisión. Las familias quieren que la investigación siga hasta donde sea posible, y el aboga do Iruin declara: "No sé muy bien por qué, pero soy optimista. Creo que al final conseguiremos aclarar qué su cedió".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_