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La metamorfosis montañera

Scliandri culmina la estrategia del GB-MG el día más lento

Carlos Arribas

Al viejo Ferretti no se le escapa ni una. El director del GB-MG tiene todos los días asuntos pendientes. Y cada día sabe qué hombres pueden finiquitarlos. Es como el padrino de una mafia que cada día elige al mejor matón para el trabajo encomendado. Ayer, en la etapa más lenta -se tiraron casi al mismo tiempo sobre la bicicleta que la víspera en el Mortirolo y demás-, en un día de calma, el final se desenfrenó. Chiappucci siguió haciendo de las suyas, el Banesto tuvo que trabajar después de haberse colocado bien en un abanico, tiró con ganas contra el diablo todo eso y más y siempre un GB-MG delante. Primero fue Richard -al que le gusta la maglia verde de la montaña- y en la decisión fue Sciandri, un italiano alto y fuerte como un roble, un italiano nacido en Londres y con padres en Hollywood, un velocista veloz, el que se metió en el sitio bueno y riemató la faena.La metamorfosis de Induráin dejó ayer de convertirse en asunto de iniciados. En realidad, resulta que todo lo que está sucediendo estos días estaba más o menos previsto. Han sobrado, simplemente, un par de fallos: el mal día en la contrarreloj de Follónica y la pájara subiendo Sana Cristina. Los dos, por otra parte, casi lógicos. "Todo puede ser debido a que no he llegado al Giro en mis mejores condiciones y los días en los que me he exprimido a tope he fallado", contaba Induráin desayunando ayer. "Es la falta de rodaje en días de competición".

Un Induráin que es una roca en un mar cambiante. El milagro es ver a un corredor de 80 kilos subiendo igual que uno de 55. Ante la montaña que le han metido los organizadores, en el Banesto decidieron que este año lo decisivo serían los puertos, no las contrarreloj. Y la preparación de Induráin, perturbada por la alergia, por la rodilla, cambió. Adelgazó y se arriesgó. Debe marcar las diferencias en la montaña. Ser más campeón aún. Si en la pájara del domingo influyó el abrigo -"pensamos que haría frío en el Stelvio y le dimos mucha ropa. Sudó más de la cuenta", dice Echávarri- y la alimentación: "Casi fuimos contra las normas. Pusimos nuestro propio avituallamiento en la cima del Stelvio y del Mortirolo para que Miguel llevara más peso en los descensos, no en las subidas, quizás comió lo justo".

Y pese a las transformaciones, Induráin sigue siendo Induráin en el Giro más abierto: "Si las fuerzas me responden, espero hacer grandes cosas aún".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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