La policía revienta otros cinco talleres chinos
Madrid
De la máquina de coser al jergón. Y vuelta a empezar. La policía rompió el jueves esta cadena de explotación y trabajo ilegal a la que estaban sometidos otros 44 ciudadanos chinos, la mayoría mujeres, en cinco talleres de confección de Madrid. Todos ellos se suman a los 63 detenidos la pasada semana en otros nueve agujeros.
En uno de los locales, los agentes han descubierto dos cuevas: de una salieron dos chicas asustadas, en otra había catres. Eran sólo ejemplo de las condiciones infrahumanas que tenían que soportar los inmigrantes para pagar a la mafia el precio de su viaje desde China: un millón de pesetas. Los tres jefes de la red de inmigración ilegal fueron detenidos durante la operación policial, en la que intervinieron tres equipos de la Inspección de Trabajo.
De los 47 detenidos, 27 pasarán a disposición judicial. Otros 20 han quedado en libertad, pero con las propuesta de expulsión sobre sus espaldas. EL 90% de los capturados procede de la paupérrima provincia de Zheijang, en la China oriental, y el resto, de Fujian. Ambas zonas son cosideradas los viveros de los que se alimenta la mafia china en España. De hecho, en la operación los agentes capturaron a tres cabecillas de la organización china. Se trata de Shen Gbo W., Son Glin Y. y Xiao Hua Z., con edades entre 30 y 40 años.
Ahora, la investigación se dirige a conocer dónde se vendía la ropa confeccionada en los talleres clandestinos.
Las sospechas se encaminan hacia un conocido híper, aunque este periódico pudo comprobar también que algunos pequeños empresarios del textil subcontrataban estos talleres, cuya oferta era más barata.
El bajo coste era resultado del salario del miedo que combinaba jornadas inhumanas de 24 horas al día con amenazas de muerte. Cuatro de los cinco talleres estaban ubicados en el barrio de Carabanchel. El trabajo en su interior fue definido por un portavoz de la policía de "régimen de esclavitud".
PASA A LA
PAGINA 5
Los talleres producían para empresas españolas
Los tres supuestos dirigentes de la red vivían en un mundo muy distinto al de sus trabajadores. Los que les vieron recuerdan sus relojes de oro, sus coches de lujo y los guardaespaldas que custodiaban sus pasos. El dinero para mantener su tren de vida procedía, según sospecha la policía, no sólo de infringir la normativa laboral en los talleres que regentaban, sino también de introducir ilegalmente a sus compatriotas en España-en lanchas o por vía terrestre-.
Los contratos los conseguían con empresas españolas de confección, que suministraban para su costura las telas ya cortadas El coste de armar una blusa rondaba las 500 pesetas. Muy barato. Uno de los empresarios que los subcontrató señaló ayer a este periódico que los chinos le habían asegurado que contaban con los pertinentes permisos. La realidad, sin embargo, saltaba a la vista. Los inmigrantes -"muy flaquitos y casi sin ropa", recordaba una vecina de un taller- trabajaban a destajo, sin higiene ni horario. Los turnos podían superar las 14 horas. Los talleres nunca cerraban, ni siquiera los domingos. Muchos de los chinos, para pagar su deuda con la mafia, se veían obligados a vivir en el taller, a dormir en colchones, a no ver el sol más que para cargar furgonetas.
La policía considera que cada inmigrante ilegal pagó entre un millón y millón y medio de pesetas a la red que lo trasladó hasta España.
En algunas ocasiones, el dinero fue fiado por la propia organización. El trabajador se convirtió así en un rehén, que tenía que entregar parte de su sueldo para ir cancelando la deuda.
Cuatro de los cinco talleres estaban en Carabanchel, en las calles de: Hermanos del Moral, 56; Valentín Llaguno, 6; Isabel Baeza, 2, y Capitán de Oro, 8. El quinto se ubicaba en la calle de La Coruña, 24 (Tetuán). El de Hermanos del Moral, que ya fue cerrado hace un año, permanecía ayer abierto.
Rumor de máquinas
En su interior, una joven nacida en Pekín esperaba a su padre, supuestamente detenido. Negaba que la policía hubiese detenido allí a ocho compatriotas suyos. Otro tanto sucedía en el taller de Valentín Llaguno, donde un chino de Zheijang asomaba su corbata por la ventana para decir: "Aquí nada, nada". Desde el interior de la nave se oía un rumor de máquinas.
La policía sostiene que la proliferación de talleres se debe a que la saturación de los restaurantes chinos ha llevado a las mafias a desviar su mano de obra hacia nuevos sectores.
Contra esta extensión de la mafia -de la que la red desarticulada era supuestamente una pequeña rama-, la policía ha aumentado su presión. Desde 1993 se han ejecutado 12 redadas contra estas bandas de inmigración ilegal con el resultado de. 771 personas detenidas.
Una de las más espectaculares fue llevada a cabo la pasada semana por la Guardia Civil. Se detuvo a 63 chinos en diferentes talleres clandestinos de confección en Madrid y Ciudad Real.
De los 47 capturados en la capital, 38 han sido ingresados para su expulsión en el Centro de Internamiento de Extranjeros y nueve han pasado a prisión preventiva.
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