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Ligueros

Jorge M. Reverte

Tenemos una indiscriminada costumbre de comparación con Europa que conduce a la catástrofe. La media europea suele ser un referente queagita sobre la cabeza de cualquier para medir su capacidad de gestión su conducta pública y privada. Niveles de educación, niveles de empleo, niveles de corrupción, índices de con cimiento. De modo que, si estamos por debajo, nos fustigamos; y si estamos por encima, nos quedamos perplejos y buscamos la explicación. Un masoquismo de niveles. La costumbre es de fecha lejana, y se acentuó durante el franquismo. Los franquistas, para certificar que estaban en buen camino. Los antifranquista para demostrar que no. Ahora se su le esgrimir con la misma falta de tacto, con la exacta indiscriminación.

En un lugar de Europa que h sido uno de los preferidos para tomar baremos, los partidos en el poder ve cómo se les cae el sombrajo porqueun diputado se hizo novio de una chia que posaba desnuda y porque otroiputado puso en marcha una experiencia sexual solitaria que le costó la vida. De un momento a otro comenzarán a surgir voces en España que reclamen niveles europeos para la moral sexual. Como prólogo, ya ha voces que exigen que esos. asuntos sean públicos: como nada es pecado es tolerable la publicidad, quiera o no quiera el protagonista. La réplica obvia: como es pecado, hay que denunciar, escandalizarse y fulminar infractor. Hay en ciernes una guerra civil de ligueros.

De nuevo, es difícil mantener un postura que se margine de ambas posiciones. O sea, que uno pueda llevar liguero en casa sin que lo publique boletín de la comunidad de vecino pero también sin tener que ir a manis contra el liguero para que nadie imagine lo que hacemos.

A mí, las perversiones me gusta con una cierta privacidad. Yo quiero llevar liguero sin que me regañen y sin que se entere mi tía María Luisa.

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