_
_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre la muerte súbita en los bebés

En el apartado sobre Salud de EL PAÍS del 10 del mes de enero, página 26, se publicó un artículo acerca de las nuevas evidencias sobre la causa de la muerte súbita en los bebés.También en otras ocasiones se han recogido colaboraciones acerca de este preocupante tema, y casi siempre se insiste en que la posición boca abajo del bebé es uno de los factores determinantes, cuando en realidad hay otros que son, a mi ver, más importantes y sobre los que no se insiste lo suficiente.

Pienso que es elemental no crear alarma entre los padres, que fácilmente pueden sentirse ansiosos o preocupados cuando su bebé duerme boca abajo, que suele ser una posición habitual en el lactante normal; por otra parte, este decúbito resulta más seguro en el caso de alguna regurgitación de alimentos. Creo que la precaución esencial consistiría en tener más en cuenta lo que este nuevo estudio sugiere, señalando que las víctimas probablemente mueren tras respirar niveles mortales de dióxido de carbono.

El hecho es el siguiente: el dióxido de carbono, o anhídrido carbónico, es el gas que normalmente exhalamos al respirar, y que tiene la particularidad -y esto es lo que quiero hacer resaltar- de ser más pesado que el aire. Entonces, si tenemos una cuna que es como un cajón, con los lados cubiertos y prácticamente impermeables, con el bebé demasiado tapado, muy abrigado (sin recordar que los niños pequeños soportan mucho mejor el frío que el calor), en un ambiente muchas veces enrarecido, con humos o viciado por estufas, y si además el niño está boca abajo (nivel de entrada y salida del aire más al ras de una superficie blanda), entonces sí que se juntan todas las condiciones como para que el que sobreviva sea un superhombre.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Creo que está claro que, colocado el niño en una caja sin aberturas laterales (¡pensar en esos coches-cuna altísimos, que son como criptas!) el nivel de dióxido de carbono aumenta, desplazando el aire respirable. Una cuna con barrotes o suficientes aberturas no permitiría que se concentrase el gas en cuestión y el bebé podrá respirar el aire de la habitación, que debe ser limpio y renovado, cálido o frío, pero siempre fresco. La posición del niño boca abajo, arriba o de lado, no debería preocupar a los padres, pero sí la falta de aire puro, sin exceso de mantas, superficie de la cuna más bien dura y moisés o capachos de paredes permeables. Así se evitaría la mal llamada muerte súbita del niño, ya que es más bien lenta y debida a la falta de oxígeno.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_