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Gobierno y PP no mantienen hoy ninguna conexión

Las relaciones entre Felipe González y José María Aznar continúan, como siempre, bajo mínimos, según coinciden en señalar fuentes próximas a los dos primeros dirigentes políticos de España. El propio Aznar lo confirmó ayer desde Galicia al señalar que ni se han visto ni se han hablado siquiera por teléfono en los últimos tiempos. Para el Gobierno, esta falta de contactos y de entendimiento con el principal partido de la oposición es motivo de preocupación desde el verano pasado.Para establecer la fecha de la última reunión que se hizo pública, habría que remontarse al 15 de abril de 1992, que fue la última vez en que el presidente del PP fue recibido por el jefe del Gobierno en el Palacio de la Moncloa, donde conversaron durante dos horas y media.

Nada les une

Además, está la reunión del 28 de febrero de 1992, en que ambos dirigentes se reunieron estrictamente para la firma del pacto autonómico suscrito por el Gobierno, el PSOE y PP. Y ya no hay otra reunión anterior hasta febrero de 1991, en la que una cuestión de Estado, como fue la guerra del Golfo, obligó a ambos gobernantes a sentarse a la misma mesa.Aparentemente nada les une y todo les separa, y, más aún, tras la crispada campaña de las elecciones generales del 6 de junio y sus resultados, cuya aritmética parlamentaria ha empujado a Felipe González a entenderse con los nacionalistas catalanes y vascos. José María Aznar, por su parte, sigue apretando a tope el acelerador de la oposición, con la pretensión de que el Gobierno no acabe la legislatura.

Pero precisamente la importancia del PP como alternativa del Gobierno, reconocida por primera vez por Felipe González de forma pública la pasada semana, obliga al Ejecutivo a ponerse de acuerdo con el primer partido de la oposición en temas cruciales.

Uno de ellos es la puesta en marcha de las medidas de "revitalización de la democracia". En este proceso, como coinciden en señalar políticos de uno y otro signo, todos los partidos, y no sólo el Gobierno, se juegan su credibilidad y la del sistema democrático en un momento de grave crisis heredado por la sucesión de escándalos de la pasada legislatura.

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