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Sidney, sede de los Juegos del año 2000

El COI descarta la opción política de Pekín y se decanta por la alternativa menos polémica

Sidney, la ciudad australiana que acogió a la primera expedición británica de reclusos hace 205 años, será la sede de los Juegos Olímpicos del emblemático año 2000. La capital del Estado de Nueva Gales del Sur, la más populosa y bella del país, ganó ayer, con sus méritos deportivos y ecológicos, la batalla política a Pekín por un apretado resultado de 45 votos contra 43 en la cuarta ronda de sufragios emitidos por los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI). La capital china mandó en las tres primeras, pero sólo recuperó más votos que su rival con la primera eliminación de Estambul. Después, al caer Berlín y, sobre todo, Manchester, la favorecida fue Sidney. Es la segunda vez que Australia acoge unos Juegos, tras los que organizó en Melbourne en 1956.

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Fue el 26 de enero de 1788 cuando llegó a la bahía de Sidney el capitán Arthur Philip a bordo de First Fleet. Así comenzó la historia de la que iba a ser, con los años, una hermosa ciudad. Favorecida por un bello entorno natural, Sidney se iba a convertir en el mejor símbolo de los valores de un país formado por la emigración y la tolerancia entre las razas. La idílica opción australiana, con su enorme tradición deportiva, su oferta de respeto absoluto a la ecología y el máximo apoyo económico gubernamental, ha acabado imponiéndose en un auténtico sprint final por centésimas a una rival como Pekín, que anteponía la política y el desarrollo a otros aspectos.El miedo a que las críticas anglosajonas contra la violación de los derechos humanos en China se volvieran como un bumerán contra las aspiraciones legítimas de Sidney, se despejó finalmente. Los miembros del COI, que parecían decididos a castigar la intromisión política norteamericana y británica con un voto abrumadoramente favorable a Pekín, fueron decantándose por la candidatura tranquila y segura. No fue sólo que la parte anglosajona del movimiento olímpico se decidió por Sidney, sino también que desde el principio otros miembros no se atrevieron a aceptar el riesgo de Pekín. Aunque la capital china anduvo destacada en las tres primeras votaciones, nunca lo hizo como para ganar por la mayoría de 45 sufragios. Además, ya se sabía que los votos de las ciudades descartadas acabarían favoreciendo a Sidney.

El olimpismo no se ha atrevido a ser protagonista de la próxima historia del país más poblado de la Tierra. En realidad, ha dejado pasar una oportunidad quizá única, pues es una incógnita que Pekín vuelva a presentar su candidatura para la próxima elección. En un país tan enorme y complicado, que empieza a abrirse al mundo con su economía, resulta dificil predecir si se volverán a dar las circunstancias políticas internas para aspirar a los Juegos del 2004. "Era demasiado complicado. Tienen muchas cosas que arreglar y un gigante puede tener también los pies de barro", señaló uno de los miembros del COI. "Sidney es un paraíso", añadió.

Candidatura sólida

En cualquier caso, en la ciudad australiana están garantizados unos Juegos perfectos. No existirán incógnitas como en el caso chino. El informe de la comisión de inspección, presidida por el sueco Gunnar Ericsson, que precedió a la votación tras presentarse todas las candidatas, tuvo también una influencia decisiva. Su calificación global fue la mejor para Sidney. La palabra excelente apareció en casi todos los apartados. La comisión señaló que la ciudad proponía una candidatura sólida y un entorno seguro para los Juegos. Contaba con un apoyo no sólo político, sino también, y por primera vez en la historia olímpica, ecológico. La organización Greenpeace, que ayer mismo se felicitó por el triunfo de la ciudad australiana, colaboró estrechamente con ella en el proyecto. De sus trabajos ha resultado, por ejemplo, el espléndido parque olímpico en un lugar paradisiaco.

La presentación de la candidatura a la sesión del COI dejó también huella en los sensibles miembros olímpicos. Frente a la solemnidad del resto de candidatas, el comité australiano se atrevió incluso a presentar una niña de 11 años, Tanya Berclowe, que dio la nota entrañable de la jornada. Tanya, con ciertos rasgos asiáticos, declaró conocer el olimpismo desde la escuela, donde estudia primer curso de primaria, y, tras pedir el voto para la ciudad, presentó al primer ministro australiano, Paul Keating. Fue demasiado para la concurrencia.

Keating, en una clara contestación política a la continua referencia que había hecho Pekín sobre la importancia de la concesión de los Juegos para su desarrollo, dijo también algo que caló muy hondo en los miembros, según confesaron algunos después. "La organización sería clave no sólo para Australia y Oceanía, sino para toda la región sur del Pacífíco".

Sidney hizo también hincapié en sus instalaciones, de las que el 70% están ya construidas o a punto de terminarse. Hasta presumió de que los atletas podrán ir andando desde la única Villa Olímpica para periodistas y deportistas a las ceremonias de apertura y clausura.

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