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Tribuna
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Izetbegovic, el coronel Casado y Negrín

Por fin todas las partes implicadas en el conflicto de Bosnia se han reunido en Ginebra. Mientras serbios y croatas han acudido a las negociaciones de Ginebra como vencedores, la presidencia colegiada de Bosnia ha ido derrotada militarmente, dividida en su seno y humillada en lo político al no lograr ni siquiera el alto el fuego que exigió como condición para negociar. El ataque de las milicias serbias al cuartel de los cascos azules de Sarajevo es el último ejemplo del cinismo criminal de las tropas de Karadzic.La situación en la que se, encuentra el Gobierno legítimo de Bosnia, tras 17 meses de asedio a Sarajevo y una presidencia colegiada dividida, tras desautorizar el 23 de junio a su presidente, Izetbegovic, al haber en su seno partidarios de la claudicación pactada, podría compararse con la descomposición del régimen republicano español en la guerra civil.

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El 4 de marzo de 1939, cuando Cataluña ya había caído en manos de Franco, restándole a la República tan sólo parte del centro, el sur y levante, con un Madrid casi sitiado y en primera línea de frente desde hacía más de dos años, el coronel republicano Segismundo Casado encabezó una sublevación contra el primer ministro Negrín. Casado intentó pactar unas rendición digna y sin sangre con el Gobierno faccioso de Burgos, que Franco, dada su situación de prepotente victoria, rechazó.

Negrín, con el apoyo de políticos y militares mayoritariamente comunistas, pretendía resistir en Madrid, esperando que, en el caso de que estallase, como así fue, una contienda mundial, acabase la política de no intervención en España y los enemigos de Hitler pasasen a defender militarmente a la República.

Pero si a Negrín nadie le prometió esa intervención deseada, la esperanza la mantuvo siempre viva Izetbegovic, mientras el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobaba, una tras otra, resoluciones que amenazaban con actuar militarmente para abrir los campos de exterminio o en defensa de las ciudades sitiadas y castigar en un tribunal internacional a los cabecillas serbios.

El presidente bosnio ha resistido en Sarajevo con una inferioridad de condiciones abismal en el terreno militar, esperando que llegase esa intervención, de la misma manera que Negrín, con un ejército desarmado, confiaba en que la llegada de la Il Guerra Mundial provocase la intervención antifascista en España.

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Franco alargó int6nciónadamente la agonía de Madrid y la República, mientras comunistas, anarquistas, poumistas, nacionales vascos y catalanes y liberales republicanos se enfrentaban en disputas políticas y escaramuzas sangrientas, del mismo modo. que el psiquiatra Karazdic no tiene prisa en acabar la faena, mientras se frota las manos cada vez que estallan hostilidades entre musulmanes y sus antiguos aliados croatas.

Si Karadzic no fuerza la caída de Sarajevo es porque le es más rentable su degradación diaria, y una población desesperada que tarde o temprano pedirá la rendición y la partición de la ciudad, que una conquista sangrienta con un cuarto de millón de prisioneros con los que no sabría qué hacer. Además, prefiere librarse de los mal llamados musulmanes, familias mixtas, así como de los croatas y serbios fieles al régimen constitucional bosnio, que tenerlos en campos de concentración, incluido su presidente.

El objetivo. de esta degradación de la situación, generada por las milicias serbias, una vez concluida con éxito la limpieza étnica, se está cumpliendo. Una vez rota la alianza entre croatas y musulmanes en Herzegovina y Bosnia central, se trata de que los musulmanes acepten, como única salida a los 17 meses de guerra, la partición del Estado multiétnico.

De momento, en las conversaciones de Ginebra todos han presionado al derrotado Izetbegovic por su supuesta intransigencia frente a las propuestas de reparto y confederación de serbios y croatas. Pero, si la confederación se impone, nada ni nadie impedirá que los cantones serbios y croatas se disgreguen de la confederación para unirse a Croacia y Serbia.

Es posible que de un modo u otro esto ocurra. Entonces quienes impulsaron sus políticas. terroristas de apartheid no sólo habrán conseguido sus objetivos, sino que habrán sido absueltos de los horrendos crímenes de guerra cometidos. Y si es así, los serbios de Croacia, Kosovo y Macedonia, los armenios, los moldavos, los abjazos, los osetios y todos los pueblos de la antigua Union Soviética que reclaman cambios de fronteras o deportaciones de población habrán tomado debida nota de cuál es el camino a seguir, y la moneda con la que la comunidad internacional premia, castiga o legitima la limpieza étnica.

Xavier Rius Sant es miembro del Centro de Investigación para la Paz (CIP).

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