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Las cartas traen buenas noticias

Correos reduce sus pérdidas en 20.000 millones de pesetas y espera ser rentable a partir de 1997

El 39,6% de las cartas llega a su destinatario un día después de echarlas al buzón, según el primer control de calidad externa que ha realizado Arthur Andersen por encargo de Correos. Su director general, Luis Egusquiza, pretende que ese porcentaje se eleve al 64,4% en 1997. Próximamente se sabrá, por un segundo control de la misma auditora, si Correos mejora sus plazos de entrega. Tras año y medio al frente de un servicio público cuyo prestigio entre los usuarios cayó a su nivel más bajo, Egusquiza anuncia una reducción de 20.000 millones en pérdidas y afirma estar en vías de recuperar la reputación de la mensajería pública.

Si los objetivos de Luis Egusquiza se cumplen, en 1997 Correos dejará de costar dinero al erario público. Para conseguirlo necesita hacer fijo al 23% de sus carteros eventuales, la actualización de su reglamento, vigente desde 1953, y la conquista de parcelas de mercado de alto valor añadido para compensar las pérdidas del servicio postal universal.Han tenido que pasar 20 años para caer en la cuenta de que el fax no sustituye a la correspondencia comercial ni a las cartas de amor. El caos del servicio postal ha puesto al descubierto que la apuesta de la modernidad se hizo sobre el vacío. "Durante los años sesenta y setenta, la fascinación de la tecnología hizo creer que las inversiones en radioenlaces para hacer posible la comunicación en tiempo real iban a dejar en un segundo plano al correo ordinario. Se optó por el futuro y se abandonaron las inversiones postales porque se creía llegado su fin. Pero fue una equivocación porque el correo siguió creciendo a lo bestia", asevera el director general.

Asumir el cambio conceptual de un servicio postal decimonónico ha desgastado a media docena de gestores, muchos más que ministros del ramo en los últimos 20 años. Y va un abismo de dirigirlo como un servicio público. estamentario, con una competencia feroz, a pretender gestionarlo como sí fuera una empresa agresiva que debe seducir a sus millones de clientes. En ese tránsito se encuentra Luis Egusquiza. Tras año y medio de gestión, sus cuentas revelan una caída de 20.000 millones en el balance de pérdidas. El objetivo es dejar atrás las pérdidas dentro de cinco años y a partir de ahí obtener beneficios.

Para ello necesita cubrir varias etapas. La primera, cambiar la filosofia del organismo y la de sus funcionarios con el fin de que el usuario sea más un cliente. En esta línea comercial, Correos pretende introducirse en parcelas del mercado que reviertan ingresos de más valor añadido que el servicio universal, o la llamada carta simple, y elevar el ingreso medio por envío de 30 a 40 pesetas. Uno de los productos que engrosarán sus recursos es el buro-fax, que permitirá enviar documentos entre puntos dotados de oficinas técnicas en cuatro horas, y en 24 para los dispersos en zonas rurales. Se comercializará en 1993.

Puntos negros

Correos dispone de casi 70.000 puntos de venta en toda España. Esa condición privilegiada está sin explotar (los segmentos más rentables están en manos de multinacionales), debido a los corsés que apalancan la agilidad de gestión. Uno de ellos es el reglamento de 1953. Mientras el nuevo no entre en vigor, Correos tiene una camisa de fuerza que le impide modificar, por ejemplo, la condición y el número de carteros de una oficina rural, diseñada para atender una población de 200 habitantes convertida hoy en residencia de 20.000, o viceversa. Carece de competencias para ejercer la movilidad geográfica del personal o extraer recursos excedentes de una oficina para cubrir déficit de otra.Su plantilla, estancada y desmotivada (carece de vías para la promoción interna) desde lustros atrás, es la peor pagada de la Administración. Siendo la segunda empresa empleadora del país (más de 60.000 puestos de trabajo), los eventuales han llegado a sumar el 30% de la plantilla; por ese motivo, Egusquiza confía en que la congelación de oferta pública de empleo no afecte a Correos: "Para nosotros es fundamental la estabilidad en el empleo. Hemos propuesto que se nos permita invertir en funcionarios lo que ahora gastamos en eventuales. Confiamos en que de aquí a cinco años tengamos el 95% del personal fijo".

Hasta ahora, Egusquiza ha disfrutado de tregua laboral. Pero los sindicatos ya le han hecho llegar el mensaje de que este periodo de gracia puede tener los días contados. "Ya somos un organismo autónomo y no vemos la razón de que estas cuestiones se retrasen más", afirma un sindicalista de Comisiones Obreras.

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