_
_
_
_
_

Se alquila palacio, razón Sevilla

La nobleza arrienda sus casas por cifras millonarias para fiestas de la Expo

"Los duques de Alba arrastran una ruina incontenible desde el siglo XVI y piensan seguir arrastrándola mientras Dios les dé vida... Ni el palacio de las Dueñas ni el de Liria se alquilan". Lo dijo el jueves en Sevilla Jesús Aguirre, duque de Alba, un día después de prestar su brazo al presidente François Mitterrand y de ser víctima de una travesura digna de su malévola ironía: en los mentideros de una ciudad convertida por la Expo 92 en la hoguera de las vanidades, alguien dijo que el duque Aguirre pretendió alquilar el palacio de las Dueñas al Consulado de Francia por 25 millones de pesetas."De haber pernoctado en Sevilla, François Mitterrand hubiese dormido en el salón de la Emperatriz, aquí, en Dueñas. ¡¡Pero gratis!!", añadió el duque.

Jesús Aguirre aclaró, no obstante, que la fiesta que se celebrará el próximo lunes en el palacio de las Dueñas es cortesía de María Eugenia Martínez de Irujo, la hija menor de Cayetana de Alba, con la firma francesa Yves Saint-Laurent, de la que tiene la exclusiva en su tienda de Sevilla. "Y además la pago yo; es un regalo a María Eugenia".

Y es que en Sevilla, arrebatada estos días por la locura efímera de la Expo 92, todo -o casi todo- se alquila. Palacios sobre los que caían las telarañas del pasado, la leyenda y el mito se abren ahora de par en par para satisfacer la necesidad de aparentar en una ciudad convertida en escaparate. Y juran en privado los empresarios de la idea, de alta alcurnia e inalcanzable cama, que es un negocio rentable.

Dejar que la tarde caiga mientras se saborea un magnífico champaña francés apoyado sobre la escultura de Palas Athenea (siglo V antes de Cristo) tiene su atractivo. Y descansar de un cóctel agotador sobre una fuente sostenida por delfines labrada en Génova en 1529, en el taller de los Arpile, y coronada por el dios Jano bifronte, es un capricho de reyes. Que tiene su precio, claro está.

Al embajador de Francia en España, Henri de Coignac, le costó casi dos millones de pesetas alquilar el patio principal -sólo el patio, cena fría aparte- de una de las obras cumbres del Renacimiento en Andalucía: la casa de Pilatos, propiedad de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli. Allí, con una frecuencia nada despreciable para la fundación, se celebran cenas o fiestas en las que, por una cifra que oscila entre uno y cinco millones, el duque de Segorbe deja de ejercer de anfitrión para que disfrute el arrendatario con posibles; una institución unas veces, una firma comercial otras, una familia a la que se le casa una hija, tal vez.

Y no sólo es la casa de Pilatos la que, olvidados en gran parte los privilegios económicos de la nobleza, tiene que entrar en el cambalache; el palacio de la marquesa de Salinas en la calle de Mateos Gago o la casa de los condes de Lebrija en la calle de la Cuna también tienen puesto el cartel de "se alquila". Siempre por cifras millonarias y exigiendo en todos los casos un cierto caché al cliente. Se lee en un folleto explicativo de la casa insignia de los Medinaceli: "La casa de Pilatos lo ha soportado todo, desde el olvido y el abandono hasta terremotos y bombardeos...". Ha soportado hasta la Expo 92.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_