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"El ajedrez nos quita carcel"

El juego-ciencia se utiliza como terapia rehabilitadora en la prisión de Almería

Leontxo García

"¡Madre de mi alma, ya no me acordaba de cómo era esto!" exclamó ayer José Manuel Guerrero, de 24 años, al ver la calle por primera vez después de 65 meses de cárcel. Así comenzó el permiso de seis días por buen comportamiento de un interno condenado a 14 años y "rehabilitado a través del ajedrez", según los funcionarios de la prisión El Acebuche, en, Almería. Unos 150 reclusos, sobre un total de 1.100, practican el juegociencia como terapia rehabilitadora.Gonzalo Vázquez, funcionario y presidente del club de ajedrez de la prisión que participa en el campeonato provincial recuerda el ingreso de Guerrero, hace dos años, procedente de la cárcel de Granada: "José Manuel era muy arisco y refractario a la disciplina interna; al poco tiempo entró en un módulo de primer grado [máxima restricción de movimientos] y llegó a estar cuatro meses en una celda de aislamiento".

Fue entonces cuando Guerrero, que empezó a jugar en la penitenciaría de Granada, don de también aprendió a tejer al fombras y cursó los estudios de graduado escolar, centró su vida en el ajedrez. Fabricando velas con la mantequilla del desayuno para poder jugar por la noche y renunciando al tabaco y al café para comprar libros, este recluso, condenado por nueve robos callejeros con intimidación, se dedicó apasionadamente a una actividad que califica como "`una droga benigna que potencia tu cerebro. La vida es como un tablero de ajedrez".

Vázquez descubrió las propiedades educativas de este juego cuando vio la transfiguración ante un tablero de Víctor Curiel, un preso considerado como "muy peligroso" que actualmente cumple una larga condena en Herrera de la Mancha. Vázquez cree que "entre los reclusos ajedrecistas habrá menos reincidentes porque desarrollan la capacidad de prever las consecuencias de sus actos. Las 200 partidas que se disputan aquí diariamente eliminan la obsesión por fugarse a toda costa y permiten que los jugadores se olviden de su situación durante horas. Entre ellos se observa una mayor tendencia al diálogo".

Guerrero, apodado El Papi por sus compañeros en referencia a la película Papillón, es el mayor de dos hermanos de una modesta familia granadina, cuyo padre murió cuando el primogénito tenía 14 años. "No quiero ver a mis antiguos amigos porque su influencia fue decisiva para convertirme en un delincuente", comentaba ayer tras paladear su primera copa de coñá en mucho tiempo. "No voy a escaparme", añadió, "porque eso echaría por tierra todos mis esfuerzos para rehabilitarme". Su gran ilusión es lograr otro permiso el mes que viene, "aunque sea de un día"', para ver al ruso Anatoli Kárpov, subcampeón del mundo, en las semifinales del Torneo de Candidatos que se celebrarán en Linares.

El joven recluso, forofo del Barça y admirador del campeón mundial Gari Kaspárov, reivindica tres cosas: "Que los ajedrecistas almerienses nos acepten con normalidad [algo que empieza a suceder gracias a José Manuel Martínez, presidente de la federación provincial]; que la sociedad no me margine cuando cumpla mi pena; y que la Dirección General de Instituciones Penitenciarias promueva este deporte, el más barato que existe, en todas las prisiones. No saben el bien que harían; el ajedrez nos quita cárcel".

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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