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UGT tenía previsto restar poder al líder minero Fernández Villa mediante la fusión de federaciones

La dirección de UGT tenía previsto restar poder en el sindicato al secretario general del SOMA-UGT, José Angel Fernández Villa, antes de que éste anunciara su retirada de las tareas sindicales (deja el SOMA-UGT pero no la dirección del PSOE). El camino es la fusión de la federación minera con químicas y textil, que se hará este año, en un proceso en el que también se unirán alimentación y trabajadores de la tierra, por un lado, y comercio, banca y hostelería, por otro. Los dirigentes de construcción y banca critican el método elegido.

La federación minera arrastra una crisis de años, dirigida por una gestora casi ininterrumpidamente, debido a las discrepancias del SOMA-UGT con la estrategia marcada por Nicolás Redondo de total autonomía con el PSOE, que sí es acatada por el resto de la federación. Esa crisis no tenía solución con la actual estructura. El SOMA gana los congresos al tener la mayoría de los afiliados de minería, pero no controla la marcha normal de la federación, dado que cada. organización provincial minera cuenta con igual número de votos del comité federal.La habilidad de Fernández Villa ha impedido que estatutariamente la cúpula de UGT actuara contra él, pese a sus discrepancias reiteradas, por ejemplo, con la huelga general del 14-D de 1988. Con la fusión en marcha con químicas y textil, la minería, y dentro de ella el SOMA, quedará diluida en una gran federación en la que el peso de sus votos será considerablemente menor.

Oficialmente el objetivo de UGT con la unión de federaciones de industria es recortar gastos, lograr la eficacia organizativa y potenciar las organizaciones que han ido perdiendo fuerza por la nueva estructura de la clase trabajadora. Procesos similares han iniciado Comisiones -así lo acordó en su último Congreso- e importantes sindicatos europeos, entre ellos la LO de Suecia.

Prisa injustificada

Sin embargo, las prisas con las que UGT ha iniciado las fusiones han provocado que los dirigentes de la construcción y de banca votasen en contra en el comité confederal donde se aprobó. Manuel Garnacho, secretario general de construcción, argumenta que "en cualquier país democrático, todo lo que suponga reestructuración interna de un sindicato, sólo se puede cambiar en un congreso confederal". Él no se opone a las fusiones, pero critica que se aprueben en un comité que, en su opinión, está para "velar por las resoluciones congresuales".

Garnacho desconoce a qué obedecen las prisas y las explicaciones que le dieron en el comité no le convencen. En su criterio, si se persigue recortar gastos se debe hacer a través de las organizaciones territoriales, ya que en ellas son 1.200 las personas que cobran del sindicato, mientras que en las federaciones son 134 y 150 en la confederal. El máximo responsable de banca, Jorge Díez, cree también que la reforma se ha planteado demasiado prematuramente, no se les ha consultado y tampoco le parece idónea la unión con comercio y hostelería. Díez critica que la fusión se haga con "tintes imperativos" y prevé "problemas sindicales de primer orden".

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