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Girona, el nombre de la cosa

Joaquim Nadal, alcalde socialista de la ciudad, encabeza la campaña de desobediencia civil

Enric Company

El alcalde de Gerona, Joaquim Nadal, no ha dudado ni un momento en apuntarse a una campaña promovida por el periódico local El Punt y ha sido uno de los primeros en sustituir la GE de la matrícula de su automóvil particular por la GI, que algún día será legal. El socialista Nadal ha actuado con alevosía, le ha dado toda la publicidad que ha podido y ha ordena do poner la Gl en todos los vehículos del parque móvil municipal. Al gobernador civil, Pere Navarro, no le ha gustado ni pizca que su correligionario encabezara una campaña de desobediencia civil. Pero Nadal no ha aflojado. Y es que si se quiere ser alcalde socialista en la capital de una provincia como la de Gerona, que da mayorías del 56% a CIU en las elecciones autonómicas y en la que los socialistas no ganaron ni en octubre de 1982, hay que tener reflejos rápidos.

Eso es lo que, una vez más, ha demostrado Nadal. El asunto arranca de las enmiendas del PSOE y el PP a una proposición de ley presentada por Convergència i Unió (CiU) en el Congreso de los Diputados para que los nombres oficiales de las provincias de Gerona y Lérida pasen a ser los originales; es decir, Girona y Lleida. El PP y el PSOE propugnaron con esas enmiendas un régimen de doble denominación oficial: Gerona / Girona, Lérida / Lleida.

Esta pretensión -a la que ya han renunciado- provocó una airada reacción en las provincias afectadas, que desbordó inmediatamente el ámbito de los partidos y tomó forma de protesta ciudadana. Y los nacionalistas de CiU, con Jordi Pujol a la cabeza, se lanzaron a una desaforada explotación política del asunto. Una vez más presentaron al PSOE como enemigo de lo catalán, y al PSC, como una quintacolumna del PSOE en Cataluña. Pujol ha llegado al sarcasmo, mofándose del líder socialista catalán, Raimon Obiols, justo cuando éste porfiaba en la dirección del PSOE para deshacer el entuerto.

"Ahora, Obiols tendrá otro nombre, además de Raimon: Raimundo", ha dicho.

Pero Nadal, un catedrático de Historia de Cataluña, de 42 años, alcalde desde 1979, perteneciente a una de las buenas familias de su ciudad, no se ha dejado atrapar y no ha hecho como Obiols, que se ha movido entre bambalinas sin echarse en público contra sus compañeros del PSOE.

Para gran parte de los dirigentes políticos catalanes, pero sobre todo para los progresistas, la conciencia cívica va íntimamente unida a la preservación del idioma, que lleva siglos manteniéndose en dura competencia con el castellano. Es una actitud que el poeta Salvador Espriu, máxima figura de la ética civil catalana enfrentada al franquismo, definió como el objeto principal de la existencia de una generación. "Hemos vivido para guardaros la palabra, para devolver su nombre a cada cosa", dijo a las generaciones venideras en versos que todos los catalanistas conocen. Nadal es uno de ellos. Y la palabra, en este caso, es Girona.

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