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Muere Michael Landon, a los 54 años, rodeado del afecto popular

Antonio Caño

Michael Landon, la sonrisa más tierna de la televisión norteamericana, el héroe nacional de las familias de clase media de este país, murió ayer en Los Ángeles a los 54 años de edad rodeado de un cariño popular del que pocos actores han disfrutado desde los años dorados de Hollywood.

Pese a su voluntad de luchar contra la muerte con la misma energía que transmitió en todos sus papeles, Landon fue derrotado finalmente por un cáncer de hígado y pancreas apenas tres meses después de que la enfermedad hiciese su aparición con fuertes dolores.Eugene Maurice Orowitz, su nombre, empezó a ser el chico bueno que toda madre norteamericana quisiera como hijo en su inolvidable papel de Joe Cartwright en Bonanza durante los sesenta. Quince años después consolidó su fama y su vena de actor sentimental en La Casa de la Pradera, dirigida y producida por él mismo. Posteriormente se convirtió en un ángel descendido a la tierra para salvar males ajenos en la serie Autopista hacia el Cielo, de la que también era responsable único.

Con un mensaje sencillo, Landon se acercó al corazón de los norteamericanos mejor que otros actores, tal vez con más escuela que él.

Hijo de madre católica y padre judío, Landon relató en las últimas entrevistas una infancia difícil en la que tuvo que hacer frente a la marginación antisemita -"los niños me miraban de cerca para ver si tenía cuernos", dice y en la que forjó un carácter de enorme decisión y voluntad de superación. En su madurez tuvo que superar un periodo de dependencia de las drogas y las crisis provocadas por la ruptura de dos matrimonios.

Pese a ser un típico producto norteamericano, sus películas alcanzaron gran éxito en 87 países del mundo, incluido España, donde fue la serie de mayor audiencia durante varios años. En Estados Unidos, Bonanza se mantuvo en el número uno de la audiencia durante siete años consecutivos. Estos éxitos no le reportaron, sin embargo, el reconocimiento de muchos de sus colegas, que siempre le acusaron de ser un actor vacío cuyas producciones estaban únicamente destinadas a provocar las lágrimas del espectador. Sus realizaciones, no obstante, funcionaron extraordinariamente en el mercado.

La revista Life publicó el mes pasado lo que son las últimas reflexiones de Landon sobre la vida y su lucha contra la muerte. "Dos cosas me pueden ocurrir", decía, "que gane o que pierda. Estoy preparado para ambas".

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