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Tribuna:EN TORNO AL ACUERDO DE REPSOL Y LA CAIXA
Tribuna
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La gasificación de España

La historia de la introducción del gas natural en España comenzó para mí en la primavera de 1960 en París, donde conocí al general Georges-Picot. De familia ilustre, un hermano del general era en aquel momento presidente de la Compañía Financiera del Canal de Suez, y su otro hermano embajador de Francia en Washington. Amigo personal del general De Gaulle, primo de Giscard d'Estaing, pariente de Mendès-France y de Couve de Murville, tenía además un gran prestigio por la calidad de su pensamiento en la sociedad francesa y europea de aquel momento.Había regresado a París desde el sureste asiático, a finales de la década de los cincuenta, profundamente afectado por la tragedia francesa de Indochina y, en consecuencia, firmemente convencido de la esterilidad de la política colonial de las potencias occidentales que acababa de vivir y de padecer personalmente en Vietnam. En este marco, Georges-Picot imaginó la necesidad urgente de ofrecer desde Europa a los países coloniales, y más concretamente a los africanos, proyectos de infraestructura que impulsaran la paz y -por su particular concepción- la progresiva integración, en el sentido más amplio, de África y de Europa.

Con este fin, Georges-Picot constituyó la Association Eurafricaine Minière et Industrielle (Assemi), en cuyo consejo figurarían como miembros una o dos personas del mundo empresarial y del pensamiento de cada uno de los siguientes países, además de Francia: Benelux (Holanda, Bélgica y Luxemburgo), República Federal de Alemania, Italia y Suiza. También estaría presente la Compañía Financiera del Canal de Suez por la vinculación del propio general. España, por su régimen político, seguía en aquel momento ausente de la Europa real, pero en el mes de marzo de 1960, Georges-Picot, sensible a la imagen europeísta y liberal del grupo industrial del Banco Urquijo, le pidió que se integrase también en Assemi en representación de España.

El proyecto Eurafrigas

Como consecuencia, y a propuesta de Juan Lladó, consejero delegado del banco, fui nombrado miembro del consejo de Assemi. Al mes siguiente, en junio de 1960, entré a formar parte en París de la denominada Comisión Europea del Gas Natural, que tenía por objeto estudiar, en el marco de la filosofía integradora de Assemi, la utilización por primera vez en Europa del gas norteafricano del yacimiento de Hassi R'Mel de Argelia, colonia francesa todavía en aquel momento. Al proyecto se le llamó Eurafrigas; era el primer planteamiento intercontinental que se hacía en Europa y un auténtico precedente del proyecto que, a fines de este siglo, se prevé para el transporte a gran escala por gaseoducto, a través de Gibraltar, del gas africano hacia Europa.

El proyecto Eurafrigas consistía básicamente en el transporte y consumo de gas desde Hassi R'Mel, en Argelia, hasta Essen, en Alemania Occidental, pasando por Mostaganem, en la costa argelina, y por Cartagena, Barcelona, Lyón y París. Un gaseoducto de 2.600 kilómetros, de los cuales 200 serían submarinos entre Mostaganem y Cartagena. El transporte inicial previsto sería de 10.000 millones de metros cúbicos por año, de los cuales unos 1.000 millones serían para España con destino al uso doméstico, industrial, químico, metalúrgico y también para producción de energía eléctrica.

En la comisión del gas participaron desde el primer momento la sociedad alemana Ruhgaz, la belga Distrigas, las italianas Sosim (Societá Sicillana del Metano), Montecatini y, naturalmente, Gaz de France con sus filiales Comes y Semarel, especialmente creadas para la comercialización y el estudio de mercados, respectivamente, del gas argelino de Hassi R'Mel. Catalana participó desde el mes de noviembre del mismo año.

Inmediatamente informé al Ministro de Industria de esta decisión que integraba a Catalana en el gran proyecto euroafricano al lado de las grandes empresas gasistas europeas y en una coyuntura especialmente interesante en que comenzaba el gran desarrollo del gas en Europa sobre la base de las prospecciones y de los yacimientos de Lacq, en Francia; de Groningen, en Holanda, y del Valle del Po, en Italia.

La Administración española reaccionó muy negativamente ante la presencia de Catalana en el proyecto Eurafrigas. Hasta el punto de que en enero de 1961, es decir, más o menos un mes después, una orden de la Presidencia del Gobierno creaba la Comisión Interministerial del Gas como único organismo nacional autorizado para estudiar el posible consumo de gas del Sáhara en España procedente de su transporte a través de territorio español. Era una clara alusión al proyecto Eurafrigas y se desautorizaba de esta manera la presencia de Catalana en el proyecto. Solidaridad Nacional, órgano oficial del Movimiento Nacional, publicó en lugar preferente esta orden de Presidencia del Gobierno subrayando con especial énfasis que lo hacía así "para general conocimiento".

A partir de entonces fue aumentando la resistencia oficial interior a nuestros proyectos, y a partir de abril de 1962, con la independencia de Argelia, se añadieron las dificultades exteriores como consecuencia del áspero y duro contencioso entre París y Argel por la argelinización de cuanto se había hecho en la colonia francesa hasta aquel momento.

Desde la independencia argelina, en 1962, hasta 1972 transcurrieron años apasionantes, llenos de impulso y de intentos gasistas. En febrero de 1966 estuvimos a punto de poder realizar un gran proyecto gasista sobre la base del gas argelino para Cataluña, Levante y el centro y norte de España, pero finalmente la resistencia oficial interior, el monopolio, también lo hizo imposible.

Hubiera sido el equivalente en aquel momento del que justamente ahora, con el acuerdo de Repsol, se propone realizar a nivel de todo el Estado español. Por fin, en abril de 1972, yo mismo suscribí en nombre de Catalana el primer contrato de GNL con Argel por 1.500 millones de metros cúbicos al año durante 15 años en condiciones singularmente favorables.

El hecho de que Catalana, en aquel periodo, hubiese mantenido una relación viva con las grandes empresas gasistas europeas integradas en el proyecto Eurafricas y también con Argelia, tuvo el inapreciable valor real de poner nuestra companía seriamente al día en la situación europea y euroafricana del gas natural y, en este marco, el respeto y el prestigio que mereció Catalana en el mundo europeo e internacional del gas en aquel momento fue fundamental para el acuerdo de suministro del gas de Libia.

El acuerdo con Libia

Esso Libya, filial al 100% de la Standard Oíl Company, había proyectado en Marsa el Brega, en la costa libia, una planta de licuación de gas natural para Italia y Francia cuyos contratos de suministro había negociado con la SNAM italiana y con Gaz de France. Pero esta última no pudo finalmente obtener el acuerdo del general De Gaulle, parece ser que para evitar lo que de alguna manera pudiera interpretarse como una supeditación francesa a la política o a los intereses americanos.

Con esta negativa francesa el azar abría para nosotros una posibilidad imprevista y extraordinaria. En lugar de ir a Fos, en Marsella, el gas libio podría venir a Barcelona. Era una oportunidad única. Pero el volumen de gas que quedaba así disponible, rígidamente unido a la escala del proyecto Marsa el Brega y a la del mercado francés, superaba ampliamente nuestras posibilidades de mercado y nuestra realidad financiera como compañía. Ésta era la gran cuestión.

Las negociaciones con Esso comenzaron a principios de 1964 con el telón de fondo del difícil contencioso franco-argelino que, sin duda, incrementaba considerablemente nuestro interés por un acuerdo con Libia, interés igualmente compartido por Esso, que se había quedado, de modo imprevisto, sin el mercado francés. Finalmente pudimos reducir el suministro de Libia a 1.000 millones de metros cúbicos por ano y a un precio razonable. El equipo técnico de Catalana asumió los problemas con un exquisito sentido de responsabilidad. Gas sí, sin duda; oportunidad única, también sin duda. Pero la escala de la operación era técnicamente excesiva. A pesar de ello, pensé que había que decidirse positivamente. Por eso y por respeto a nuestra estructura técnica, viajé solo a Nueva York para una reflexión final.

Ocho días después firmábamos el contrato de suministro, exactamente el día 9 de noviembre de 1965. Después de disminuir un 20% el precio de la termia y sobre todo tras haber acordado la constitución de Gas Natural, SA para la construcción de la planta de Barcelona y de la red de transporte industrial, en la que Esso, participando minoritariamente, materializaba su solidaridad y comprometía su prestigio en el proyecto.

Las obras de la planta y de los gaseoductos empezaron en abril de 1966. En la primavera de 1969 comenzó el suministro normal de gas natural a las industrias del área de Barcelona. Pero en septiembre se produjo el golpe de Estado del coronel Gaddafi, que complicaría gravemente las cosas, sobre todo a Esso, y en ciertos momentos, por inevitable reflejo, también a nosotros. En junio de 1970, Franco inauguraba solemnemente la planta de Barcelona, lo que representaba, de hecho, la definitiva aceptación por el régimen franquista de la introducción del gas natural en España a través de esta planta.

Como es lógico, Catalana solicitó la concesión correspondiente para el suministro de gas natural del contrato de Libia a nuestra área de presencia y de natural influencia de Barcelona. Esta petición endureció gravemente la creciente oposición del monopolio a nuestros proyectos, oposición que se había ido manifestando duramente desde el año 1960; agudizó la gran controversia sobre el ámbito real del monopolio, y se convirtió en auténtica batalla a partir del tema de la fiscalidad de los precios de cesión al monopolio de las casi 300.000 toneladas de butano-propano que se iban a producir en la planta de Barcelona con la gasificación de los 1.000 millones de metros cúbicos por año del contrato de gas de Libia.

La confrontación derivada de dicha controversia fue tremenda, con todo tipo de consecuencias que afectaron el propio régimen de explotación de la planta, a la normalidad de nuestros consumos e incluso a la contaminación atmosférica de Barcelona cuando hubimos de quemar en la antorcha los GLP producidos por la planta porque ni eran absorbidos por Butano, SA, ni se nos autorizaba su normal exportación.

El conflicto llegó al mismo Gobierno. Ministros económicos aperturistas enfrentados a ministros públicos. Pero con la inauguración por el general Franco de la planta de Barcelona en 1970, se había iniciado un proceso de consolidación política de nuestros planteamientos que culminó con la destitución, a principios de 1972, de los presidentes de Butano y de Repesa, y con la definitiva declaración por parte del Gobierno de que el gas natural estaba libre de monopolio, al mismo tiempo que se constituía la Empresa Nacional de Gas, Enagas. Con esto parecía llegada definitivamente la paz. Pero no fue así. En diciembre de 1973, ETA asesinaba a Carrero Blanco y, como consecuencia, se formó enseguida un Gobierno de los duros del régimen preocupados, además, por la precaria salud del jefe del Estado, que moriría dos años más tarde, y por tanto ocupados y preocupados por la inevitable transición política que iba a producirse. El nuevo Gobierno fue presidido por Arias Navarro y tuvo como vicepresidente al ex presidente de Butano destituido un año antes, el cual, al propio tiempo, era nombrado ministro de la Gobernación. Simultáneamente, el ex presidente de Repesa, destituido igualmente un año antes, fue nombrado de inmediato presidente de Enagas.

Durante una larga reunión en Barcelona, el nuevo presidente de Enagas y yo nos comunicamos, con clara contundencia y con exquisita cordialidad y respeto personal, nuestros respectivos criterios y puntos de vista absolutamente opuestos. Pero en el marco de una situación política inflexible, sin paliativos de ninguna clase, en la que a la razón industrial y a la fuerza moral de toda una historia se les oponía implacablemente la razón de Estado, hube de aceptar, en último término y por puro pragmatismo e instinto de conservación o de supervivencia, la cesión a Enagas de la planta de Barcelona y, de los contratos de Libia y de Argelia. Gas Natural cedió, pues, a Enagas la planta y los contratos, y a Catalana de Gas la red de distribución industrial.

ETA y Carrero

Así pues, si ETA no hubiese asesinado a Carrero Blanco, Catalana de Gas estaría hoy esforzándose en la gasificación de España como lo está haciendo ahora, pero lo haría como propietaria de la planta de Barcelona y de los contratos de Libia y de Argelia. Pero al no ser Catalana propietaria de la puerta de entrada del GNL exterior, en el marco de las consecuencias de todo tipo que de este hecho se derivan, se plantea una singular situación con el grupo Repsol que, pragmática y responsablemente traducida, conduce a la necesidad de un acuerdo importante para las dos partes.

El grupo Repsol, propietario de la puerta de entrada del gas, y el grupo Catalana, mayoritario en equipos humanos y en, distribución, lo cual es el equivalente a ser puerta de salida, están positivamente condenados al acuerdo. Hay que enlazar, firmemente, pragmáticamente, ambas puertas. Y ésta es la reflexión fundamental que está en la base de los acuerdos suscritos.

La oposición oficial a la introducción del gas natural termina en 1983. Desde esa fecha, comienza una etapa sumamente positiva basada en el denominado Protocolo del Gas, suscrito en la etapa del entonces ministro de Industria, Carlos Solchaga, que ha permitido el gran desarrollo y prosperidad del sector y muy concretamente de nuestro grupo. El acuerdo La Caixa-Repsol viene a satisfacer la gran necesidad que todavía seguía pendiente, la ligazón profunda, pragmática, operativa, entre puerta de entrada y puerta de salida; esto es, la distribución del gas en España.

Pere Duran Farell es presidente de la Junta de Accionistas de Catalana de Gas y ex presidente de esta compañía.

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