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ITALIA 90

España, inadvertida entre mediocres

Suárez se lo jugó todo a la carta de Butragueño y perdió

Alex Martínez Roig

España se despidió del Campeonato del Mundo con dos victorias (3-1 sobre Corea del Sur y 2-1 frente a Bélgica), un empate (0-0 contra Uruguay) y una derrota (1-2 ante Yugoslavia). En el de 1986 fue eliminada por Bélgica en los cuartos de final. Esta vez cayó en la prórroga de los octavos. El balance frío, con los datos en la mano, es negativo. España pasó inadvertida por un torneo que no se está caracterizando precisamente por la calidad de los competidores.Luis Suárez, en su primera cita importante como seleccionador, no dio la altura esperada. Su carácter, excesivamente nervioso, le jugó una mala pasada en el Mundial, del que se despidió con una expulsión. La sensación es que el conjunto español estuvo limitado por la excesiva dependencia de la inspiración de un delantero, Butragueño.

España comenzó con un penoso espectáculo ante Uruguay y terminó con su mejor partido, frente a Yugoslavia, aunque no supo concretar en goles su dominio. Suárez llegó a Italia con el mismo esquema de juego que le había dado la clasificación. Desoyó las críticas, que le advertían de la gran distancia que había entre las líneas y la escasa actividad defensiva del centro del campo, y se encontró con un debú desastroso. Sólo la experiencia de los defensas y el penalti fallado por Rubén Sosa, que lanzó el balón por encima del larguero, evitaron la derrota.

El Buitre, incómodo

Suárez rectificó inmediatamente ante Corea del Sur. Cambió para beneficiar especialmente a un jugador, Butragueño. Éste no se sentía a gusto como punta y Suárez le acomodó en una zona más retrasada colocando a Julio Salinas más adelantado para que aguantase los balones a la espera de la llegada de los centrocampistas.

El propio Suárez reconoció que el nuevo sistema se había concebido en función de Butragueño "porque le cuesta mucho estar donde jugaba antes". De hecho, Martín Vázquez, Michel y Butragueño pasaron a moverse en una zona de apoyos mucho más cercanos, como ya actúan en el Real Madrid desde hace tiempo.

El equipo funcionó mejor, aunque sin deslumbrar, contra Corea del Sur, Bélgica y, excepto en la ejecución de los goles, Yugoslavia. Pero el balance general fue negativo. No hay que olvidar que España fue la primera de un grupo en el que los tres clasificados fueron eliminados en los octavos de final.

Butragueño es un jugador que funciona a golpe de inspiración y hace tiempo que no logra encontrarla. En los cuadros punteros de Europa, Butragueño hubiese sido castigado con el banquillo en situaciones de crisis de juego como la que atraviesa en la actualidad. Un Milan, un Inter o un Bayern Múnich no podrían permitirse el lujo de mantener la confianza en una de sus estrellas tanto tiempo como lo ha hecho el Madrid, o, en este caso, la selección. El problema es que ni Suárez ni John Toshack o, antes, Leo Beenhakker se han atrevido a tomar esa decisión, tremendamente polémica por el carisma extrafutbolístico que rodea al Buitre.

Suárez se lo jugó todo a una carta y perdió. Antes del Mundial, él mismo decía que podría haber hecho una selección muy distinta: más trabajadora en el centro del campo y menos pendiente de las inspiraciones individuales. No lo hizo y tampoco contó en Italia con los jugadores capaces de dar una vuelta de tuerca al equipo. Por ejemplo, Gordillo tuvo una buena temporada y su aportación, dosificada si su físico no le respondía, quizá habría abierto una brecha de imaginación en un carril izquierdo muy marcado por las limitaciones técnicas de Jiménez y Villarroya.

Hay otras carencias innatas ya en el fútbol español: no hay goleadores nacionales y la blandura de la Liga impide que exista ese espíritu de sacrificio que desemboca en una mayor presión defensiva en los jugadores.

Zubizarreta fue, sin duda, el hombre de mejor rendimiento en la selección, aun castigado con tres goles de falta directa -dos de ellos, por culpa de la barrera- La inclusión de Górriz fue un éxito por la seriedad que dio a la defensa. Roberto hizo un trabajo muy sacrificado y de gran importancia para el colectivo. Chendo, Andrinúa y Sanchis estuvieron simplemente correctos. Villarroya y, Jiménez tuvieron más entusiasmo que calidad.

Michel cumplió con sus cuatro goles, pero se ha confirmado que es más un jugador de equipo que un hombre que marque la personalidad del juego. Ése es su límite. Martín Vázquez mostró los mejores detalles, pero, posiblemente, su marcha al fútbol italiano limitó su rendimiento. No es lo mismo llegar al Mundial tranquilo y con la cabeza fresca que hacerlo tras haber tomado una decisión tan traumática como abandonar las raíces personales y profesionales.

Manolo, único sacrificado

Manolo fue el único que pagó de verdad el desastre del partido ante Uruguay. Tal vez fuese injusto. Es un hombre bregador, rápido y con una especial intuición en el área en la selección. Fue él quien acabó sufriendo en su propia piel la baja forma de Butragueño. Suárez olvidó su apuesta por los bajitos para ayudar al Buitre y Manolo pasó al ostracismo.

Suárez demostró ser una persona excesivamente sensible a las críticas. Fue perdiendo la compostura, agrediendo verbalmente, e incluso en algún caso llegando al insulto, a periodistas de otros países. Un entrenador nervioso puede destrozar la confianza de un equipo. Esta vez no sucedió porque había jugadores tranquilos y experimentados. Pero, si se produce la renovación y llega gente más joven, un carácter tan nervioso puede ser nefasto.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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