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Felipe González califica de numantino el rechazo de Fidel Castro a sumarse al proceso democrático

El presidente Felipe González y el jefe de Estado venezolano, Carlos Andrés Pérez, intentaron ayer conjuntamente durante más de una hora convencer al comandante Fidel Castro de que inserte a Cuba en la ola democrática que predomina en Latinoamérica, pero aparentemente no tuvieron éxito en su gestión y el jefe del Gobierno español acabó comparando la actitud del líder cubano con la resistencia desesperada de Numancia. El encuentro tripartito tuvo lugar en la Embajada de España en Brasilia, aunque la iniciativa corresponde a Carlos Andrés Pérez, que aprovechó la asistencia de los tres líderes a la toma de posesión del nuevo presidente brasileño, Fernando Collor de Melo.

ENVIADO ESPECIAL, Felipe González, quien regresará hoy a primera hora de la mañana a Madrid, no quiso ser muy explícito sobre el contenido de la conversación porque, explicó, "me preocupa que se interprete mal". 'La dinámica le la charla", añadió, "se parece a lo que se esperaba que fuese". "Hemos dicho lo que pen;amos de la situación (...), de nuestro deseo de que Cuba se incorpore, con sus características propias, a la gran corriente atinoamericana de apertura y reforma", agregó.A la pregunta de si Fidel Zastro aceptará la sugerencia lel presidente del Gobierno español, Felipe González dijo: 'No tengo esa impresión, pero lo puedo interpretar (...) lo que desarollará en Cuba en los próximos años". "Fidel agradece que se le hable con claridad y dice que consultará con sus cuadros y pensará lo que hemos hablado", en una conversación que González calificó de "cordial".

La entrevista "no ha sido ni presionante ni descarada", dijo González. Pero el anfitrión del líder cubano no se hace ilusiones sobre el resultado de las consultas que emprenderá Castro y se confiesa "preocupado por la inserción de Cuba en el mundo futuro". "Espero", concluyó, "que [la suya] no sea sólo la estrategia de Numancia".

A juzgar por las declaraciones de Fidel Castro a la cadena O Globo, a su llegada a Brasil, el líder máximo cubano no tiene intención de seguir los consejos dados ayer por Felipe González. Castro manifestó que "ninguno de los problemas con los que tenemos que enfrentarnos se resolverá aplicando recetas de otros países", en un claro rechazo a la perestroika soviética. Castro reconoció, no obstante, que "consideraba necesario efectuar determinados ajustes en el proceso de construcción del socialismo". Antes de salir de Cuba, Fidel Castro pronunció palabras mucho más duras.

Funcionarios norteamericanos que acompañan en Brasilia al vicepresidente Dan Quayle indicaron que éste solicitó el martes en Buenos Aires al presidente argentino Carlos Menem y a Felipe González que insistiesen a Castro para que cese su ayuda a la guerrilla salvadoreña. A su llegada a la capital brasileña el presidente español desmintió, sin embargo, según el diario O Globo, que le hubiese sido formulada tal petición y repitió que no iba a presionar a nadie.

La idea de sugerir con delicadeza a Castro que flexibilice su régimen ronda en la cabeza del ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, desde que en enero mantuvo largas conversaciones en México con su homólogo Fernando Solana con motivo de la visita de los Reyes al país azteca.

El canciller mexicano se mostró entonces escéptico sobre la estabilidad del castrismo a causa del deterioro de la situación interna. Esta información fue posteriormente desmentida en Madrid por el encargado de negocios de la embhajada de México.

Estrechas relaciones

Partiendo de la base de que Madrid y México son las capitales occidentales que más estrechas relaciones tienen con la Habana, Fernando Solana propuso a continuación a su colega español examinar la oportunidad de una discreta gestión conjunta hispano-mexicana para tratar de influir a Castro. A pesar de que sea formalmente el líder máximo cubano 4 que haya solicitado la entrevista trilateral de ayer, ésta se enmarca, aparentemente, en esa iniciativa mexicana, aunque el presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, haya sido sustituido por el venezolano Andrés Pérez, cuya trayectoria democrática es mucho más nítida.Dan Quayle, que también viajó a Brasilia, declaró nada más bajar del avión: "No deseamos ningún contacto con Castro", y ni siquiera asistió a una cena que el presidente saliente, José Sarney, dio el miércoles por la noche a los jefes de Estado y a Felipe González, que acudieron al traspaso de podees. Sarney pronunció un discurso al que contestó el presidente español, y ambos elogiaron los avances de la democracia en América Latina, pero sin aludir a la excepción que supone Cuba.

Al margen de su cita de ayer con Castro, Felipe González fue recibido por Collor de Melo, con cuyo equipo económico la diplomacia española tiene la intención de preparar un tratado de amistad y cooperación similar a los firmados con México y Argentina.

El nuevo presidente brasileño pasó en febrero por Madrid, londe, además de una excursión a la ciudad de Segovia, anuló gran parte de sus citas de trabajo, incluidas las fijadas con dos ministros, lo que desconcertó a sus anfitriones españoles.

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