100 millones
A quienes les ofrecen 100 millones de pesetas por cambiar su voto y no lo cambian habría que erigirles un monumento. Los políticos están siendo vituperados porque proliferan intentos de soborno entre los de su especie, y debieran ser ensalzados, pues resisten, roqueños, a la tentación de venderse por 100 millones de pesetas. No hay en todo el ancho mundo clase política más íntegra que la de ahora mismo acá, capaz de anteponer su ideología y su partido a 100 millones de pesetas. Con 100 millones de pesetas se puede vivir a todo plan, merluza y solomillos cada día, buenos puros, la santa hecha una reina, chupas de cuero para los chicos, y al partido, que le vayan dando.Si sabrá uno lo que es resistir el soborno. Cuando la merienda consistía en pan y una onza de chocolate -ya ha llovido-, cierto día íbamos a jugar al fútbol, y un chaval de posibles me hizo la siguiente proposición: "Si me pasas la pelota, te doy una raja chorizo". Le pregunté: "¿Una raja chorizo por pasarte la pelota siempre o por-cada-vez que te la pase?". Meditó un rato y respondió: "Por cada diez veces que me pases la pelota, una raja chorizo". No le pasé la pelota ni una vez, porque el chaval era de los que no le dan una patada a un bote y yo me sentía solidario con el equipo.
Tuvo mérito, francamente: el chorizo era un bien escaso en aquella época. Qué hubiera hecho si la oferta llega a ser una raja de chorizo por cada pase, constituiría una especulación improcedente. Tampoco procede plantearse cómo reaccionarían los políticos si, en vez de 100 millones, les ofrecen 500, y además hay caso: dice uno que le ofrecieron tal bagatela por chaquetear un poco y se quedó haciendo el Don Tancredo. A ése habría que ponerle en los altares. Cierto que muchos políticos se han sacudido el pelo de la dehesa de la noche a la mañana y viven como canónigos preconciliares, pero será porque han heredado de un tío de América. ¿Por qué iba a ser, si no?