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Argimiro Santos

Tutankamón, entre brillos de piedras preciosas

Argimiro Santos, un ex funcionario de Aduanas, sustituyó el ojo clínico de los antiguos expertos por la racionalidad y el análisis técnico a la hora de enfrentarse con el rubí, la esmeralda, el zafiro o el diamante. Impulsor y creador de los dos primeros institutos gemológicos, ciencia que estudia las piedras preciosas, en nuestro país hace poco más de 20 años, este arqueólogo afirma que el descubrimiento de la tumba del faraón egipcio Tutankamón, cuando él tenía 11 años, fue crucial para su vocación.

Santos, que ha sido hasta hace seis años jefe de la Oficina Técnica de Estudios Gemológicos y Artísticos en la Dirección General de Aduanas, está convencido de haber hecho en su vida las actividades que más le gustaban: estudiar las piedras preciosas y la arqueología. Nacido en 1911, en Beteta (Cuenca), pasó la mayor parte de su infancia y juventud en Valencia, y allí inició sus estudios de pintura y comenzó su afición a la mineralogía y la arqueología. "Cuando se descubrió la tumba de Tutankamón, en 1922, un profesor de historia nos habló mucho sobre Egipto y eso marcaría mi posterior vocación". A finales de los años veinte vino a Madrid, preparó las oposiciones del cuerpo de Aduanas, mientras era visitante asiduo del Museo Arqueológico.En 1932 viajó a París y se enteró de que se estaba creando la Asociación Gemológica Americana. Rápidamente se suscribió a su boletín informativo y a otras publicaciones inglesas y empezó a estudiar por su cuenta. "Observé que en las joyerías españolas que trabajaban con piedras preciosas había un gran desconocimiento. En esos años era muy frecuente confundir un rubí con una espinela, cuando la diferencia de valor es enorme".

Durante la guerra civil y la posguerra continuó sus investigaciones en solitario, paralelamente a su trabajo en Aduanas, hasta que, a finales de los años cincuenta, un joyero catalán, Juan Antras de Togores, solicitó su ayuda para que hiciera el dictamen de casi 1.500 gemas. Argimiro Santos analizó las piedras y separó las falsas de las verdaderas. Un problema posterior, de 2.000 jades teñidos, provocó la necesidad de crear alguna asociación gemológica. Visitó a muchos joyeros de Madrid y Barcelona y trató de convencerlos de la falta que hacía una institución que estudiara la composición, estructura y propiedades físicas de las piedras preciosas. Después de un largo proceso y tras superar pequeñas diferencias gremiales, se crearon en 1966-1967 el Instituto Gemológico Español (Madrid) y la Sociedad Gemológica Española (Barcelona). Argimiro Santos fue vicepresidente de ambas asociaciones.

Autor de numerosos estudios y colaboraciones en revistas especializadas, también ha tenido tiempo para escribir una insólita Historia de la música, ilustrada con sellos.

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