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EL ATLÉTICO FRENÓ AL MADRID

Gil vivió su gran noche en el Bernabéu

Gil vivió su gran noche. El equipo que ha reunido a golpe de talonario le dio una gran satisfacción al soltar un partidazo en el Bernabéu, premiado con un resultado espectacular. El Madrid fue inferior desde el principio, y el transcurso del partido no hizo sino agrandar la diferencia entre ambos equipos. La evidente superioridad de Menotti sobre Beenhakker, el barro, que se sumó al cansancio que traía el Madrid de Oporto, y la expulsión e Jankovic en el minuto 40 fueron algunos de los factores que dibujaron la goleada.En el Atlético todo salió bien, pero especialmente dos cosas: la trampa del fuera de juego, en la que el Madrid cayó insistentemente -y cuando no, era el linier el que caía-, y los movimientos entre la mediapunta y la punta, donde las maniobras de Julio Salinas, Futre y López Ufarte -espléndidos los tres- nunca fueron controladas por el Madrid.

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Sobre un campo cada vez más embarrado, convencido de que el encuentro debía haberse posuesto, y poseedor de menos moivación que el rival, el Madrid jugó mal desde el principio. Jankovic atrasaba sus lanzamientos o los delanteros precipitaban sus arrancadas, y cualquier iniciativa era frenada por el fuera de juego. De nuevo se echó en falta en el yugoslavo capacidad para buscar otras fórmulas, para hacer algo diferente que lo que hace y muy bien- habitualmente: tocar, distribuir y ordenar cuando las condiciones no plantean especiales exigencias.

Enfrente, el Atlético se agrupaba atrás, permitía que el Madrid se amontonara en la media y trabajaba bien la espalda de esta línea, tras la que había una defensa descolocada y desprotegida. Así cazó un gol y rozó algún otro. Se acercaba el descanso sin que el Madrid hubiera encontra do fórmulas para salir del atolladero cuando se produjo una complicación decisiva: Enríquez Negreira dejó de pitar una peligrosa falta en ataque del Atlético y el yugoslavo perdió los nervios y le insultó. El Madrid se quedó con diez.

Y con diez, contra el marca dor y contra un equipo ordenado que crecía y se sentí a gusto, jugó todo el segundo tiempo. Todos los madridistas esperaban a Llorente, pero Beenhakker retrasó su salida hasta que el Atlético hubo marcado su segundo gol. Cuando salió Llorente no pudo hacer otra cosa que compartir con sus compañeros el fracaso.

Y mientras el Madrid se venía abajo, el Atlético crecía. Alemáo se hizo el dueño del campo y paseó con elegancia sobre el barrizal, Futre y López Ufarte ligaron jugadas preciosas y Julio Salinas puso en práctica, sobre el barro, su regate inverosímil, lento y deslucido, pero eficaz. Y mientras el Atlético disfrutaba y seguía marcando goles, el Madrid hacía un soberano esfuerzo por marcar el golito que salvara la honrilla, pero no lo consiguió. Abel respondió muy bien cuando fue requerido y en tina ocasión le salvó el palo.

El resultado de todo ello fue un rotundo 0-4, quiebra escandalosa de la buena marcha del Madrid hasta ahora, y al tiempo inyección de optimismo para Gil, que en vísperas del partido auguraba 10.000 abonados más para su club si ganaba anoche. El derrumbamiento del Madrid no presagia nada grave. En realidad, y excepción hecha del segundo tiempo de Oporto -en el que cuatro desbordes de Llorente, dos concluidos en goles, pesaron más que todo el resto- venía flojeando desde que ganara al Valencia con un engañoso 4-0 Ayer no tuvo la culpa Beenhakker, a quien simplemente le ganó la partida un colega superior a él en todo, sino un cúmulo de circunstancias que cayeron sobre un equipo que ha comenzado a apuntar un bache pasajero, sólo eso. Respecto al Atlético, es evidente que Menotti ha ido cuajando un buen equipo, y que tras lo de anoche sólo está a un punto del líder. Eso, le da a la Liga una emoción perdida, pero cabe dudar que le dé 10.000 nuevos abonados y que le resuelva las cuentas a Gil.

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