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MIÉRCOLES EUROPEO

El Barça controló cómodamente al Dinamo de Moscú

ENVIADO ESPECIALEl periodista soviético se acercó a él en el hall del hotel Intourist de Moscú. Le pidió si podía entrevistarle, y Bernd Schuster le dijo que un poco más tarde. El caballero le dijo: "Eso mismo me dijo usted, hace siete años, en Italia, cuando ganó la Eurocopa de Naciones. Se fue usted por el túnel de vestuarios y ya no he vuelto a verle hasta hoy". "Pues hablemos ahora mismo", comentó el jugador alemán tranquilizando al periodista del diario Pravda.

En la entrevista, aparecida ayer en la página de deportes del rotativo de Moscú, Schuster aseguraba, plenamente convencido, que el Barcelona, como todos los grandes equipos del mundo, podía sufrir una crisis. "Pero saldremos de ella enseguida, porque tenemos una excelente plantilla y los jugadores nos hemos propuesto esa meta".

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Schuster también aseguró que le quedan cuatro o cinco años de fútbol. Tal y como demostró anoche, en un gélido estadio, está dispuesto a capitanear la recuperación del conjunto azulgrana. De momento, su entrega, dedicación y profesionalidad fueron decisivas para que el Barcelona mantuviera la ventaja del Camp Nou, suficiente a todas luces, y entrará en el sorteo de los octavos de final de la Copa de la UEFA. El Dinamo intentó asustar a los azulgrana durante la primera media hora del partido. Luis Aragonés prefirió apostar por la mayor altura y veteranía de Alexanco y dejó en el banquillo a Salva, en teoría su heredero, el futuro.

La defensa se mostró vacilante durante los primeros 30 minutos, en los que los moscovistas pudieron adelantarse en el marcador gracias al intenso trabajo que realizaban Karataiev, Timoszenko y Dobrovolski, pero, en unas ocasiones Zubizarreta, y en otras Julio Alberto, que a los 13 minutos sacó bajo los palos de su portería un testarazo de Timoszenko, abortaron las oportunidades soviéticas de marcar.

Agotada la euforia moscovita, asegurado el cero en su casillero, el Barcelona pasó a controlar el partido, merced al despliegue de condiciones de Schuster. Y fue el alemán quien, fiel a sus promesas, estrelló el balón en la escuadra derecha de Prudnikov en una de sus maravillosas faltas, en cuyos lanzamientos tiene acreditada maestría.

Esa fue la mejor ocasión del Barcelona, ya que otras quedaron abortadas en los pies de Lineker, de nuevo ausente del terreno de juego. La sequía de este muchacho en Europa con el Barcelona empieza a ser preocupante. Poco les importa a los aficionados barcelonistas que marque con la selección de Inglaterra, ya que quien le paga y necesita ahora más que nunca sus goles son precisamente los seguidores Barcelona.

La segunda parte fue de trámite. Los soviéticos, que disputarán el domingo su penúltimo partido de la temporada, siguieron con su voluntad de hierro y dedicación, pero escasamente positivos. Continuaron, eso sí, pidiendo penaltis y desaprovechando sus aproximaciones al área de Zubizarreta.

Los barcelonistas, que no cesaron de animarse, se limitaron a controlar la situación, meditar sobre el futuro, y poner un nuevo granito de arena en la montaña de resultados positivos necesarios para salir del hoyo. La semana se inició con una victoria en Logroño, ha seguido con la superacion de la eliminatoria europea, y ahora intentarán cerrarla en el Camp Nou con una victoria frente al Celta.

Ésta es, según explican todos, técnico y jugadores, la victoria que necesitan para que renazca de nuevo la unión entre afición y equipo. Luis se niega a llamar a eso romance, entre otras razones porque ese es el nombre que le puso a ese fenómeno, el pasado domingo, César Luis Menotti, producido, por vez primera, en el Vicente Calderón. Pero a este equipo le falta mucho para ser lo que fue. Recuperado Schuster, consolidada la presencia del equipo en Europa, confirmada la unión entre sus componentes, ahora deben recuperar la confianza en sus fuerzas -de momento, débiles- y, lo que es más costoso, la consolidación de un nuevo estilo que se adivina, pero que la necesidad de conseguir victorias hace que Luis aparque de momento su total establecimiento hasta la desaparición de la crisis.

Faltando 15 minutos, Borodiuk puso conseguir el tanto de la victoria moscovita, pero Zubizarreta demostró su gran categoría en una soberbia intervencíón. Son esos ramalazos de calidad los que hacen que Luis confie ciegamente en el milagro. Quizás con ese paradón, Andoni quiso despedirse de Moscú dejando un recuerdo a Lev Yashine.

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